Cultura

Daniel Barenboim y la música como una forma de reconciliación política

El pianista y director argentino Daniel Barenboim derrocha una fuerza que sobrepasa los escenarios. Ha sido impulsor de distintas causas para la reconciliación de palestinos e israelíes, entre ellas la orquesta West Easter Divan, y que propone la música como una forma de entendimiento entre culturas.

La música -para que sea tal cosa- surge de la mezcla y organización de sonidos. Quizá por eso existe algo político tras una orquesta: todos los instrumentos cumplen una función y aportan un matiz, pero necesitan justamente eso: concierto. Eso es el algo que pianista y director Daniel Barenboim entiende, dentro y fuera de los escenarios. De ahí su capacidad para buscar la armonía, y hacerlo con belleza.

El director vitalicio de la Staatskapelle de Berlín, con la que ofreció este sábado un concierto organizado por la Escuela de Organización Industrial en Madrid, tiene programados otros dos recitales en Barcelona el 6 y 7 de julio. En su encuentro con la prensa, Barenboim aseguró que es indispensable que la música se enseñe en las escuelas “igual que la literatura o las matemáticas”.

En 2008, se convirtió en la primera persona en el mundo en tener a la vez la ciudadanía israelí y palestina

No es de extrañar que Barenboim defienda esa idea. La música propicia el encuentro con el otro –el que escucha-, una idea que él ha extraído de su profesión y ha llevado como bandera dentro y fuera de los escenarios. Nacido en Buenos Aires, hijo de una familia de padres músicos, debutó con siete años en su ciudad natal. Tres años después se marchó a Israel con su familia –de origen judío- y luego Salzburgo, donde se formó como músico.

Ha sido impulsor de distintas causas para la reconciliación de palestinos e israelíes, entre ellas la orquesta West Easter Divan, creada en 1999 junto con el escritor Edward Said, una iniciativa para reunir cada verano un grupo de jóvenes músicos talentosos tanto de origen israelí como de origen árabe o español. Ambos recibieron el premio Príncipe de Asturias de la Concordia. Sin embargo, la posición de Barenboim en el tema no ha estado exenta de polémica.

En 2008, se convirtió en la primera persona en el mundo en tener a la vez la ciudadanía israelí y palestina. Volcado en la misión de acercar dos culturas enfrentadas en un conflicto profundo, no ha sido ésa la única reconciliación defendida por Barenboim. Ha intentado arrancar de una vez la impronta nazi asociada a la música de Wagner. En 2001, Barenboim dirigió la Staatskapelle de Berlín en la representación de la ópera de Wagner Tristán e Isolda en el festival de Israel celebrado en Jerusalén. Fue llamado pronazi y fascista por algunos de los presentes.

En 2001, Barenboim dirigió la Staatskapelle de Berlín en la representación de Tristán e Isolda en Israel. Fue llamado pronazi por eso

Las protestas de los supervivientes del holocausto y del gobierno israelí obligaron a la organización del Festival a ofrecer un programa alternativo. Pese a estar en desacuerdo con la decisión, Barenboim accedió a sustituir estas piezas por composiciones de Schumann y Stravinski. Finalizado el concierto, declaró que en el bis iba a interpretar una pieza de Wagner, e invitó a aquellos de los presentes que tuvieran alguna objeción a que abandonaran la sala. Quizá justamente por eso la interpretación que hizo en el Teatro de La Zarzuela del preludio de Los maestros cantores de Wagner resonó con tanta fuerza.

Tras su debut como director con la Orquesta Filarmónica de Londres en 1967, Barenboim -hasta entonces pianista y compositor- recibió invitaciones de diversas orquestas sinfónicas europeas y americanas. Desde 1991 hasta 2006, fue director musical de la Orquesta Sinfónica de Chicago, cargo al que accedió en sustitución de George Solti. Es además el director musical general de la Deutsche Staatsoper o Staatsoper Unter den Linden, la Ópera Estatal de Berlín conocida como Unter den Linden (Bajo los tilos) desde 1992.

Condecorado con la Legión de honor del gobierno francés y candidato al premio Nobel de la Paz por sus diversas actividades a favor de la paz y la convivencia en Oriente Próximo, en 2001 solicitó la ciudadanía española. Su vinculación con Granada y Sevilla han sido profundas, hasta el punto de que la sede de la orquesta Diván está en Sevilla, gracias a una cuerdo con la Junta de Andalucía.

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