Si hace unas semanas destacamos el éxito sin competencia de la trilogía de Santiago Segura en España, ahora toca hablar de otro fenómeno de la taquilla francesa que acaba de llegar a nuestros cines. Dios mío, ¿pero qué nos has hecho? cierra la famosa saga protagonizada por Christian Clavier y desde su estreno el pasado 19 de agosto se ha posicionado entre las siete películas más vistas en las salas españolas.
Aunque para muchos la primera cinta no ha envejecido del todo bien, lo cierto es que las cifras no la colocan en mal lugar, y ya se ha convertido en la película más taquillera del año en su país de origen. De nuevo con Christian Clavier (Los Visitantes y Astérix y Obélix contra César) y la actriz Chantal Lauby (La jaula dorada), en esta ocasión la familia celebra los 40 años del matrimonio entre Claude y Marie Verneuil, para lo que sus cuatro hijas deciden invitar a las familias de cada uno de sus yernos, procedentes de diferentes países y culturas. Vuelven los estereotipos y clichés, pero se mantiene también el tono de humor.
De alguna forma, esta trilogía multicultural en clave de comedia ha tenido que pasar un examen desde que se estrenó su primera parte en 2014 (Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?) y también su secuela (Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho ahora?, 2019). De hecho, en Estados Unidos la crítica no coincidió con la prensa francesa, que destacaba lo divertida que resultaba, sino que se destacaron las bromas políticamente incorrectas e incluso ofensivas. La cinta nunca llegó a estrenarse en el país americano, algo que para el director tuvo más que ver con una cuestión económica y no tanto moral, tal y como él mismo ha señalado en una entrevista con Vozpópuli.
Pregunta: Da la sensación de que estos personajes son inagotables. ¿Por qué quiso abordar una tercera parte?
R: Son inagotables pero no evolucionan mucho. Nos lo hemos pasado muy bien rodando juntos y había que poner broche a historia y un último episodio.
P: Han pasado siete años desde la primera parte y desde entonces han ocurrido muchas cosas, hay una mayor precaución hacia temas sensibles. ¿Has sido más cuidadoso en esta tercera parte? ¿Lo políticamente correcto ha podido frenar la irreverencia?
R: Para nada. El único límite que me pongo es que obviamente, como doy el guion a leer a los actores, y muchos representan a la comunidad que describe su personaje, si alguno de ellos me dijeran que alguna broma no encaja, que va a molestar demasiado o que ofende, la eliminaría del guion, pero no ha sido el caso. La película ha tenido mucho éxito en Israel y en toda África. Incluso hay asociaciones que velan por los derechos de estas minorías que no solo le han dado luz verde sino que la han apoyado y se han reído con ella.
P: ¿Por qué cree que en Estados Unidos no llegó a estrenarse, a pesar del éxito en Francia?
R: En Estaods Unidos el problema es más bien financiero. Allí las comedias francesas no interesan mucho. En cambio, propusieron hacer remakes y recibieron como 50 propuestas para hacer una película a la americana que rechazaron. Podrían haber hecho ellos una película parecida con clichés suyos.
P: Tal y como están las cosas con la situación tan polarizada, ¿es necesaria una película que llame a la convivencia?
R: Había problemas antes y después. Esta película si tiene algún fin es el de reconciliar, al menos el tiempo que la estás viendo. Pero problemas la habido, antes de la primera, después y los seguirá habiendo.
P: ¿De qué humor bebe esta saga? ¿Hay en esta tercera parte alguna referencia diferente?
R: De mi vida, porque procedo de una familia más bien burguesa y he tenido un matrimonio mixto, así que esta era una manera de contar esa experiencia. Por otro lado, en un artículo leí que Francia es el país con más matrimonios mixtos, así que era una manera de representar la sociedad francesa.
P: ¿Cómo describe a Christian Clavier, ese gigante de la comedia francesa?
R. Es un actor que se trabaja mucho las escenas antes de ir al set, llega y las hace de una vez. Encarna tan bien el personaje de Claude que la gente se piensa que él es igual en la vida real. Tiene la magia de un actor que es convincente hace creer que es un notario de provincias que no tiene nada que ver con él.
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