La candidata de Fratelli d’Italia (FdI), Georgia Meloni, ha obtenido en torno al 25% de los votos en las elecciones italianas de este domingo, según los sondeos a pie de urna, y ha reavivado el debate sobre si se trata de una formación fascista, a un mes del centenario de la Marcha sobre Roma que llevó a Mussolini al poder. ¿Se puede considerar al partido de Georgia Meloni una formación fascista? No, según los principales expertos en el fascismo, aunque esto no le quita gravedad al ascenso de la líder de extrema derecha.
En España se dio a conocer con un discurso desquiciante durante un mitin de Vox durante las elecciones andaluzas. La líder hizo una enumeración en la que contraponía conceptos subiendo el tono hasta casi perder la voz: “Sí a la familia natural, no a los lobbis LGBT, sí a la identidad sexual, no a la ideología de género, sí a la cultura de la vida, no al abismo de la muerte, sí a la universalidad de la cruz, no a la violencia islamista, sí a fronteras seguras, no a la inmigración masiva, sí al trabajo de nuestros ciudadanos, no a las grandes finanzas internacionales, sí a la soberanía de los pueblos, no a los burócratas de Bruselas”.
Durante las semanas previas a las elecciones moderó su discurso ultra y en un vídeo para la prensa extranjera se quiso asimilar a los conservadores británicos o los republicanos estadounidenses. Pero esta pretendida moderación chocó con los ramalazos fascistoides de miembros de su partido, como el del concejal de Seguridad de la región de Lombardía, Romano La Russa, grabado haciendo el saludo fascista en un funeral en Milán.
Meloni, que con 19 años consideraba a Mussolini como un "buen político, que todo lo que hizo lo hizo por Italia", se ha destacado por su discurso populista, ultranacionalista, antieropeista, xenófobo, ultracatólico, islamófobo, y en contra de los derechos de los homosexuales. Un discurso identitario en el que cuela los 'greatest hits' utilizados por la ultraderecha actual: la “corriente globalista”, “finanzas internacionales”, el “usurero Soros” y los “lobbies LGTB”, una especie de nuevo judeo bolchevismo; o los “burócratas de Bruselas”. ¿Serán estos burócratas los que consiguieron una distribución de la vacuna en tiempo récord y los que han hecho a Italia la principal beneficiaria de los fondos covid?
¿Quién es fascista?
Pero, ¿se puede considerar a Meloni una líder fascista? Varios expertos en la historia del fascismo consideran que no es apropiado, ni preciso desde un punto de vista histórico. Emilio Gentile, una de las principales autoridades en el estudio del fascismo, consideraba en Quién es fascista (Alianza Editorial) que las actuales formaciones de extrema derecha italiana no podían ser consideradas “fascistas”, porque no se ajustaban a la definición de fascismo histórico. Según la definición que el historiador formuló: movimiento de masas nacionalista y revolucionario, antiliberal, antidemocrático y antimarxista, con vocación imperialista y belicosa, organizado por un partido milicia, que destruyó la democracia parlamentaria para construir un Estado nuevo y regenerar la nación. El fascismo tenía una ideología basada en el pensamiento mítico, virilista y antihedonista, sacralizada como religión laica, que afirmaba la primacía absoluta de la nación con intención de transformarla en una comunidad orgánica étnicamente homogénea, organizada jerárquicamente en un Estado totalitario.
Gentile explicaba que el concepto fascista se ha ido dilatando como un término despectivo, generalmente relacionado con los movimientos de derecha, y como sinónimo de violento, represivo, racista, machista… Llegando a incluir en su seno a fenómenos como el terrorismo islamista. El italiano insistía: “No podemos aceptar la fórmula ahistoriológica de la historia-que-nunca-se-repite-pero-que-siempre-vuelve-bajo-otras-formas. Y tampoco podemos inventarnos periódicamente una nueva definición de fascismo para denunciar quién es el fascista de turno”. Ciertamente, el concepto se ha implantado tanto en el lenguaje que resulta mucho más difícil hacer esta distinción que con otras corrientes políticas. “¿Has oído a alguien anunciar que han vuelto o pueden volver el jacobinismo, el legitimismo, el bonapartismo, el zarismo, el bolchevismo, el estalinismo, el franquismo, el salazarismo?”, decía Gentile.
El historiador también explicaba que entre las dos guerras mundiales, el término “fascista” ya era utilizado indebidamente y que durante la primera década de Mussolini en el poder, los comunistas acusaron a socialistas, republicanos, liberales, democráticos y conservadores de ser fascistas. Así mismo, alertaba de que esta banalización era uno de sus aspectos más graves, con la lógica de que "si todo es fascismo, nada es fascismo".
