A diferencia de muchos escritores, que tienen que deliberar por cada palabra, Thomas Wolfe no sabía cuando frenar. Tenía un talento desmesurado, pero muy poca disciplina y se le iba mano con la bebida. Solo el temple del editor Max Perkins, quien ya había perfeccionado el trabajo de Scott Fitzgerald y Ernest Hemingway, podía convertir los miles de papeles donde plasmaba su verborrea en un libro jugoso para la industria literaria de EEUU. Este viernes llega a las salas de cine El editor de libros, la adaptación cinematográfica de la biografía Max Perkins: Editor of Genius escrita por el Pulitzer A. Scott Berg a finales de los años 70. La versión para la gran pantalla llega de la mano del director de teatro británico Michael Grandage, que ha querido contar con Colin Firth, Jude Law y Nicole Kidman como protagonistas de su ópera prima.
El primero interpreta a Perkins, el influyente editor de libros que trabajó durante más de 30 años en Scribner's, la prestigiosa editorial de Nueva York dedicada a publicar a los clásicos de la literatura en lengua inglesa, entre los que se encontraban John Galsworthy, Henry James y Edith Wharton. Llegó a la casa en 1914 y su olfato literario le llevaría a buscar nuevos talentos hasta el punto de revolucionar a la crítica y, por ende, al mercado. Abrió las puertas de su oscuro despacho a autores como Scott Fitzgerald para dejar salir de él obras como el El gran Gatsby (1925) y, en uno de esos vaivenes de escritores en su oficina -a los que incluso prestaba dinero y ayudaba en sus crisis existenciales- conoció a Thomas Wolfe (Jud Law), un joven de Ashville con ansia por ser reconocido y por experimentar cada placer de la vida.
Max Perkins revolucionó la casa editorial Scribner's de Nueva York, donde trabajó durante más de 30 años a la caza de nuevos talentos como Thomas Wolfe
La tortuosa relación de trabajo entre ambos desata los celos de Aline Bernstein (Nicole Kidman), la amante de Wolfe, una diseñadora de vestuario teatral que inspira su primera obra. También preocupa a la esposa de Perkins (Laura Linney), quien prácticamente se ve obligada a abandonar sus dotes como novelista para atender a ala educación y cuidados de sus hijas. Si el comedido editor trata de domesticar al desquiciado de su cliente, este le arrastrará hasta Harlem para mostrarle otra cara de la vida, aquella en la que no existen lápices rojos para corregir masas de texto gris, pero sí músicos negros tocando jazz y dejando correr el bourbon. Con el título original de Genius, la película de Grandage, quien fue director artístico del prestigioso Teatro Donmar Warehouse de Londres desde el 2002 hasta el 2011 y sucesor de Sam Mendes, llega al país tras pasar por el Festival de Cine de Berlín y después de estrenarse con éxito en Estados Unidos y Francia.
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