Cultura

Julio Cortázar: franquista en Buenos Aires, marxista en Estados Unidos y burgués en Cuba

Hoy se cumplen 30 años de la muerte de uno de los autores más importantes de la literatura en castellano. Renovador del lenguaje, creador de un universo lúdico y autónomo, Cortázar se caracterizó por su compromiso político. Sin embargo, la pregunta... ¿fue siempre un entusiasta del socialismo? Hay versiones contradictorias al respecto.

Julio Cortázar murió un domingo de 1984. Ese día, un 12 de febrero, ocurrió un hecho insólito en Buenos Aires: la ciudad se llenó de mariposas. El calor había provocado una migración masiva de insectos del campo a la capital. Rara nube, anécdota inverosímil o acaso robada de una página de García Márquez para conmemorar los treinta años de la muerte del autor de Rayuela.

Argentino en Francia, francés en Argentina, comunista en Estados Unidos, burgués en Cuba. Icono del escritor comprometido, Cortázar viajó La Habana invitado por la Casa de América a finales de los sesenta. El hasta entonces escritor lúdico –aquel que, en sus propias palabras, se eligió Europeo- quedó eclipsado por la experiencia revolucionaria  y la idea del “hombre nuevo”.

El compromiso se convirtió en distracción literaria, acaso en ruido del estilo. Ese Cortázar que abandonó la torre de marfil de la "literatura pura" también dejó atrás los juegos brillantes de Rayuela e Historia de Cronopios y Famas, retratándose en textos como el Libro de Manuel (1973), un volumen irregular en la obra del argentino, y que según el propio autor le valió "palos de izquierda y derecha".

Formó parte del Tribunal Russell II, que juzgó y denunció las violaciones a los derechos humanos de diversas dictaduras latinoamericanas. Su compromiso político lo convirtió en un trotamundos, un raro embajador de la justicia que ni siquiera se inmutó en el Caso Padilla y dio la espalda a escritores como Guillermo Cabrera Infante. La junta militar argentina (1976-1983) lo incluyó en su lista negra. Cortázar pasó de ser un emigrado voluntario a un exiliado.

Sin embargo, Cortázar no siempre fue el marxista convencido de sus últimos años. Y hay quienes, como Francisco Ayala, le reprochan  al autor de Los Premios su pésima puntería ideológica. "Cortázar no tenía sentido político ninguno. Si primero fue franquista, luego fue comunista con el mismo despiste", dijo Ayala en Madrid en 1995.

"Cortázar no tenía sentido político ninguno. Si primero fue franquista, luego fue comunista con el mismo despiste", dijo Francisco Ayala.

Cortázar militó contra el peronismo mientras vivía en Argentina. En su juventud se mostró bastante más conservador. Según cuenta Marcos-Ricardo Barnatán en la biografía Borges (Temas de hoy, 1995),  el joven Julio Cortázar, relacionado entonces con círculos católicos, firmó un manifiesto a favor de la Falange y mostró algún entusiasmo por Francisco Franco.

Según describe Barnatán en esas páginas, los grupos que optaron por Franco en Argentina eran nacionalistas o católicos integristas. El apoyo de Cortázar a los fascistas lo atribuye el autor a la juventud del entonces profesor universitario, además de la influencia de los Bernárdez, la familia católica de Aurora, la que sería su mujer.

Existen sin embargo versiones que contradicen las afirmaciones de Barnatán. Tal es el caso del cineasta argentino Montes-Bradley (Córdoba, 1960), quien escribió Cortázar sin barba, una biografía de los primeros años del escritor. “Se dice en un libro peronista que firmó un manifiesto de apoyo a Franco pero es una manipulación, ya que Cortázar tenía entonces solo 23 años y era un desconocido profesor de un instituto perdido en la Pampa. ¿Por qué iba a firmar? Lo que pasa es que a la izquierda argentina le interesó inventarse un pasado franquista y aristocrizante de Cortázar para resaltar su posterior conversión al socialismo. Es parte de la construcción del mito”.

“La izquierda argentina inventó un pasado franquista y aristocrizante de Cortázar para resaltar su posterior conversión al socialismo”

Sobre este tema, existe un libro –titulado Clases de literatura (Alfaguara)- que incluye la transcripción de dos conferencias que dictó Cortázar en Berkeley acerca del compromiso político como quehacer literario. Llama poderosamente la atención cómo el propio Cortázar se concibe a sí mismo estéticamente. En algunas páginas, el autor de Libro de Manuel y Los premios se acepta como un resultado de la mezcla de Jorge Luis Borges (“nuestro cielo”, dice) y Roberto Arlt, autor entre otros de Los siete locos.

“Al mismo tiempo que mi mundo estetizante me llevaba a la admiración por escritores como Borges, sabía abrir los ojos al lenguaje popular, al lunfardo de la calle que circula en los cuentos y las novelas de Roberto Arlt”, dice Cortázar. Tampoco pierde ocasión el argentino de entrar en la discusión sobre literatura por la literatura misma o al servicio de los procesos históricos del mundo. Y puede que ahí esté el Cortázar menos interesante, acaso por ramplonería ideológica, un entusiasmo excesivo que en nada tiene que ver con sus destrezas literarias, con su capacidad para generar una literatura genuina e inimitable.

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