En la segunda temporada de la serie Breaking Bad, un titubeante Walter White entra en el estrafalario despacho de abogados regentado por un tal Saul Goodman para conseguir asesoramiento sobre su nueva vida. El discreto profesor de Química convertido en cocinero de metanfetamina oculta su identidad bajo unas gafas de sol y una gorra, y la primera reacción del abogado es hacerle una broma: “¡Mírate! ¿Debería llamar al FBI y decirle que he encontrado a D. B. Cooper?”, bromea el letrado. La referencia a Cooper pasaría desapercibida en muchos países en los que la exitosa serie fue emitida, no así en Estados Unidos, donde es un personaje archiconocido, después de protagonizar el único secuestro de un avión comercial que nunca ha sido resuelto.
D.B. Cooper se relaciona en Norteamérica con un retrato robot de gafas de sol que perpetró una audaz operación en la que se llevó 200.000 dólares y por el que ninguna persona resultó herida. En el miércoles previo al Día de Acción de Gracias de 1971, uno de los días con más desplazamientos del momento, un avión que despegó de Portland con destino a Seattle fue secuestrado. La seguridad en los aeropuertos en los años setenta era un chiste, sin detectores de metales, y sin necesidad de quitarse la ropa, el pasajero accedió al avión con gafas de sol y un maletín, supuestamente cargado de explosivos.
El vuelo entre las ciudades es muy corto y nada más despegar, Cooper entregó una nota a una azafata: “Señorita llevo una bomba en el maletín, quiero que se siente a mi lado”. Seguidamente, exigió 200.000 dólares y cuatro paracaídas que le serían entregados en el aeropuerto de Seattle.
Los pasajeros bajaron en su ciudad de destino y una azafata recogió el dinero y los paracaídas exigidos por el delincuente. El avión volvió a despegar y puso dirección sur, el secuestrador pidió volar a 400 km /h, una velocidad muy baja. Al rato indicó a las azafatas que fueran a la cabina, allí, la tripulación escuchó una especie de explosión y notó un cambio en la presión de la nave. Cooper había abierto las escaleras de la cola y se arrojó al vacío en un lugar cercano a Reno, según se estimó posteriormente. Nunca más se volvió a saber de él.
Investigadores y admiradores
La miniserie documental ‘D.B. Cooper ¿Dónde estás?’ (Netflix) repasa la historia de uno de los fugitivos más célebres de Estados Unidos. Aunque su propio alias, “D.B. Cooper” surgió de un error de transcripción en la prensa. En realidad, el nombre que él había facilitado para el vuelo era “Dan Cooper”. Pero el término D.B. Cooper se asentó en la cultura popular estadounidense en poco tiempo, se compusieron canciones, se rodaron películas, y se hicieron camisetas con su retrato robot, su nombre y lemas como “Club de Fans de D.B. Cooper”.
El fenómeno fan que despertó el caso fue de la mano de la curiosidad por conocer la identidad y el paradero de Cooper. A los investigadores oficiales se unieron una serie de aficionados y no tardaron en aparecer las teorías conspiranoicas. Los candidatos para ponerle cara a Cooper iban desde personas vinculadas con la CIA a veteranos de Vietnam.
Una de las hipótesis más sugerentes es la que relaciona a este fugitivo con un personaje de ficción. Dan Cooper, era el protagonista de una historia de cómics, un piloto aventurero muy conocido en los países francófonos, por lo que la teoría de un secuestrador canadiense también ganó peso. Una coincidencia que algunos intentaron relacionar con el despido masivo de pilotos del Ejército canadiense a finales de los años sesenta. De esta forma, un ‘Cooper’ sin trabajo se buscó una jubilación de 200.000 dólares con el asalto del avión.
Cincuenta años después de la desaparición y con la investigación cerrada por parte de las autoridades, siguen existiendo webs en las que se discute sobre las distintas teorías, y desde 2018, se organiza cada año la CoperCon, una convención que reúne a los fans del tema que acuden al evento ataviados con camisetas, chapas y pegatinas con el famoso retrato robot de Cooper.
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