Quienes mejor deberían conocer y emplear el castellano son los que están contribuyendo con más entusiasmo a destruirlo. Esa es la tesis de una editora, quien con el pseudónimo Ana Durante, ha escrito Guía práctica de neoespañol (Editorial Debate), un libro que recoge el resultados de sus investigaciones realizadas durante los últimos cuatro años y en el que da cuenta de cómo el desconocimiento del castellano por parte de personas supuestamente cultas (escritores, periodistas y demás profesionales de la comunicación) ha producido un nuevo idioma lleno de expresiones sin sentido y que se expande cual contagio a través de los libros, la televisión, la radio, Internet.
Escrito con humor, pero sin perder de vista la rigurosidad que el asunto requiere, el libro Guía práctica de neoespañol presenta un catálogo de imprecisiones y errores. Verbos mal conjugados, preposiciones, conjunciones y adverbios intercambiados, construcción de frases a partir de otras ya hechas, circunloquios involuntarios y, sobre todo, neologismos nacidos a partir de traducciones absurdas.
-Cuesta pensar que alguien que diga “abnegarse en lágrimas” no detecte el salto lógico. ¿El español está peor hablado porque está peor pensado, porque carece de razonamiento?
-Sin duda. El pensamiento está en la base de la expresión hablada o escrita de todos nosotros y a su vez es sustentado por ésta. Es decir, cuanto peor pensamos, peor hablamos, pero también a la inversa. Descuidamos el lenguaje, decimos lo primero que se nos ocurre con la primera palabra que tenemos a mano y eso a la larga es posible que acabe influyendo también en una falta de rigor en nuestra manera de pensar. Resulta difícil decir qué va primero. Si según dijo Ludwig Wittgenstein en una cita que incluyo en el libro, “Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mente”, tenemos motivos para preocuparnos.
"Cuanto peor pensamos, peor hablamos, pero también a la inversa. Si según dijo Wittgenstein, 'Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mente', tenemos motivos para preocuparnos"
-Habla usted de un peor español pero… ¿cómo puede ocurrir esto en un momento en que la RAE se precia de ser más inclusiva y de considerar el español de todas las naciones americanas?
-Aunque existan instrumentos extraordinariamente buenos para la lengua, como es la Real Academia y la labor que lleva a cabo, si no se hace uso de ellos, no se los tiene en cuenta, no se incorporan a nuestra vida cotidiana, da igual lo buenos que sean. Por otra parte, vivimos en una época en que la RAE no es la única fuente de que se dispone, sino que esa institución compite en régimen de igualdad con lo que diga el bloguero más ignorante y con los programas basura más vistos, por citar sólo algunas de las cosas.
-Es decir, entre lo correcto y lo que nos rodea hay un abismo…
-Quiero decir que la lengua nos llega por una gran cantidad de fuentes y nosotros escogemos determinadas expresiones o imitamos otras a menudo sin pensarlas ni cuestionarnos nada desde el punto de vista lingüístico, sólo porque las oímos o las leemos. En mi opinión, el verdadero problema de por qué esa gran cantidad de información, que en sí misma no es ni buena ni mala, hace que cada vez hablemos y seguramente pensemos peor, es que carecemos de criterios para seleccionar, no dominamos nuestro propio idioma. Éste nos baila como si fuera una lengua aprendida y avanzamos por ella a ciegas, tanteando.
-¿Dónde se cometen más errores: en el castellano que emplean los españoles o el que se habla en Hispanoamérica?
Creo que cada uno cometemos nuestros propios errores, y que éstos son muchos, sin que nadie se lleve especialmente la palma. Aunque quizá en algunas zonas de Latinoamérica, en especial en América central, se haya conservado un español más preciso y rico.
"El verdadero problema es que carecemos de criterios para seleccionar, no dominamos nuestro propio idioma"
-Señala usted la responsabilidad de portavoces políticos y medios de comunicación en la creación de un neoespañol. Sin embargo un buen sistema educativo frenaría ese efecto.
