Los espectros son, casi siempre, fruto del ingenio. En el vapor de los espíritus se afilan las argucias de los que no desean ser vistos. Hay patetismo y peripecia en ellos. Y es justo esa primera capa de la piel de un fantasma a la que se sujetan Helena Pimenta y Álvaro Tato en la versión de La dama duende que hace la Compañía Nacional de Teatro Clásico de la obra de Calderón de la Barca. Un montaje de enredo y risa que hace preguntar a quien observa en la oscuridad del patio de butacas, por qué Pimenta desea hacernos reír en el comienzo de temporada de la CNTC, que dirige desde hace diez años.
Escrita en 1629, La dama duende es una comedia de ambiente urbano perteneciente al género llamado de capa y espada. Hay enredo, con una intriga minuciosa, que gira en torno al amor y al honor. Tras La vida es sueño y El alcalde de Zalamea, obras de la CNTC dirigidas por Pimenta, ahora la directora se decanta por una adaptación de La dama duende que se afinca en la ambigüedad y acaso también en el optimismo y modernidad del texto, que Álvaro Tato llegó a calificar como el más "cervantino" de Calderón. El humor se convierte en el filtro a través del cual Calderón de la Barca propone temas como propia identidad, el conflicto entre ilusión realidad o la encrucijada entre el ser y el parecer.
La dama duende que se afinca en la ambigüedad y acaso también en el optimismo y modernidad del texto
"La nueva mirada que utiliza el autor resta dramatismo al sentido del honor e incluso se atreve a parodiarlo. El honor se nos presenta desde el comienzo como un obstáculo para la naturaleza, para el amor. Un precio que hay que pagar para mantener los privilegios de clase, para guardar las apariencias y medrar. La rigidez de las reglas impide ser a todos los personajes de la obra hasta que la llama de la vida se abre paso entre ellas", asegura Helena Pimenta en su texto de presentación para la versión que ha hecho de Calderón de la Barca.
Ángela de Toledo, interpretada por Ana Poveda, es la viuda de un hombre que la ha dejado endeudada de por vida, un personaje cuya osadía empuja completa esta obra. Se trata de un personaje que Calderón trabaja en clave moderna. Condenada por las costumbres de una sociedad, debe permanecer encerrada porque no tiene medios para superar la ruina en que su caballero la ha dejado. Eso lo le impide aprovechar un pasadizo de la casa en la que habita, para acudir al encuentro de un mozo y pretendiente al que ella engaña con sus apariciones y despistes, como si de un ocurrente espectro se tratara.
La clave entera del montaje es la ocultación, la ironía implícita en tal cosa y, por supuesto, las ficciones que se ponen en marcha en el acto de aparentar
La clave entera del montaje es la ocultación, la ironía implícita en tal cosa y, por supuesto, las ficciones que se ponen en marcha en el acto de aparentar. "Entre el sueño y la realidad, la risa y el asombro, las palabras de Calderón nos descubrirán, una vez más, situaciones relativas a la mujer, a los sentimientos, al engaño, a la libertad…", dice Pimenta. Junto a Marta Poveda, que mantiene la destreza y frescura de El perro del Hortelano de la temporada pasada, el reparto lo integran Rafa Castejón, Álvaro de Juan, David Boceta, Paco Rojas, Joaquín Notario, Nuria Gallardo, Cecilia Solaguren y Rosa Zaragoza. La escenografía es de Esmeralda Díaz, la video escena de Álvaro Luna; la iluminación de Juan Gómez Cornejo; y el vestuario de Gabriela Salaverri. Completan el equipo artístico Ignacio García (selección musical), Nuria Castejón (coreografía), Vicente Fuentes (asesor de verso) y Jesús Esperanza (maestro de armas).
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