Cultura

John Dickie: "La mafia italiana está hecha para perdurar en el tiempo"

Un detalle de la portada del libro.

Pocas personas saben tanto de la mafia italiana como John Dickie. El historiador y periodista escocés lleva más de una década dedicado al tema. Su primer libro al respecto fue Cosa Nostra, que dedicó exclusivamente a la mafia siciliana, a ése siguieron Blood Brotherhoods y Mafia Republic, publicados ahora en español por el sello Debate en un solo volumen: Historia de la mafia.

A lo largo de más de 800 páginas, Dickie estudia las tres mafias que han marcado la historia de Italia: la Cosa Nostra siciliana, la ’Ndrangheta calabresa y la Camorra napolitana. Aunque cada una tiene un origen y unas características específicas, las tres forman parte de un mismo tronco: la Italia del siglo XIX. Tras la salida de Napoleón en 1815, comenzó un proceso de restauración de las Dos Sicilias, un régimen de pequeños Estados vinculados a dinastías como los Habsburgo o los Borbones. La decadencia de ese modelo estuvo acompañada por la aparición y fortalecimiento de estos grupos.

La decadencia que desembocó en la Unificación estuvo acompañada por la aparición y fortalecimiento de la mafia

La tesis de Dickie se basa en la idea del crimen organizado como una expresión del curso político de todo cuando ocurrió en el sur de la bota durante el proceso de unificación: de los bandoleros que roban a los ricos para dar a los pobres –pero que ejercen su propio sistema de control y poder a partir de ello- hasta la génesis de la desconfianza de los ciudadanos en el Estado y que recurren al cobijo de los mafiosos.

"La mafia creó un relato mítico para que los italianos no la vieran como una organización de delincuentes, sino como un grupo que cuida de los suyos", explica Dickie, quien visitó Madrid la semana pasada para presentar su ciclópeo ensayo. En pocas palabras: las mafias no surgen de las carencias del Estado, sino de forma paralela a su estructura.

Ya muy pronto, apenas en 1820, una insurrección independentista en Palermo marcó el inicio de la Cosa Nostra. La primera intentona tuvo sus réplicas en 1840 y 1860, justamente el año en que Garibaldi avanzó sobre Calabria y conquistó Nápoles. Lo que comenzó como insurrección adquirió la forma final de una logia que se autodenominó Mafia, una palabra que encarnaba un espíritu de rebeldía propia del carácter de la isla. Lo curioso, acaso, es que los primeros integrantes de lo que sería La Cosa Nostra no eran presos o fugitivos, sino agricultores enraizados en el próspero negocio de los cultivos de cítricos de la zona.

Por la misma época, entre 1860 y 1890, en Calabria, una de las zonas más pobres de Italia, surgió la génesis de la Camorra: grupos de jóvenes pendencieros que actuaron cual fuerza de choque política y al mismo tiempo como grupos que ejercían por igual la delincuencia y la presión. De ahí que Dickie insista en que "no existe nada parecido a una mafia italiana", su naturaleza es única y su estructura "estuvo hecha para durar, para actuar y abrirse paso con una lógica grupal, falsamente romántica".

Ya muy pronto, apenas en 1820, una insurrección independentista en Palermo marcó el inicio de la Cosa Nostra

"Mi objetivo es contar la historia de forma conjunta de las tres mafias, para mostrar sus diferencias y sus similitudes. Tanto la Cosa Nostra como la ‘Ndrangueta son masónicas, sociedades secretas, con una jerarquía, para darle una cierta idea de familia o tradición, de hermandad. La Camorra, no, siempre actuó de manera más anárquica en Nápoles y Campania", explica el escocés.

A lo largo del siglo XX y en pleno XXI un aura romántica ha rodeado a grupos cuya violencia y brutalidad sobrepasa la épica del héroe: la principal fuente de negocio de la mafia en la actualidad es el narcotráfico. Existe un relato fundacional romántico y ambiguo, deliberadamente ambiguo, según Dickie, y que ha encontrado en relatos como El Padrino hasta Los Soprano una cierta 'mitificación' de lo que la mafia encarna. El asunto de novedoso no tiene nada. "La misma palabra mafia surge de una obra de teatro, en 1863, sobre una banda carcelaria. Los propios mafiosos alentaron esa representación. Se gustaban a sí mismos en ese retrato".

Al margen de esa épica, una realidad mucho más dura se impone en la Italia actual, una de la cual los ciudadanos no fueron del todo conscientes hasta 1992. Ese año, el juez italiano Giovanni Falcone, quien libró una larga batalla en la lucha contra la mafia, murió asesinado por orden de Salvatore Rina, uno de los hombres más pesados de la mafia siciliana.

"Con el asesinato de Falcone se produjo un punto de inflexión, sobre todo porque la sociedad se dio cuenta de la magnitud del problema. Falcone, antes de morir, dejó una estructura judicial y policial con las que Italia consiguió luchar contra la mafia", explica Dickie, quien aunque reconoce los avances no es del todo optimista. Han aparecido nuevos grupos mafiosos, entre ellos, la mafia de Roma.

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