No es la primera vez que hablamos de este libro; y más en una fecha como esta, el 1 de mayo, día del Trabajador. Se trata de Trabajos forzados. Los otros oficios de los escritores (Impedimenta), un ensayo en el que la profesora de literatura italiana Daria Galateria reúne la historia de 24 autores que tuvieron que vivir de trabajos distintos a los de su vocación libresca. Es un volumen magnífico que solo podíamos descubrir gracias a alguien como Félix Romeo, quien en vida no sólo fue un sólido novelista y crítico, sino también un verdadero bibliófilo y buscador de rarezas literarias. Justamente fue él quien tradujo el libro, publicado ya hace cinco años.
Ya sea porque buscaban hacerse ricos, o tal vez simplemente para sobrevivir, muchos autores han sido desde buscadores de oro a carteros...
Ya sea porque buscaban hacerse ricos, o tal vez simplemente para sobrevivir, los escritores se han entregado tradicionalmente a los oficios más diversos: desde buscadores de oro a carteros, desde soldados de fortuna a industriales, desde contrabandistas de opio a fogoneros en un barco en China; conductores de autobús, verdugos, guardias, vendedores de bisutería… De ahí la idea implícita de condena que conlleva el título 'trabajos forzados': una doble vida de trabajador de día y escritor de noche.
Ejemplos, hay muchos. André Malraux fue ministro del interior de De Gaulle; Cervantes fue recaudador de impuestos; Jack London sobrevivió como cazador de ballenas en el Ártico; Kafka fue empleado en una compañía de seguros; la francesa Sidonie Colette abrió un salón de belleza; George Orwell pasó de ser policía en Birmania a vivir lavando platos en Londres; Gorki trabajó como auxiliar de cocina en el Volga; Saint-Exupéry fue aviador; Italo Svevo dejó de ser un gran industrial para poder escribir … Estas son algunas de las historias contenidas en Trabajos forzados. Los otros oficios de los escritores.
Y aunque a muchos sus oficios les resultaron una losa, también hay que apuntar que muchos fueron determinantes en la carrera de muchos. Charles Bukowski trabajó durante muchos años de cartero (publicó una novela autobiográfica sobre esa etapa, Post Office, en 1952) y fue justamente entregando cartas que coincidió con el editor John Martin, fundador de Black Sparrow Press, que sería providencial en su carrera literaria. Galateria plantea en estas páginas cómo los oficios crearon una urdimbre subterránea que terminaría por alimentar las obras maestras de los escritores. Melville escribió Moby Dick después de navegar en un ballenero y Joseph Conrad usó su experiencia de marinero para escribir sus obras más conocidas, desde La línea de sombra hasta El corazón de las tinieblas. Sin embargo no todos lo vieron en su momento tan claro. Para algunos fue una verdadera tragedia. Jacques Prévert, escribió en 1917: ”No duraba en ningún trabajo. Durante la adolescencia no conseguía acostumbrarme a ninguno”. Y Bruce Chatwin no se quedaba atrás: "La idea de tener un empleo me horroriza. La independencia es algo muy frágil".
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