Envolver el bocadillo en papel periódico, llamar al sereno, fumar cigarrillos Bisonte, dar cuerda al reloj… Tantas cosas que ya no hacemos –la mili-, que ya no decimos –el catecismo de memoria- y aquellas que han dejado de existir –la aguja del tocadiscos- . El periodista y escritor Ignacio Elguero recupera más de doscientas costumbres extintas en Cosas que ya no decimos, no hacemos, no existen (Planeta), un libro enternecedor y demoledor a partes iguales que se vale de la crónica periodística para extraer de la memoria una capa recuperada de lo que fuimos.
"Yo no llegué a envolver bocadillos en papel de periódico pero recuerdo haber visto a los obreros, en aquel entonces el papel de plata existía"
En las páginas de este libro Elguero tres décadas: la de los sesenta, setenta y ochenta y en cuyos años queda fotografiada una generación, la del "baby boom", aquella que vivió su niñez y juventud en los años 70 y 80 y fue protagonista de los mayores cambios sociales. Operar de anginas a los niños, llegar virgen al matrimonio, estudiar latín obligatoriamente, comprar una colección de enclopedias a un vendedor que toca la puerta…
Este no es el primer libro que Ignacio Elguero escribe al respecto. Ha publicado ya ¡Al encerado!, sobre los colegios de los años 60, 70 y 80; Los niños de los chiripitifláuticos, que recoge las historias de los más de siete millones de bebés que nacieron en la década de los sesenta en España o Los padres de Chencho, dedicado a los padres y madres de la posguerra.
Para este libro ha empleado pequeños textos acompañados de ilustraciones. Huyendo de los tópicos, Elguero ha elegido costumbres que ponen de manifiesto de qué manera ha cambiado nuestra noción de aquello que es valioso y lo que no. Su intención fue retratar el mayor registro posible. “Yo no llegué a envolver bocadillos en papel de periódico pero recuerdo haber visto a los obreros, en aquel entonces el papel de plata existía, pero era muy costoso. Tampoco llegué a llamar a un sereno, pero recuerdo haberlo escuchado de niño en la noche”, asegura.
El libro está dividido en tres apartados: Cosas que no hacemos; cosas que ya no existen y cosas que no decimos. Alquilar películas en sistema Beta o VHS, comprar tebeos, hervir leche en un cazo, las cartas de amor con sobre y sello, las hombreras o esperar dos horas para hacer la digestión antes de bañarnos forman parte del primer grupo.
En el segundo –Cosas que ya no existen- hay ejemplos como la marca de la vacuna contra la viruela, los dos rombos en la tele para las escenas subidas de tono, las maletas sin ruedas, la leche en bolsas de plástico, los teléfonos de rueda, la paga en pesetas, los pañales de tela, la sesión continua en el cine, el sereno y el COU … Las cosas que ya no decimos ni escuchamos: el sonido del afilador, ni la expresión 'los niños vienen de París o los trae la cigüeña o “se ha quedado para vestir santos”. No rezamos Cuatro esquinitas tiene mi cama, no 'nos damos el lote', ni damos 'besos de tornillo'.
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