En los años cenizos del franquismo, el Museo del Prado fue uno de los pocos lugares que despidió luz y belleza. Ya para ese momento, la pinacoteca había consolidado su condición de lugar importante para la cultura occidental. Muchos artistas lo visitaron, atraídos por el influjo de sus imponentes colecciones: Pollock o Motherwell, también Antonio Saura y Hamilton recorrieron sus salas, obsesionados unos con Las Meninas, otros con Goya, como le ocurrió a Foucault. En su libro Las palabras y las cosas, publicado en 1966, el francés aseguró que la modernidad comienza a partir de Las meninas, de Velázquez.
El episodio, citado aquí de manera anárquica y con cierto capricho –que tampoco, porque el pensamiento del postestructuralista revolucionó la crítica y el pensamiento sobre arte- se desprende de la exposición Museo del Prado 1819-2019. Un lugar de memoria, con la que la pinacoteca inaugura la programación de su Bicentenario. Se trata de una reflexión compartida sobre sus doscientos años de historia centrada en el diálogo entre el museo y la sociedad, la política patrimonial española, las tendencias que han orientado el incremento de sus colecciones, y la conversión del Prado en un referente para que escritores, intelectuales y artistas nacionales e internacionales reflexionen sobre el pasado de España y su identidad colectiva.
Articulada con fondos artísticos y documentales del Prado –tanto visuales como sonoros- que se exhiben acompañados de obras de artistas que durante estos dos siglos han dialogado con sus colecciones - como Renoir, Manet, Chase, Picasso, Arikha, Rosales, Saura y Pollock, entre otros-, la muestra incluye un total de 168 obras originales, 34 procedentes de distintas instituciones nacionales e internacionales, junto a una importante presencia de material auxiliar como cartelas, mapas, gráficos, reproducciones fotográficas e instalaciones audiovisuales.
Dividida en ocho capítulos, el que se dedica a los años del franquismo referencia la atención e importancia que tuvo el museo para los pensadores y los artistas contemporáneos que utilizaron las obras del Prado, como ya lo habían hecho en el siglo XIX, para enfrentarse no solo a su propia tradición profesional, sino también a asuntos generales de las condición humana, y que en sus propias pinturas, esculturas o fotografías reflejaron ese diálogo. Eso es lo que ocurre con Michel Foucault, quien explica los elementos más importantes de su teoría de la representación a través de Las Meninas: “La mirada del pintor, dirigida más allá del cuadro al espacio que tiene enfrente, acepta tantos modelos cuantos espectadores surgen […], en el fondo del espejo podría aparecer —debería aparecer— el rostro anónimo del que pasa”.
Las Meninas no sólo deslumbró a Foucault, también a Pollock, Hamilton o Picasso. Se trata de una obra cuya complejidad narrativa y estructural la hace muy atractiva al pensamiento contemporáneo, muy interesado en la metaficción, tanto literaria como artística. Entre los muchos que se sintieron atraídos por el cuadro figuran artistas como Hamilton, Oteiza, o Arikha, pensadores como Foucault, o dramaturgos como Buero Vallejo. También Picasso, cuya famosa serie de 1957 está basada en el recuerdo personal que tenía de la obra. Era un recuerdo vinculado a su instalación en la llamada "Sala de Las meninas", por lo que en esta parte de la exposición hay un espacio dedicado a ese lugar tan singular dentro de la topografía del museo.
El notable desarrollo de la fotografía y la filmografía durante la segunda mitad del siglo XX hace que haya quedado una gran cantidad de imágenes y grabaciones que muestran el museo y sus salas habitados por visitantes, la mayoría de ellos son anónimos, pero otros son personajes importantes de la vida artística, intelectual, cultural y social de la época. Por eso, en esta sección de la muestra se da cabida a los visitantes del Prado a través de fotografías y grabaciones. Entre todos estos apartados, este capítulo de la exposición será el que describa de manera más nítida hasta qué punto el museo había alcanzado ya un lugar importante en el imaginario colectivo.
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