Todo ocurrió en 1968. El responsable de la galería Erker de St. Gallen, en Suiza, insistió en la idea de que Eduardo Chillida ilustrara un libro escrito por el filósofo alemán Martín Heidegger. El volumen formaría parte del catálogo de Erker Press, sello asociado al espacio de arte. El galerista organizó una cena a la que asistieron ambos y en la que Heiddegger describió a Chillida sus ideas sobre el arte. Poco después, en otoño 1969, justo el mismo año de la publicación de la conferencia Tiempo y ser, que completaba el círculo trazado por Heidegger con Ser y tiempo 35 años atrás, salió El arte y el espacio, una edición limitada ilustrada por Chillida, y que presta su título a la exposición que ahora organiza el museo Guggenheim de Bilbao, y que se inaugura este 5 de diciembre.
El galerista organizó una cena a la que asistieron ambos y en la que Heiddegger describió a Chillida sus ideas sobre el arte
Teniendo como punto de partida el encuentro entre Heidegger y Chillida, la muestra propone actualizar y desarrollar conceptos y preguntas presentes en el diálogo estético que sostienen ambos. Para ello, la muestra despliega más un centenar de trabajos de artistas nacionales e internacionales y cuyo diseño se ofrece como una relectura de la historia de la abstracción en las últimas seis décadas. Organizada por el comisario Manuel Cirauqui, la exhibición recupera obras de Chillida realizadas por Chillida en 1969, a raíz de la relación que mantuvo con Heidegger y sus reflexiones en torno a la producción de un espacio y su desalojo, y que motivó la elaboración de aquellas planchas de piedra que luego fueron utilizadas para imprimir el libro.
Además de estas piezas de Chillida, que se exhiben junto a las planchas de piedra donde Heidegger plasmó sus reflexiones, se muestran otras cinco pequeñas obras de otro escultor vasco obsesionado con el espacio en la escultura y que también mantuvo relación con Heidegger: Jorge Oteiza. Junto a ellos, se muestran en la sala que inicia el recorrido, obras de pioneros de la investigación del espacio en la escultura, como Lucio Fontana y Naum Gabo, y de artistas cuyo trabajo siguió la estela que estos dejaron, como Agostino Bonalumi, Sue Fuller y Norbert Kricke.
Esta exposición retoma parte de la discusión plástica que propuso hace veinte años el Museo Reina Sofía con la exposición retrospectiva Chillida. 1948-1998. La muestra que analizaba 50 años de la producción de Chillida, fue comisariada por Ina Busch, Chillida, cuya principal propuesta nacía de la idea de que la escultura de Chillida tenía como principal propósito hacer visible el espacio. De ahí, según Busch, que el vasco entronque con la estética de Martin Heidegger en libro El arte y el espacio . En aquella muestra se iluminaba de qué forma a partir de este momento, y tras su etapa en París y su regreso al País Vasco, Chillida dio un giro progresivo hacia una abstracción radical, al transformar los referentes naturales en signos.
En la muestra, que el público podrá visitar hasta abril de 2018, los artistas participantes actualizan y desarrollan conceptos presentes en el diálogo entre Heidegger y Chillida: el lugar, la presencia de las cosas y la relación entre arte y ciencia. La intención curatorial pretende así que el espectador sea capaz de observar en su recorrido cómo la obra de arte se relaciona con el espacio en el que se exhibe y cómo ese espacio moldea y condiciona a la propia obra, que es, según el comisario Manuel Cirauqui –y a su manera la posición, veinte años atrás, de Busch- lo que ocurre en la obra de Chillida.