Su enfermedad fue larga y dolorsa. Escribió sobre ella en muchas ocasiones en su blog personal; lo hizo con belleza y valentía durante más de un año. Lo hizo como aquellos que entienden que su desaparición, por ser su último acto vital, debe producir sentido y transformar la experiencia de otros. Por eso lo hizo con su intrumento más afilado: la palabra. Hasta que finalmente, este lunes, la enfermedad le dio una tregua. El escritor Henning Mankell (1948-2015), conocido en todo el mundo por su serie de novelas policiacas protagonizadas por Kurt Wallander, ha fallecido este lunes.
Su enfermedad fue larga y dolorosa. Escribió sobre ella en muchas ocasiones en su blog personal; lo hizo con belleza y valentía durante más de un año.
Traducidas a treinta y siete idiomas, las novelas protagonizadas por Wallander han sido aclamadas por el público, merecedoras de numerosos galardones (en España el II Premio Pepe Carvalho) y adaptadas al cine y la televisión. Wallander es un personaje exquisito y con el que Mankell se reveló cual sensible y relojero narrador.
Abrumado por la culpa hacia su padre y su hija, por la sensación de fracaso ante su matrimonio roto, inseguro respecto a su capacidad como policía, lastrado por el sobrepeso y el ocasional abuso del alcohol, frustrado en su amor por la ópera y las mujeres, el inspector protagoniza un larguísima saga de la que Mankell jamás pudo desvincularse.
Entre los títulos de ésta figuran Asesinos sin rostro, Los perros de Riga, La leona blanca, El hombre sonriente, La falsa pista, La quinta mujer, Pisando los talones, Cortafuegos, Antes de que hiele (protagonizado por Linda Wallander), Huesos en el jardín y El hombre inquieto, además del volumen de relatos La pirámide, que recoge las investigaciones del joven Wallander, previas a la serie completa. El mismo Mankell llegó a decir que el detective era un trasunto, un alterego.
Para muchos críticos, Mankell sobrepasó la novela detectivesca para trazar un retrato crítico de la sociedad europea contemporánea en sus novelas.
Para muchos críticos, Mankell sobrepasó la novela detectivesca para trazar un un retrato crítico de la sociedad europea contemporánea en sus novelas: la inmigración, la violencia de género, el falso bienestar de las sociedades económicamente pujantes. La obra no-detectivesca de Mankell cuenta con 11 novelas traducidos al español, además de los ensayos, las crónicas de viajes y las casi memorias de Arenas movedizas. Zapatos itallianos (escrito en 2007), la más conocida, se ajustaba al molde del escritor con dos vidas literaria: una precisa y trepidante y otra más brumosa e íntima. Cultivó la dramaturgia, escribió libros para niños y dirigió durante años el Teatro Nacional de Maputo, Mozambique.
Uno de los gestos que imprimió una honda más profunda entre sus lectores y seguidores fueron las entregas de su diario de enfermedad, publicadas por Mankell en su página personal. Algo de desgarro y sabiduría empujaba aquellas palabras cargadas por igual de temor y lucidez, acaso porque, como él mismo aseguraba, no estaban escritas desde la muerte, sino desde el lugar que ocupa quien ansía quedarse del lado de los vivos.
En una magnífica entrevista concedida en 2010 al XL Semanal de ABC, Mankell hacía gala de una lucidez que capaz de derretir las páginas de la revista en las manos del lector. Sabía, claro, que aquel tumor no tenía cura, que se iba a morir. Y sin embargo, intentaba hacer algo útil con su muerte. Que ésta sirviera a otros para evitar la suya. Ese registro no le impidió seguir viendo el mundo como siempre lo havía hecho, con una mirada comprometida y crítica.
En aquella conversación, dijo cosas como ésta: "Toda generación ha dejado algo para la posteridad: arte, filosofía.... De nosotros, no quedarán los beatles no grandes escritores, sólo toneladas de basura nuclear". Y ante la pregunta final sobre las muchas desaparciones y partidas que había visto, al momento de hablar de su propia desaparición, aseguró: "Nuestra muerte es la única cosa que sólo es nuestra. En el nacimiento hay dos personas implicadas, pero en la muerte... Es un paso que tenemos que dar solos".
"Su más reciente libro, el último publicado en español, Arenas movedizas, narra la lucha contra su enfermedad"
Su más reciente libro, el último, Arenas movedizas, narra la lucha contra su enfermedad. De niño, decía Mankell, lo perseguía la pesadilla de morir en unas arenas movedizas. Ese temor atávico se convirtió en el título y el hilo del que tira para invocar recuerdos y hacer frente a esta enfermedad.
Le costó escapar de aquella noticia que parecía engullirlo con la fuerza de un desagüe. Los libros se convirtieron en la mejor herramienta ante el golpe que supuso conocer el diagnóstico de cáncer: "Coger un libro y perderme en el texto en los momentos difíciles ha sido siempre un modo de buscar alivio", escribió. Entendió entonces que la memoria le ayudaría a comprender y a encontrar un punto de partida para enfrentarse a esa "catástrofe".
Recuerdos de la infancia, juventud y episodios de su vida, muchos de ellos de sus estancias en África, continente que visitó por primera cuatro décadas atrás, y donde residía ocasionalmente, dieron pie a Mankell para reflexionar en el libro sobre la desigualdad, el medioambiente, la pobreza o la capacidad de elección de las personas. Mankell lanzó su primera novela, Bergsprängaren (El rompedor de rocas), en 1973 y, casi dos décadas después, publicó la primera de la exitosa serie protagonizada por el inspector Wallander. En el inciso vital de esa acotación literaria Mankell busca extraer del lenguaje su verdadero sentido vital. Prácticamente lo succiona. Lo aspira. Hasta la última gota.
Según se ha dado a conocer en el transcurso de este lunes, Henning Mankell trabajaba en una novela hasta unos días antes de su muerte. En la editorial Tusquets, su sello en español , tenían noticia de que el escritor sueco estaba escribienndo en una obra de ficción que no pertenecía a la serie del detective Wallander. En Tusquets ignoran hasta qué punto tenía Mankell terminado el trabajo ni cuál es el título de la obra.
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