No se tomaban medidas tan drásticas desde 1938. El Louvre, uno de los museos más importantes del mundo, retiró en tan solo tres meses más de 3.500 obras. Los nazis avanzaban sobre Francia a sangre y fuego y estaba claro que no dejarían piedra sobre piedra. En aquel entonces, la dirección del Louvre no lo pensó dos veces: sacó del edificio a la Venus de Milo, La Victoria de Samotracia y La Gioconda. Más de medio siglo después, la institución pone en marcha un protocolo de emergencia ante la amenaza de desbordamiento del río Sena. Museos como el D'Orsay también han puesto en marcha sus planes de contingencia.
"Alrededor de 14.000 metros cuadrados de las áreas de depósito y reserva están en riesgo, es decir: 250.000 obras"
A pesar de que se trata de algo excepcional, conviene hacer distinciones entre la situación de una Europa invadida y la gestión de crisis ante accidentes y catástrofes naturales. En ese sentido, las autoridades del museo han sido muy claras: es una medida preventiva para proteger las obras conservadas en los depósitos. A diferencia de lo ocurrido entre 1938 y 1940, las piezas no saldrán el edificio, sino que serán trasladadas a las plantas superiores, precisó la dirección de la pinacoteca, que se encuentra bajo “alerta general de inundación”.
Alrededor de 14.000 metros cuadrados de las áreas de depósito y reserva están en riesgo de inundarse. Las salas de exposición albergan solo 35.000 obras de las 422.000 totales que posee el museo. Según informan algunos medios franceses, cerca de 250.000 ubicadas en los depósitos que estarían en peligro; la mayoría de ellas pertenecen a la colección de arte del Islam.
Hay razones más que probadas para poner en marcha el Plan de Prevención de Inundación. Ante una emergencia de este tipo, el museo no puede esperar ninguna ayuda ni asistencia del Estado, ya que el Louvre disfruta de una autonomía total para la protección de su patrimonio, por ese motivo desde 2001 cuenta con un plan interno de prevención del riesgo de inundación -además de otras situaciones específicas como incendios, explosiones, etc-. Se espera, tal y como informaron los responsables del museo, que la primera fase comience este viernes.
"El Louvre disfruta de una autonomía total para la protección de su patrimonio y es el único responsable de la conservación del mismo"
Arte islámico, el más amenazado
El museo del Louvre, emplazado junto al río Sena, ha contemplado los estragos que podría causar una crecida de su cauce. En 2001, se creó un Plan de Prevención de Riesgo de Inundación (PPRI), un conjunto de medidas que ha servido como modelo a aquellas instituciones con características similares, por ejemplo el Guggenheim de Bilbao, construido en plena ría de la ciudad. El protocolo de aplicación de este plan permite evacuar las obras amenazadas por las inundaciones en 72 horas.
El plan tiene tres objetivos principales: Retrasar e impedir que el agua invada el museo, proteger las obras en peligro y preservar el equipamiento técnico que permite reiniciar la actividad cuanto antes. En caso de activación del plan, el personal se organiza en distintas células: Protección de las obras, protección del edificio - protección de los bienes, seguridad, recursos humanos y logística. Existe además un Departamento de externalización de las obras en una reserva externa dotada de medios de estudio, restauración, conservación preventiva y formación en los oficios culturales. Esta unidad permite, en casos extremos, guardar in situ solo el número de obras estrictamente necesarias para que los diferentes departamentos cumplan sus funciones.
"Si la crecida del río alcanzara el nivel de 1910, fecha de referencia, algunos espacios los sótanos del museo se inundarían"
Si la crecida del río alcanzara el nivel de 1910, una fecha de referencia en este tipo de emergencias, acerca de 8.000 m² de reservas y 4.700 m² de salas de exposiciones quedaría inundadas. El máximo es 7,5 metros de altura; este jueves el agua había alcanzado los 5,5 metros. No sólo se inundarían los sótanos, tambien el auditorio, así como las zonas de entrada y el equipamiento técnico.
Del total del edificio 67.000 m² son salas de exposiciones en las que se exhiben solo 35.000 obras de las 422.000 que posee el museo. Los números resultan lo suficientemente contundentes para tomar medidas, ya que casi la mitad de las obras en depósito correría peligro. De momento, cerca de 500 voluntarios trabajarían en esta primera fase.
