Albert Camus es una figura difícil para los franceses. Cada vez que intentan tocarla, algo ocurre. Estalla una alarma, un cerco de culpa, de veladas y raras acusaciones. Así ocurrió durante el 50 aniversario de su muerte, cuando el presidente Nicolás Sarkozy propuso que los restos del escritor fuesen trasladados al Panteón de Francia.
La propuesta de trasladar a Camus al lugar donde se encuentran Voltaire, Zola, Víctor Hugo, Pierre y Marie Curie, Alejandro Dumas y André Malraux no fue bien recibida por los hijos del ganador del Premio Nobel de Literatura en 1957. La historia se repite ahora, en el centenario de su nacimiento, esta vez con una polémica exposición que exalta el velo argelino de la personalidad literaria y política de Camus. La exposición, tal y como ha sido pensada, no se ha realizado. En su lugar, otra menos polémica, se ha puesto en marcha.
Camus, ¿El extranjero?
Nacido en el seno de una modesta familia de emigrantes franceses, su infancia y gran parte de su juventud transcurrieron en Argelia. Inteligente y disciplinado, Camus empezó estudios de filosofía en la Universidad de Argel. Empezó a ser conocido como escritor en 1942, cuando se publicaron su novela corta El extranjero, ambientada en Argelia, y el ensayo El mito de Sísifo, obras que se complementan y que reflejan la influencia que sobre él tuvo el existencialismo.
“Entre la justicia y mi madre, elijo mi madre”, dijo Albert Camus al ser preguntado sobre Argelia tras ganar el Nobel.
Su posicionamiento en Argelia resultó ambiguo y polémico en el contexto francés. La autora argelina Maissa Bey argumenta que la obra El extranjero concedió a Albert Camus el rango de “escritor de la Tierra de Argelia”, pero sin ser considerado argelino. El motivo de este rechazo o distanciamiento tiene su raíz, según Bey, en unas declaraciones que hizo el escritor después de recoger el premio Nobel. Poco después de emitir su discurso, un joven argelino le hizo varias preguntas respecto al conflicto que existía en la colonia francesa y la frase que pronunció el recién laureado quedó marcada en la memoria de todos los argelinos: “Entre la justicia y mi madre, elijo mi madre”.
Durante la Segunda Guerra Mundial se implicó en los acontecimientos del momento: militó en la Resistencia y fue uno de los fundadores del periódico clandestino Combat, y de 1945 a 1947, fue su director y editorialista. Sus primeras obras de teatro, El malentendido y Calígula, prolongan esta línea de pensamiento que tanto debe al existencialismo, mientras los problemas que había planteado la guerra le inspiraron Cartas a un amigo alemán.
Exposición sobre Camus, la manzana de la discordia
La organización y comisariado de la muestra programada en ocasión del centenario de su muerte estaba a cargo del historiador Benjamin Stora, uno de los más relevantes estudiosos de la historia argelina (específicamente de su colonización) en toda Francia. Tras dos años de trabajo en el proyecto, Stora recibió una comunicación de pays d'Aix (la autoridad regional) que le comunicaba la cancelación de la muestra. Las razones aducidas eran la falta de presupuesto y problemas logísticos. Sin embargo, para Stora había bastante más tela que cortar tras estos motivos.
Una de las líneas argumentales centrales de la muestra era vinculación de Camus con Argelia. La naturaleza de Camus como un pied noir (residentes en el país norteafricano de origen francés, que llegaron a alcanzar el millón) y su posición, como se cita anteriormente, favorable cuando los argelinos se alzaron en lucha por su independencia, así como su osición intermedia entre la comunidad gala asentada allí y los rebeldes, son algunas de las claves. Stora intenta dejar de manifiesto cómo Camus estaba de acuerdo en que Francia debía otorgar mayor autogobierno a su colonia pero no comulgaba con la independencia.
Una de las líneas argumentales centrales de la muestra comisariada por Stora era vinculación de Camus con Argelia.
Cuando Argelia alcanzó la independencia, en 1962, los franceses radicados allí se desplazaron de vuelta a la metrópoli. Buena parte de esa comunidad se instaló en la región en la que se encuentra Aix en Provence (se calcula que de sus 140.000 habitantes unos 40.000 son pieds noirs). También allí vivió Camus con su familia, en la casa de campo que tenía en Lourmarin. Y allí sigue viviendo su hija Catherine. Esos pieds noirs aún recuerdan el papel de Camus en la guerra colonial y no están muy abiertos a la idea de reivindicarle en su tierra. Menos en una exposición a cargo de un intelectual cercano en su día al Frente de Liberación Nacional argelino. Stora, además, quería resaltar en la exposición el humanismo de Camus durante esta guerra, que le llevó a denunciar las torturas y las penas de muerte impuestas a cientos de independentistas.
Motivos políticos: censura y centenario
La cancelación de la exposición de Camus supuso, para muchos, una medida radical. Tanto que los responsables políticos de Aix en Provence se vieron forzados a reconsiderarla, por esta razón, oprtaron por incluirla de nuevo en el programa conmemorativo, con un cambio notable: la función de comisario fue asignada a Michel Onfray (autor de El orden libertario. La vida filosófica de Albert Camus), quien exigió como condición para aceptar el cargo que la muestra fuese permanente.
La medida, claro está, supuso un cubetazo de agua a la ya concentrada discusión sobre la naturaleza política de un escritor cuyas posturas ideológicas y políticas mantuvieron, siempre, una clara línea alrededor del cual tanto las élites como la opinión pública francesa formaron filas. Para muchos, la tragedia de Camus residió en ser un hombre de izquierdas atrapado en una época colonial, e incluso sigue siendo un escritor incómodo en Argelia. Un hecho que cobra vida en el escozor que todavía produce algunos matices en la celebración de los cien años de su nacimiento.
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