El 1 de abril 1981, poco después del intento de golpe de Estado del 23-F, llegó a los cines españoles El crack, la cuarta película en la filmografía de José Luis Garci, que supuso un hito en el cine español de la década y que para muchos constituye el primer noir filmado en España. Ahora, cuatro décadas después, el visionado de esta película no pierde brillo y se convierte en una oportunidad para mirar y redescubrir el Madrid de la época y para recuperar uno de los trabajos más inusuales de su protagonista, Alfredo Landa, a quien Garci convirtió en un detective de gesto serio e introvertido.
Garci (Madrid, 1944), que hasta entonces contaba en su trayectoria con Asignatura pendiente (1977), Solos en la madrugada (1978) y Las verdes praderas (1979), presentó una película "inédita" en un género -el cine negro- "que nunca se había tocado en España", según señaló entonces Alfredo Landa. En ella, presentaba a Germán Areta, un detective privado y antiguo policía que sigue el rastro de una joven a quien su padre perdió la pista hace años. La cinta tiene una secuela, El crack 2 (1983), y ambas películas pueden verse ahora en el portal FlixOlé.
El boxeo, una de las pasiones de Garci, es en El crack un hilo conductor de las reflexiones, las dudas y los pensamientos de Areta, a quien el espectador conocerá también en esta película como 'el piojo'. Este personaje carga con un peso que el espectador desconoce, una elipsis que le transforma en alguien misterioso y reservado. Implacable, inteligente y observador, Areta posee valores morales que le impiden comulgar con la corrupción y que le convierte en un hombre de palabra, íntegro y honesto con quien es fácil querer identificarse en la actualidad. La cuarta película en la filmografía de Garci no solo no ha envejecido, sino que no ha perdido ni un poco del magnetismo con el que fue concebida.
Tal y como el propio Alfredo Landa explicó en una entrevista concedida en Televisión Española con motivo del estreno de esta película, que recoge Vozpópuli, la sociedad española del momento necesitaba un filme así, más allá de las "películas policíacas" que se habían estrenado hasta entonces, ya que mostraba la "crispación" de un momento político y social aún delicado. "El crack, por su contenido, es una película llena de incertidumbre, de angustia, pero también de ternura y honestidad, y refleja ese tratamiento de la ciudad en la que estamos viviendo, en la que somos ya unos señores distintos de los de antes", dijo.
Además de adelgazar varios kilos y de empuñar una pistola, tuvo que mostrar un Alfredo Landa serio y con un 'raccord psicológico' que, según señaló entonces el actor, fue lo más complicado de este proyecto
Contar con Alfredo Landa como protagonista supuso un reto, ya que el actor hasta entonces había protagonizado especialmente comedia cargada de erotismo -lo que se conoció como el landismo-, así como otros papeles dramáticos, como Las verdes praderas, del propio Garci, pero nunca cine de intriga. Además de adelgazar varios kilos y de empuñar una pistola, tuvo que mostrar un Alfredo Landa serio y con un "raccord psicológico" que, según señaló entonces el actor, fue lo más complicado de este proyecto.
El crack funciona también como un potente registro documental de la Gran Vía madrileña, tanto de día como de noche, desde diferentes perspectivas y es un buen ejercicio para la nostalgia ver cines desaparecidos de la capital como el Rialto (que hoy ocupa el Teatro Rialto) o el Cine Rex, pero también otros que sobrevivieron, como el Capitol o los Ideal, así como las famosas y extintas Galerías Preciados de Callao. La fotografía de Manuel Rojas se convierte en artefacto imprescindible de un thriller que inmortalizó una época y una ciudad.
Cineastas como Enrique Urbizu (La caja 507 o No habrá paz para los malvados) o el recientemente fallecido Antonio Giménez Rico (El disputado voto del Sr. Cayo o Jarrapellejos) han confesado su admiración por esta saga. Ahora que el cine español ha encontrado en el thriller un nicho importante, con éxitos muy potentes en los cines que incluso han cruzado las fronteras españolas, como ha sido el caso de Contratiempo (2016), de Oriol Paulo, que se convirtió en un taquillazo en China, sería injusto no reivindicar la huella que ha dejado El crack en la filmografía española.
El crack cero: la precuela
José Luis Garci, primer español en hacerse con un Oscar gracias a su película Volver a empezar (1983), decidió regresar al cine hace menos de dos años con un "crack inesperado", tal y como señaló entonces. El crack cero, estrenada a finales de 2019, se convirtió en la precuela que respondía a muchas de las preguntas que se hacía el espectador, aunque el director confesó durante la promoción de la película que no le gustaba esa palabra. La cinta, rodada en blanco y negro, se desarrolla en el año 1975, poco después de la muerte de Franco, que daba paso a una etapa de transición y un contexto desconocido.
El actor Carlos Santos se mete en la piel de Areta y probablemente este haya sido el más complicado de su carrera, por lo que supone ser irremediablemente comparado con Alfredo Landa. Sin embargo, según contó entonces Santos, convenció a Garci con apenas dar los "buenos días". "Hombre, si está aquí Areta. Pase usted, don Germán", le dijo Garci en la reunión que mantuvieron. A diferencia de otros realizadores, él no elige a sus actores en castings, sino que se reúne con ellos. En el caso del personaje del Moro, Miguel Ángel Muñoz sustituyó a Miguel Rellán, a quien consiguió emular con buena nota.
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