Para reducir esta vulnerabilidad y anticipar las consecuencias de una posible catástrofe, el dispositivo tiene varias fases: retrasar e impedir la entrada de agua, cerrar los espacios por los que el agua podría introducirse y reforzar los sistemas de bombeo. Proteger las obras implica su transferencia a las reservas exteriores temporales situadas en zonas no-inundables. Eso significa que las obras sensibles serían transportadas a espacios del edificio libres de peligro, ya fueran locales destinados a los archivos o salas abiertas al público que quedarían cerradas o densificadas. A eso se suma la necesidad de evacuar los bienes muebles y los equipos técnicos sensibles para permitir que se reinicie la actividad.
"De momento, cerca de 500 voluntarios trabajarían en esta primera fase que tendrá lugar este viernes"
¿Cómo se gestionan las crisis de este tipo?
¿Hay protocolos previos para este tipo de situaciones? ¿Cuándo comenzaron a las normas que las rigen? Un punto de partida se encuentra en la llamada Década Internacional para la Reducción de Desastres Naturales (IDNDR, por sus siglas en inglés), establecida por la Organización de las Naciones Unidas entre 1990 y 1999. Durante esta década, se realizaron grandes adelantos a escala nacional e internacional no solamente en la prevención de patrimonio ante desastres naturales, sino también de aquellos desastres causados por el hombre, como por ejemplo guerras, amenazas de bombas e incendios, los cuales a menudo ocurren durante las remodelaciones de edificios.
Según un estudio realizado por el Instituto Conservación Getty hasta la década de los noventa, las pérdidas económicas producidas por desastres naturales se triplicaron hasta llegar a 120,000 millones de dólares . Esa cifra no incluye las pérdidas ocasionadas por disturbios sociales o acciones militares. Además de la declaración de la IDNDR por parte de las Naciones Unidas, muchos países han ratificado la Convención de las Naciones Unidas sobre la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural de 1972. Asimismo, muchos países firmaron la Convención de las Naciones Unidas para la Protección de los Bienes Culturales en Caso de Conflicto Armado de 1954.
"Las pérdidas económicas producidas por desastres naturales se triplicaron hasta llegar a 120,000 millones de dólares"
Si bien es cierto que estos documentos contemplan medidas generales, la creación de un Plan de Emergencia para gestión de desastres naturales debe de ser particular, no sólo por las características de las instituciones y las colecciones, sino también por sus instalaciones, su ubicación geográfica, sus recursos comunitarios y sus empleados y voluntarios. Norteamérica está a la cabeza de este tipo de protocolos, en buena medida porque sus principales ciudades han sufrido importantes pérdidas, especialmente en la zona Oeste –zona sísmica por excelencia-. Estados Unidos en general tiene larga experiencia en el tema.
Existen en las grandes ciudades de los Estados Unidos proyectos y construcciones cada vez más sofisticadas. El nuevo edificio del Whitney Museum, en Nueva York, está 10 pies por encima del nivel del agua, es decir el doble de la altura que alcanzó el Hudson en el más reciente huracán, Sandy, en 2012 . La fortificación incluye una pared móvil 500 pies de largo , compuesta de vigas de aluminio apiladas , que se puede montar y desmontar en menos de siete horas . La puerta de inundación mide de 14 pies de alto por 27 pies de ancho, funciona casi a la manera de una rampa de portaviones . Tanto la pared y la puerta están diseñados para soportar 6.750 libras de impacto.
El Museo Nacional del Prado, la pinacoteca más importante de España, también tiene previstas este tipo de situaciones. Según explican a Vozpópuli sus portavoces, el Prado cuenta con un completo Plan de Protección para Colecciones ante situaciones de emergencias." Los protocolos necesarios para la actuación en salas de colección permanente incluye aquellos riesgos provocados por: agua, fuego, explosiones y vandalismo, este último en su en doble vertiente, ya sea con agentes químicos o físicos. Estos protocolos se aplican por igual a las salas de la Colección permanente como a aquellas que acogen las exposiciones temporales. Para garantizar el cumplimiento de estos protocolos se han elaborado manuales de intervención dirigidos a distintos colectivos profesionales y se han impartido, además, cursos de formación y prácticas a los mismos, además de implantarse todas las medidas técnicas necesarias en puntos estratégicos de los distintos edificios que configuran el “campus” del Museo del Prado previéndose tanto la posibilidad de tener que proceder a evacuar obras hacia almacenes dentro del mismo edificio o, en casos de gravedad extrema, a otro edificio de los integrantes del “campus”.
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