En una entrevista que se publicará esta semana en Vozpópuli, uno de los mayores expertos sobre Hitler y el nazismo, el historiador Ian Kershaw, señalaba que es preferible entender fenómenos como el de Meloni “en sus propios términos, más que intentar apegarles una etiqueta pasada. Todos los fascistas eran populistas, pero no todos los populistas son fascistas, y mientras que existen varias características de lo que representaba el fascismo, hoy en día son unas características muy diferentes de lo que eran en los años 20, 30 y 40”.
En muchas ocasiones, desde la izquierda se ha atacado virulentamente a los que critican el uso y abuso del término fascista por considerarlo poco preciso. Consideran que se está otorgando una especie de atenuante por afirmar cosas tan evidentes como que Donald Trump, un peligro para la democracia en infinidad de aspectos como se ha demostrado hasta el último día de su mandato, no era un fascista, como apuntaron en su momento otros expertos en el tema como Stanley Payne o Roger Griffin. Gentile se mostraba convencido de que el abuso del término “fascista” podía impedir comprender los peligros de las nuevas formaciones de extrema derecha. “Interpretando la realidad a través de categorías genéricas y anacrónicas, no sepamos reconocer los peligros reales. [...] El peligro real no son los fascistas, reales o presuntos, sino los demócratas sin el ideal democrático”.
Quizás el trabajo de los que enarbolan el antifascismo debería consistir en desmontar toda la sarta de mentiras de los nuevos populismos reaccionarios y no empeñarse en proclamar una “alerta antifascista” tras cada debacle electoral. Dejar de categorizar con términos ahistóricos y obsoletos a estas amenazas y articular un discurso político para atraer a la clase trabajadora, cada vez más despegada de los partidos de izquierda.
PijoListo
Acabo de leer: La Stampa, Le Fígaro, Le monde, The Times y nadie habla del fascismo (termino ya enterrado) de esta señora que, no olvidemos, ya fue Ministra, excepto los periodistas y tertulianos españoles pero ¿ Que os pasa? ¿ Que traumas habéis cogido en la facultad? Chic@s, estáis en Babia
Yorick
Propongo un sencillo e improvisado test. a) ¿Es Georgia Meloni una fascista? b) ¿Es Santiago Abascal un fascista? c) ¿Es Grego Casanova un progre con neuronas prestadas? Nota: solo una de las tres opciones es correcta.
Liberty Valance
¿Qué es un fascista?. Pues está muy claro. Fascista es aquel que le gana en una discusión a un socialista.
Melissa
¿Es Pablo Iglesias fascista? ¿es Irene Montero fascista? ¿es Pedro Sánchez fascista? ¿es Bill Gates fascista? ¿es Otegi fascista? Ufff, cuánto facha hay que no me da para enumerarlos a todos. ¿es fascista quien ha escrito este artículo? ¿por qué alzar el brazo es fascista y alzar el puño, no?
Fernando Poo
No deja de llamarme la atención el hecho de oponerse a un lobby poderosísimo, como es el gay, no aceptar que se enseñe a masturbarse a nuestros niños, considerar el aborto un paso atrás en la civilización, estar a favor de a no querer ghettos con la ley sharia en Europa, estar de acuerdo en que podamos decidir quién puede entrar a formar parte de nuestra sociedad, ayudar a limitar las prácticas monopolísticas o, simplemente, el pensar que otra Europa más democrática y menos burócrata es posible sea un "discurso desquiciante". Cosas que hace 10 años escasos eran bastante más que discutibles. El problema, es que la Universidad nos ha fallado y sólo nos saca universitarios que lo que les falta de espíritu crítico lo suplen con "izquierdismo" ramplón. Izquierdismo con comillas, claro.
Pontevedresa
Hay palabras que a fuerza de abusar de ellas y usarlas para todo dejan de tener sentido. Creo que esto ha pasado por el uso desmedido que la izquierda ha hecho de la palabra "fascista" que la aplica para todo aquel que no comulga con sus postulados, para el que no acepta sus ideas y su sentido de las cosas, se ha convertido en un insulto para los ligeros de lengua. Aquí hemos oído llamar fascistas a todo lo que no son ellos.
vallecas
No quiero ser irrespetuoso, pero el 80% de la población no sabe de lo que usted está hablando. Para éstos hay 2 grupos, los malos, "trifachito", Inés arrimadas fascista., y los buenos, incluidos Bildu y los comunistas (como es bien sabido este término no es peyorativo en España).Este es el resultado de haber estado idiotizando a la población durante los últimos 40 años. ¿Quién ha ganado las elecciones? Sencillo. Los Fascistas.
jgalesco
El verdadero fascismo en esto tiempos viste de rojo y arcoíris. El fascismo es la pulsión de imponer al resto de ciudadanos lo que deben pensar o como deben vivir o como deben hablar. De momento eso solo lo hacen los que todos sabemos....
Pelosi
¿Es Putin un genocida estalinista?¿son los CDRs los camisas negras del fascismo catalán financiado por Putin?¿es Maduro un capo del narcoterrorismo?¿es nuestro Infame Felón el nuevo Largo Caballero, conocido asesino de la II República?…