-Eso es lo que se intenta señalar en el epílogo del libro. En la base de todo está la endeble educación que desde hace ya muchos años se está impartiendo en España Y no sólo en cuanto a los contenidos, sino también respecto al valor que se le da a esa educación. A menudo la cultura se desdeña, si no de manera explícita, sí desde luego en los hechos: individualmente al no querer saber más de lo que se sabe, al no hacer uso de los instrumentos de que disponemos para formarnos más, y no pienso sólo en la enseñanza en las aulas, sino también en recursos como las bibliotecas, el cine, las exposiciones, etc., pero sobre todo por parte de los responsables políticos, que se han mostrado y se siguen mostrando como auténticos y activos enemigos de la cultura entendida en sentido amplio.
-La depauperación del español... ¿es reversible?
-Por desgracia creo que no. A no ser que se inicien unos planes muy serios para racionalizar y fortalecer la enseñanza. Cuanto más se sabe, más se valora el saber y más consciente se es de lo que se desconoce, una toma de conciencia que, como ya se dijo hace siglos, es el principal estímulo para el aprendizaje. Quizá de esta manera, con los años se conseguiría una población más culta y más formada. Aunque cabe preguntarse por qué, disponiendo de los medios para ello, eso todavía no se ha hecho. Por qué, en una situación de recursos económicos reducidos se priorizan cosas que se podrían considerar más superfluas, por delante de otras básicas como son la educación y la sanidad. En la manera como los gobernantes administran los presupuestos sin duda hay implícita una declaración de intenciones de cómo quieren que seamos, pensemos y vivamos los ciudadanos.
"Por qué ahora la educación vuelve a ser la pariente pobre es algo a lo que debe responder sobre todo la clase política"
-Resulta curioso que en un momento en el que el idioma se ha convertido en sinónimo de 'Marca España' su estado resulte tan perjudicado. ¿Hay una relación? ¿Existieron épocas peores?
-Existieron épocas muchísimo peores, en las que libros y la letra impresa en general y en todo el mundo eran bienes escasos sólo accesibles para unos pocos, por no hablar de la enseñanza. España vivió su Ilustración, pero en los dos siglos posteriores las consecuencias de la misma se borraron del mapa. La Segunda República llevó a cabo una meritoria labor de recuperación de la enseñanza para todos, y cuanto más amplia en contenidos mejor, pero, como todos sabemos, esa forma de gobierno duró poco, barrida por la sublevación fascista de 1936, con lo que el país, educativamente hablando, y también en otros muchos aspectos, pasada la guerra civil se sumió en la más completa miseria. Luego, con las sucesivas leyes de educación y, sobre todo, con la obligatoriedad y gratuidad de la enseñanza, se empezó a salir un poco de esa situación. Por qué ahora la educación vuelve a ser la pariente pobre, se vacía de contenidos, no se combate el abandono escolar, no se sube el nivel general de los conocimientos que se imparten, y un larguísimo etcétera, como he dicho antes creo que es algo a lo que debe responder sobre todo la clase política.
-¿Por qué ha optado por un pseudónimo para escribir sobre este tema?
En primer lugar por un cierto instinto de conservación, por la posibilidad no tan improbable de que pudiera perder mi trabajo. Y en segundo, porque, como digo en el libro, con éste pretendía hablar de un fenómeno de destrucción del español que creo que se está dando, pero no es mi intención señalar ni perjudicar a nadie, y si se supiera quién soy quizá sería más fácil identificar algunas de las fuentes de las que me he servido.
-Hagamos el ejercicio contrario. ¿Cuáles son, a su juicio, las instituciones que han trabajado para mantener un español correcto?
-Diría que todas las que trabajan en pro de la lengua. Pero, como le decía antes, que una cosa excelente exista no quiere decir que los ciudadanos hagamos uso de ella, con lo que ahí se queda, criando polvo, metafóricamente hablando. Porque no estoy pensando sólo en publicaciones, sino en actividades y herramientas que esas instituciones ponen a nuestro alcance y que no usamos. Tal vez cabría añadir a la lista de los “benefactores” algunos sellos editoriales que de verdad cuidan, a nivel de la lengua, el producto que ponen a la venta, puede que algunos jefes de redacción de medios informativos hablados y escritos, y seguramente una gran cantidad de enseñantes de todos los niveles de la educación, un pequeño ejército de Quijotes luchando contra enormes molinos de viento.
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