Ya lo hizo Constantino Bértolo, ahora le toca a ella. Y así como en la Odisea los soldados griegos usaron una enorme estatua en forma de caballo para recuperar la ciudad fortificada, corresponde a Elvira Navarro retomar la guerra. Sí, le toca infiltrar nuevas voces en la ciudad editorial conquistada por la necedad; las voces del malestar, las que, aun en la aparente invisibilidad, podrían ayudar a ganar la mayor guerra: la que se libra contra la estupidez.
Penguin Random House, el grupo que acoge a Caballo de Troya, dio la noticia en junio. Sería ella, una autora que proviene de la cantera de Bértolo, la que asumiría el proceso de transformación de un sello que, tras la jubilación del editor, parecía condenado a la orfandad y la desaparición. Elvira Navarro será entonces la primera de un grupo de editores invitados que durarán 12 meses. Completado ese tiempo, deberá ser ella quien designe a su sucesor. Así que 2015 será su año. “Es como en Ibiza, donde cada verano hay un DJ residente, pues ella será la editora residente en 2015”, dijo en la presentación, hace ya unas semanas, Claudio López Lamadrid, director editorial del grupo.
Pero seguirá ella una lista de lo más sonado. No, no, no. Ella lo lleva muy claro: tiene vocación de incidir y así lo hará. Su caballo no es el que corre junto a otros anunciando el Apocalipsis: el suyo busca vencer. Caballo de Troya apostará por lo digital. Los títulos –se estima que sean entre 6 y 8 al año- tendrán un precio de 3,90 euros. Y aunque el grueso de la edición está pensada en formato de libro electrónico, se prevé dejar una modalidad de libro en papel –una tirada cercana a los 500 ejemplares, a diferencia de los 1.200 actuales-, que funcione con un modelo de distribución basado en acuerdos.
Sobre estos temas -la vocación del editor en un panorama devastado, la importancia de sus apuestas, su vocación de generar una respuesta- conversa Elvira Navarro durante una sofocante mañana de julio. Es ella la mujer que habrá de infiltrarse; la que está llamada a vencer.
-¿Es un buen momento para dedicarse a empujar Caballo de Troya?
-Siempre es un buen momento para descubrir voces nuevas, por más crisis que haya. Sería injusto que no hubiese espacios para gente que está empezando a escribir ahora. Es la vocación principal de Caballo de Troya y, en la medida en que sea posible, es decir, siempre y cuando reciba manuscritos interesantes, voy a privilegiar una voz nueva a alguien que ya ha escrito otros libros. Lo contrario… ¿qué sería? Pues decir: como hay crisis y todo se paraliza, pues no publicamos. Precisamente porque hay crisis hay que editar. El mundo editorial se puede equiparar al mundo político: surgen nuevas voces, nuevas plataformas, nuevos partidos, para hacer las cosas de otro modo.
-Pero, ¿se puede trasplantar eso al mundo editorial?
-¿Y por qué no podría? Lo que se va a hacer en Caballo de Troya es parecido a lo que ocurre en la realidad: se van a bajar costes, va a ser un proyecto modestísimo pero a pesar de eso, seguirá siendo un altavoz. Se trata de pensar el modelo editorial de otra forma, de ahí el tema digital. Será un laboratorio.
-Has sido autora y lectora de Caballo de Troya, ¿qué espera como editora?
-Espero poder asumir muchos riesgos. Los que no se asumen económicamente, hay que asumirlos desde el punto de vista literario y que eso se traduzca en publicar lo que me dé la gana, aunque sea una marcianada anti-comercial.
-No siempre un autor novel consigue publicar su segunda novela: ya sea porque se desinfla, o porque el sello no puede asumirlo. ¿Hasta qué punto puede acompañar Caballo de Troya a un autor en ese aspecto?
-Eso no es algo común, pero Constantino lo ha hecho. Caballo de Troya ha publicado segundas novelas. Y es un sello que debe moverse en ese registro, no más. De todas maneras, no cierro puertas. Si un autor de Caballo de Troya me presenta una tercera novela que valga la pena y esté bien, y el autor desea continuar, se hace. Pero insisto: no es esa del todo su misión. Eso sí: estamos dispuestos a publicar de todo: narrativa, poesía, ensayo…
-El formato digital funciona como quien salta del trampolín con una red. Es una seguridad, una protección.
-Yo no estoy muy segura de que en España el formato digital esté funcionando. En editoriales como esta sí funciona más, porque los libros no se encuentran y eso se dijo en la rueda de prensa. Será una red en la medida que compense. Y en Caballo de Troya puede que ocurra porque los libros serán muy baratos.
-¿A qué le teme como editora?
-No tengo demasiados miedos, desde el punto de vista de publicación. Pero sí temo otras cosas. Cuando uno es editor se convierte en papá o mamá de una pequeña camada y lo que sí me da cierto miedo es que las expectativas de los autores no se cumplan o no se sientan lo suficientemente arropados.
-La trabajadora como era una novela muy política y sospecho que con Caballo de Troya buscará hacer algo parecido: infiltrarse con libros que tengan vocación de incidir.
-Sí, esa es mi idea: publicar lo que nadie se atreva a publicar y que tenga un contenido político implícita o explícitamente.
-¿Lo ha encontrado en lo que ha recibido?
-Hay algunos manuscritos que, en potencia lo pueden tener, pero que es necesario que los autores lo trabajen más.
-¿Hay tiempo? Tiene apenas un año.
-Es verdad. Es un año y vamos justos. También estoy trabajando con manuscritos ya elaborados a los que falta darle un empujón quizá.
-¿La de Caballo de Troya será una narrativa española o escrita en español?
-Podría publicar todo latinoamericanos, claro. Pero mi idea a priori puede ser desmentida por lo que me encuentre. Si no consigo autores españoles que me gusten, publicaré más latinoamericanos. La idea es darle un empujón a las nuevas voces españolas, porque creo que lo tienen más difícil. No tiene sentido publicar lo que ya publican otros sellos. Claro, todo depende de los manuscritos que me lleguen.
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