La Controversia de Valladolid tuvo lugar en el colegio de San Gregorio durante los años 1550 y 1551. Este debate marcó el hito de ser la primera vez en la historia que un Imperio cuestionó la moralidad de una conquista bajo el dominio del emperador Carlos V. Las dos posturas enfrentadas fueron la del dominico Bartolomé de las Casas, quien abogó por la protección de los indígenas; y la del jurista, Juan Ginés de Sepúlveda, quien argumentó la guerra justa contra los naturales de los reinos de las Indias.
El profesor de Historia del Derecho de la Universidad de Valladolid, Carlos Belloso, aporta el contexto histórico en el que Carlos I de España estaba recibiendo denuncias de “ciertos abusos durante el proceso de la conquista de América por parte de los encomenderos”. Estas informaciones plantearon un dilema en el emperador de la Cristiandad abocándole a “organizar una reunión de expertos en derecho, filosofía y teología para conocer en qué medida se puede utilizar el derecho a la guerra” en el Nuevo Mundo. La decisión tomada en el Consejo de Indias el 3 de julio de 1549 ordenó detener la expansión española en América.
El historiador Carlos Belloso recuerda las bulas papales que Alejandro VI concedió a Castilla para la evangelización de América, “lo que le daba la legitimidad y el monopolio”. ¿En qué manera era lícito utilizar la guerra para forzar la conversión de los indígenas? Esta fue la cuestión a responder en este debate sobre los derechos de los naturales donde asistieron “los premios Nobel de la época que luego formarán parte de la escuela de Salamanca”, como Bartolomé de Carranza, Domingo de Soto, o Melchor Cano.
Bartolomé de las Casas es una figura cuestionada en la actualidad debido a su pasado como encomendero. El dominico estuvo presente en Santo Domingo en 1511 escuchando el famoso discurso de Fray Antonio de Montesinos: “¿Estos no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No sois obligados a amarlos como a vosotros mismos?” Esta denuncia de los frailes motivó la creación de las leyes de Burgos (1512) y las leyes Nuevas (1542) en busca de acabar con los abusos de los encomenderos. Este corpus jurídico siguió el planteamiento inicial establecido por Isabel la Católica en su testamento en 1504:
“… y no consientan ni den lugar a que los indios vecinos y moradores de las dichas Islas, y Tierra Firme, ganados y por ganar, reciban agravio alguno en sus personas y bienes, mas manden, que sean bien y justamente tratados,…”
Esta línea dominica del adecuado trato a los indígenas fue la defendida incansablemente por De las Casas hasta cosechar el éxito de ser escuchado por la corte de Carlos V. El emperador repetirá la misma labor de escucha que aplicó con Martín Lutero en la dieta de Worms en 1521 y de esta forma prestará atención al fraile dominico durante las dos sesiones que duró la controversia en Valladolid. Esta actitud por parte de la corona choca con las medidas adoptadas en otros países como Inglaterra, donde al humanista Tomás Moro le cortaron la cabeza por protestar contra las injusticias de la nueva deriva anglicana de su rey Enrique VIII.
La otra postura en este debate fue la expuesta por Gines de Sepúlveda, clérigo experto en temas jurídicos formado en Francia e Italia. El jurista alegó que se puede forzar la conversión al cristianismo, en palabras de Carlos Belloso, “movidos por lo que habían visto en América”, ya que “cuando llegaron los conquistadores se quedaron asustados con los sacrificios humanos”.
El hispanista Joseph Pérez incide en su biografía dedicada a Carlos V, que este canibalismo fue el argumento escogido por Sepúlveda para demostrar que los naturales eran seres inferiores. “Unos bárbaros”, en boca de Sepúlveda, a los que De las Casas consideraba “unos indios mansos”.
“Cuando llegaron los conquistadores se quedaron asustados con los sacrificios humanos”
A esta controversia no pudo acudir Francisco de Vitoria ya que falleció cuatro años antes, quien sentó las bases del derecho de gentes asegurando que hay que entender que los hombres no nacen esclavos, sino libres; que, por derecho natural, nadie es superior a los otros; que no se puede dar muerte a una persona que no ha sido juzgada y condenada; que todo el poder del rey viene de la comunidad, porque esta es libre desde el principio… El especialista en Historia Moderna Carlos Belloso tiene claro que en esta cita histórica en Valladolid “se establecerán una serie de bases jurídicas que estarán vigentes durante toda la historia internacional”.
Tras la finalización de la segunda sesión en el verano de 1551, en el colegio de San Gregorio no se alcanzó un veredicto. La mayor parte de teólogos apoyó a Bartolomé de las Casas y lo mismo ocurrió con los juristas, que se decantaron por Ginés de Sepúlveda.
Las dos caras de De las Casas
En vías de no polarizar la historia de España conviene preguntarse: ¿Hubiera sucedido la Controversia de Valladolid sin la insistencia por la defensa del derecho de los naturales de Bartolomé de las Casas? Su figura se aborda desde el blanco y el negro, sobre todo por el uso de su obra Brevísima relación de la destrucción de las Indias por las potencias extranjeras construyendo la conocida como leyenda negra contra España.
El historiador Carlos Belloso distingue dos vertientes en el controvertido de las Casas: por un lado, “es alguien que pelea por los derechos de los indígenas para que no se les esclavice, esa parte es positiva y de agradecer”. Por el otro lado, el dominico exageró muchas de las cifras para llamar la atención apelando a la corrección del proceso de conquista. En época de Felipe II, De las Casas será rescatado para acusar a España de cometer un supuesto genocidio en América. Carlos Belloso se muestra rotundo ante este ataque que aún pervive en ciertos sectores de nuestra sociedad, ya que “donde se han salvado todos los indígenas fueron en las partes donde estuvo España, porque la mentalidad castellana en esos primeros años de conquista era la de mestizarse, crear catedrales, construir hospitales, establecer universidades como la primera en Santo Domingo” en 1538, casi cien años antes de la creación de la universidad de Harvard.
Si se aplica una historia comparada estudiando lo realizado por el Imperio anglosajón en Estados Unidos donde Carlos Belloso recalca que “no han quedado indígenas”, se puede extraer la conclusión de que hechos como el de la Controversia de Valladolid merecen ocupar un hueco en los libros de historia de los colegios como una de las efemérides que contribuyeron a defender los derechos naturales del individuo, por el mero hecho de serlo.
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