Ésta es una historia sólo como aquellas que ocurren en el mar: brutal, áspera, ciclópea. Pasó en Islandia hace ya tres siglos y sin embargo no fue hasta el pasado 22 de abril cuando el motivo que la originó llegó a su fin. Porque, aunque sorprenda, hasta hace apenas unos días, en Islandia estaba permitido matar vascos. Todo comenzó en el siglo XVII, cuando los habitantes de la zona de los fiordos persiguieron y mataron a 32 balleneros vascos que habían naufragado.
Aunque sorprenda, hasta hace apenas unos días, en Islandia estaba permitido matar vascos
Y acaso porque la ficción se alimenta de los peores naufragios, Julia Montejo se ha valido de esta historia para componer 'Lo que tengo que contarte' (Lumen), una novela que da cuenta de la muerte de estos 32 marineros, y que además tuvo la rara fortuna de coincidir en su publicación con la ceremonia simbólica de reconciliación entre los habitantes del pueblo de Hólmavik y los descendientes de estos marineros vascos que perdieron la vida.
Tras terminar una campaña de pesca, una tripulación que volvía a sus tierras de origen, Guipúzcoa y San Juan de Luz, quedó atrapada en los fiordos. Sin embargo, la mala fortuna los alcanza cuando el gobernador de Islandia Ari Magnússon, ordena la matanza de los vascos sin juzgarlos. "No era por lo que habían hecho, sino por lo que podrían hacer. En realidad, era una simple cuestión de estrategia. Al gobernador le interesaba estar bajo el mandato del rey de Dinamarca, que había autorizado expresamente el uso de la violencia frente a quienes pusieran en peligro su monopolio mercantil", explica Montejo para dar sentido a la historia que pone en marcha 'Lo que tengo que contarte'.
A diferencia de las historias que ocurren en el mar, 'Lo que tengo que contarte' no está protagonizada ni contada por hombres
A diferencia de las historias que ocurren en el mar –'Moby Dick', 'El Leviatán', 'Tener y no tener', 'El corazón de las Tinieblas' o 'La Línea de sombra'-, lo que tengo que contarte no está protagonizada ni contada por hombres. No, Montejo elige a una mujer: Amaia, un personaje que, disfrazada de hombre, presencia el naufragio de 1615. Ella forma parte del grupo de pescadores que sobrevivieron e hicieron un pacto de silencio antes de volver a su tierra. Gracias a los dobleces de la ficción, Amaia viaja en el tiempo hasta el siglo XXI. Será justamente ella quien transmita la historia a Asier, un hombre joven que busca una buena historia para escribir.
Como un oleaje, la novela se revuelve. Y su fuerza proviene, justamente, de las corrientes que se mueven bajo la historia original. Asier, aquel que tendrá que dar forma al relato, comienza buscando sólo una anécdota y consigue una potentísima historia que llega a obsesionarle. Sin embargo, quien realmente empuja la narración es Amaia, una mujer que para ser visible tuvo que asumir la apariencia de un hombre, embarcarse en un ballenero y plantar cara a la muerte como se planta cara al mar: con la piel curtida de los que arriesgan todo.
Asegura Julia Montijo que la memoria, que incluso la línea que separa la ficción de la locura, son las protagonistas de esta historia. Pero no: es la vida, la vida que empuja como una fuerza de la naturaleza a través de la figura de este personaje. “Quise reivindicar la figura de la mujer a lo largo del tiempo: en el siglo XVI no tenía dignidad y para conseguirla tiene que convertirse en un hombre, y embarcarse, en el siglo XVII en un barco ballenero”. Y quienes se hayan hecho a la mar o la conozcan al menos en la voz de Ismael a bordo del Pequod, podrán imaginar cuán dura debía ser la vida de un barco ballenero.
Con Amaia, por primera vez, vemos una mujer que es heroína en el mar
“Quise contraponer esa figura de Amaia en el siglo XVII a lo que es la mujer en el siglo XXI. Con Amaia, por primera vez, vemos una mujer que es heroína en el mar. Una heroína, no una comparsa, ni un adorno, ni la causante de todos los males”, asegura Julia Montejo al referirse a un personaje que se repite a lo largo de la historia, por ejemplo, aquellas mujeres que se marcharon disfrazadas de hombre a conquistar América. “Ellas existieron y se atrevieron a romper las reglas, incluso travestidas de hombre para conseguirlo”, afirma.
'Lo que tengo que contarte', asegura Julia Montejo, es una invitación a que el lector ame la literatura y su capacidad para empatizar con los personajes. Y para conseguirlo, Montejo –mitad andaluza y mitad vasca- se marchó a Islandia y a Guipúzcoa con el solo propósito de recomponer las piezas de una historia que le pertenece, acaso, como una marea. "Es un tema que llevo investigando desde hace más de diez años, antes incluso de mis otras novelas 'Eva desnuda' o 'Violetas para Olivia'.
Se volcó de tal forma en la escritura de este libro, que para llevarlo a cabo, Julia Montejo no sólo se sumergió en el mundo de marinos y aventuras que retratan Herman Melville en 'Moby Dick' o Philip Hoare en 'El Leviatán'. No se conformó con rastrear todo cuanto tuviese que ver con las ballena y los balleneros, sino que llegó a coger como costumbre escuchar en su día a día pasajes y pasajes de 'Moby Dick' en audiolibro. “Hasta salía a correr escuchándolo”.
El libro, que ha salido esta semana a la calle, será llevado al cine por Markham Cook. No es de extrañar, además de ser una historia potente visual y narrativamente, Montejo ha trabajado como guionista y directora de cine. En Los Ángeles escribió y dirigió, junto a Jesús Nebot, la película 'Sin retorno', que obtuvo el premio ALMA a la mejor película latina independiente.
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