Nació en Barcelona en 1978, su padre es alemán y su madre española. Creció en Colonia (Alemania), al oeste del país, pero ha vivido más de dos décadas en Berlín y otros tantos años en la ciudad condal. Después de alcanzar la fama con la película Good Bye, Lenin!, trabajó con el mismísimo Quentin Tarantino y encarna a uno de los villanos de Marvel. El actor hispano-alemán Daniel Brühl es uno de los intérpretes de sangre española más internacionales y ahora suma méritos con su debut en la dirección, La puerta de al lado, uno de los filmes que compitieron en la pasada edición de la Berlinale por el Oso de Oro y que llega este viernes a los cines españoles.
El actor ha visitado Madrid para presentar esta cinta, tras su paso por el Festival de Cine Europeo de Sevilla, donde ha recibido el premio Ciudad de Sevilla 2021. Tal y como ha señalado durante una entrevista a Vozpópuli, su ópera prima es un "duelo" entre hombres muy diferentes que funciona como "un western sin armas en un restaurante". En ella, el propio director interpreta a un famoso actor alemán que se detiene en el bar de siempre para tomar un café antes de viajar a Londres para una audición. Una conversación con un vecino al que nunca ha visto convertirá una apacible mañana en una pesadilla.
La "gentrificación", la "desigualdad social" y los cambios vertiginosos de la sociedad fueron el "punto de arranque" de la película de Brühl, en la que "una vida supuestamente perfecta" queda al descubierto. Para ello, el actor ha recurrido a aspectos autobiográficos sin ningún pudor, quizás para encontrar clichés en la profesión o para realizar una lectura interna sobre sus últimos años de carrera. "Es un hombre que ya no percibe su entorno, algo muy diferente a mi actitud. Él se ha perdido en la profesión, en su supuesta fama y éxito y eso lo he visto y lo vemos todos en las redes sociales", comenta.
Los actores se exponen demasiado y dependen de la imagen que creen que tienen que vender. Esto nos quita el misterio", afirma el actor y director
Sobre este asunto, Brühl considera que "los actores se exponen demasiado y dependen de la imagen que creen que tienen que vender". "Esto nos quita el misterio", afirma el actor y ahora director, aunque reconoce que él también ha caído en las garras de Instagram. Eso sí, su objetivo es que "no influya ni controle demasiado" su vida. En la cinta, este perfil de artista ensimismado consigo mismo se ve obligado a dar las gracias a alguien que le abre "los ojos" y le dice "verdades".
Más allá de la vanidad de un "actor sobrado y creído", a Daniel Brühl le interesaba convertirle en un "ser humano" y mostrar que detrás de esta fachada hay siempre "muchos complejos, miedos, inseguridad, soledad y depresión". Y esto, irremediablemente, despierta un "morbo" en la gente por "descubrir todos los detalles" de sus estrellas y al mismo tiempo las "ganas por criticar". "Hay una necesidad de librarse de algo y el actor es una víctima perfecta", asegura.
En este ambiente western y de duelo, en el que el director saca la dimensión más humana de un actor, hay espacio para múltiples referentes cinematográficos: desde Tarantino -con quien rodó Malditos bastardos en 2009-, a Hitchcock, Polanski, los hermanos Cohen, Haneke e incluso la "vulnerabilidad masculina" de Fuerza mayor, una de las cintas más notables del sueco Ruben Östlund.
Daniel Brühl en un duelo dialéctico
En el duelo dialéctico, tan violento y extremo y al mismo tiempo pacífico y contenido que Daniel Brühl consigue en La puerta del al lado hay también espacio para la dicotomía que pervive en Alemania entre el oeste y el este, donde aún existe "mucha decepción y frustración", tal y como ejemplifica en el personaje del vecino. "Aún se sienten engañados, se hicieron promesas falsas", ha apuntado.
Creer que te puedes encerrar y asegurar tu núcleo, tu provincia y tu país y protegerte contra el peligro que viene de fuera siempre ha existido en la humanidad y es muy triste que no hayamos avanzado", lamenta
En este sentido, lamenta la "falta de empatía y solidaridad" que ve en Alemania, donde también han golpeado el "populismo" y los "mensajes fáciles que envenenan las sociedades por todas partes". "Eso de creer que te puedes encerrar y asegurar tu núcleo, tu provincia y tu país y protegerte contra el peligro que viene de fuera siempre ha existido en la humanidad y es muy triste que no hayamos avanzado", reflexiona el hispano-alemán, quien echa de menos el "espíritu" que vivió cuando era joven, en "un país en el que cayó el muro".
Daniel Brühl, que se mudó hace apenas un mes a España, ha afirmado que, tras haber vivido en varias zonas de Alemania y también en España, donde pasaba los veranos de su infancia, su casa siempre será Colonia, la ciudad en la que creció. "Tenemos un acento muy raro, somos como los payasos de Alemania. Son muy salvajes, una ciudad un poco rara. La versión mía más relajada la verías en un bar de Colonia, porque ahí no finjo, no hago el show", ha confesado.
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