El primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, reavivó a finales de noviembre la disputa por la devolución de los mármoles de Partenón. El político griego declaró a la BBC que tener parte de los mármoles en Londres alejados de Atenas era como romper la Mona Lisa por la mitad. Las palabras de Mitsotakis provocaron que su homólogo británico, Rishi Sunak, cancelase a última hora el encuentro que ambos tenían mantener horas más tarde. A finales de 2023, la ministra helena de Cultura Lina Mendoni se comprometió a ceder obras griegas a cambio del retorno de los mármoles: "Nuestra posición es clara", dijo. "Si las esculturas se reunieran en Atenas, Grecia está preparada para organizar exposiciones rotativas de antigüedades importantes que llenarían el vacío", señaló en una entrevista con The Guardian. Mientras que George Osborne, presidente del Museo Británico, también parece más decidido a abordar el tema que cualquiera de sus predecesores. En esta corriente de restitución de piezas de origen colonial, el nuevo ministro de Cultura, Ernest Urtasun, también expresó su firme intención de "abrir más a reflexión" en torno al pasado colonial.
"Creo que es algo que nosotros, poco a poco, tenemos que empezar a hacer. ¿Cómo lo haremos? Lo estamos acabando de ver. La voluntad es ir poco a poco, pero nosotros hemos heredado esa cultura colonial que, de alguna manera, tenemos que ver y gestionar", señalaba el titular de Cultura el último día de 2023 en una entrevista en la cadena SER. A espera de una mayor concreción por parte del ministerio, el museo de América y el Nacional de Antropología son algunos de los que se podrían ver más afectados por esta política. "Hemos conseguido poner en marcha un grupo de trabajo de descolonización de colecciones en el seno del Ministerio de Cultura. Todavía no se ha formado, pero ya tenemos el encargo de desarrollar su filosofía y su plan de trabajo", señaló en noviembre de 2022, Fernando Sáez de Lara, director del Museo Nacional de Antropología. Unas declaraciones que negó hasta en tres ocasiones el anterior titular de la cartera de Cultura, Miquel Iceta.
La tendencia actual de la mayoría de los países occidentales va en la línea de la devolución
Partenón y Museo Británico
La descolonización de instituciones museísticas es un fenómeno mundial cuya mayor referencia es el conflicto entre Grecia y Reino Unido por los mármoles del Partenón, que engloban más de la mitad de las esculturas del templo ateniense, y que en la propia época ya fueron considerados un expolio tanto en Grecia (entonces parte del Imperio Otomano) como en Londres. Thomas Bruce, conde de Elgin, responsable de la adquisición fue acusado de saqueador, por personalidades como Lord Byron. Finalmente, fueron comprados en 1816 por el gobierno británico, después de que un comité del Parlamento británico recomendara la compra, pero más por motivos de prestigio nacional que por una procedencia legítima, que nunca fue aclarada.
La devolución de piezas artísticas con un pasado colonialista ha emergido como un desafío complejo y delicado para los grandes museos nacionales de otrora potencias globales como Francia, España o Reino Unido. La cuestión se arraiga en el legado del colonialismo, donde innumerables obras de arte fueron adquiridas, en muchos casos, de manera cuestionable.
Estos museos se encuentran ahora en una encrucijada moral, debatiéndose entre la preservación de su patrimonio histórico y la restitución de objetos culturales a sus lugares de origen. Los problemas inherentes a esta devolución incluyen la falta de claridad en los procesos legales y la resistencia a desprenderse de valiosas piezas. No todas las posibles devoluciones son tan claras como las de los mármoles griegos, y siempre surgen dilemas difíciles de resolver: ¿Dónde poner el límite temporal?, ¿se deberían devolver todas las piezas a sus lugares de origen aunque esa cultura en cuestión ya no exista y cuando la propia pieza ya ha generado una historia propia historia en su lugar actual?, véase los obeliscos egipcios de Roma o París. Los problemas surgen incluso a nivel interno: ¿Deben estar las principales piezas arqueológicas nacionales en museos de ciudades como Madrid o Barcelona o en sus lugares de origen? Piensen en la Dama de Elche, actualmente, en el Museo Arqueológico de Madrid; o en los frescos de Santa María de Taüll, en el museo Nacional del Arte de Cataluña. El 125 aniversario del hallazgo de la Dama de Elche reabrió en 2022 el conflicto entre el ministerio de Cultura y las autoridades de la localidad alicantina en torno a la devolución de la pieza íbera, con reclamaciones por parte de la ciudad que recibieron la negativa del gobierno central.
Tradicionalmente, los museos poseedores se justificaban por la mayor visibilidad que podían ofrecer, y por una garantía de conservación que desde hace muchas décadas ya es vista como un profundo paternalismo.
Las nuevas tecnologías también han entrado en juego y cuestionan la necesidad de poseer la pieza original para mostrarla al público. Desde el móvil o el ordenador podemos ampliar hasta el último gramo de pintura y observar los giros de los brochazos en un Rubens, algo de lo que seríamos incapaces frente al cuadro. Con las radiografías, escáneres e impresoras en 3D fácilmente se podría recrear una Dama de Elche o cada uno de los centauros de las metopas atenienses, con la apariencia y medidas idénticas que los originales. Evidentemente, no es lo mismo, y contemplar una obra original en persona es el motivo por el que millones de personas cogen un avión y hacen cola para ver, entre decenas de cabezas y a unos cuantos metros de distancia y tras un cristal, a la Mona Lisa. Muchos visitantes no estarían dispuestos a pagar o a desplazarse por ponerse en frente de una copia en resina generada por una impresora.
Atenas ha demostrado que las reclamaciones artísticas pueden alzarse como una bandera nacional, y tampoco hay que olvidar el interés económico en cada uno de estos posicionamientos. Tener o no tener los frisos del Partenón suponen millones de euros en visitas para cualquier institución. Regresando a España, imaginen el incremento patrimonial del museo ilicitano que acogiera a la Dama.
La tendencia actual de la mayoría de los países occidentales va en la línea de la devolución. El Vaticano entregó hace unos meses a Grecia varios mármoles del Partenón y durante los últimos años, el gobierno francés ha iniciado la devolución de piezas artísticas a sus antiguas colonias africanas. Alemania devolvió a Nigeria un millar de piezas del antiguo Reino de Benín, un expolio fruto de una expedición británica de castigo en la que saquearon y destruyeron el palacio real de Benín en 1897. Miles de estas piezas, consideradas joyas artísticas con un importantísimo valor histórico puesto que narran la historia y costumbres del pueblo edo, acabaron siendo vendidas en Europa. Como en el caso del Partenón, el museo Británico se ha mostrado reticente a devolver las más de 900 piezas de Benín que conserva.
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