Hay quien dice que Pixar se encuentra en una especie de estado de letargo y que ha perdido cierta magia en sus últimas producciones. Ese fue el caso de la reciente Lightyear (2022), un sofisticado homenaje al cine espacial pero demasiado aburrido y lento, que hizo más ruido por el beso lésbico que incluía en su trama que por la propia historia. Ahora se reproduce una reacción similar de descontento con el estreno este viernes en España de Elemental, que supuso un fracaso en la taquilla estadounidense tras clausurar el Festival de Cannes sin demasiado fervor entre el público y la crítica.
Si bien el "spin-off" de la saga Toy Story era demasiado serio para el público infantil, en este caso, Elemental peca de lo contrario en un estudio, Pixar, que siempre ha sacado pecho de conseguir que los adultos tuvieran tantas ganas de ir al cine como los niños. El resultado es una película correcta, bien hecha y amena, pero demasiado descafeinada y muy por debajo de las esperanzas que cualquiera deposita en este gigante de la animación.
Como ocurre con tantas cosas en la vida, a Pixar también le pueden afectar las expectativas con las que el público llega a las salas, tanto por contar en su trayectoria con la brillante Toy Story como por esa maravilla que resultó ser Del revés, todas ellas con multitud de lecturas en una famosa estrategia de capas de profundidad, con las que conseguía lo que siempre ha parecido imposible: que pequeños y adultos miren fascinados a la pantalla de cine porque la historia estaba dirigida a todos ellos.
Pixar presenta una historia que bien podría parecerse a cualquiera de las comedias románticas que reinaron en el cine de los 90, con algunos de los clichés que tan bien funcionaban, sus buenas intenciones y ese final tierno que se intuye desde el primer momento
En esta ocasión, Pixar presenta una historia que bien podría parecerse a cualquiera de las comedias románticas que reinaron en el cine de los 90, con algunos de los clichés que tan bien funcionaban, sus buenas intenciones y ese final tierno que se intuye desde el primer momento. En ella, propone una gran urbe de rascacielos en la que conviven en paz y armonía los cuatro elementos: agua, fuego, tierra y aire. Sin embargo, en este universo tan bien definido, en el que no faltan detalles acerca de cómo viven, cómo se mueven por la ciudad o qué comen sus habitantes, los elementos no cruzan sus caminos.
La protagonista de esta historia es Candela, una joven llama con mucho temperamento, hija de una familia emigrante en esta gran ciudad que se prepara para heredar la tienda familiar cuando su padre se jubile. Un día, conoce a Nilo, un joven sensible y de lágrima fácil, y ambos jóvenes se sienten atraídos a pesar de los peligros que puede entrañar para ambos acercarse demasiado el uno al otro.
Elemental, en las antípodas de Del revés
Esta película, dirigida Peter Sohn, un habitual de la casa, responsable de El viaje de Arlo y de los cortometrajes Parcialmente nublado (2009) y Trifles (2009), lanza dos mensajes que marcan la trama: la historia de un amor que puede con todo, el de sus protagonistas, en el que no existen las barreras, y la posibilidad de un mundo integrador en el que la convivencia entre los diferentes es posible. Y poco más. Así, como contenido para una película infantil del montón puede estar muy bien, pero como fondo de una película de Pixar se queda escaso porque, sencillamente, todos esperan mucho más.
Se ha comparado a Elemental con Del revés, quizás por los paralelismos entre la definición de los elementos de la primera y la descripción de los sentimientos de la segunda, una puesta en escena que si bien puede tener una estética similar en los primeros minutos, uno descubre pronto que cualquier parecido es mera casualidad.
Así, del empacho de metafísica que proponía la película Soul, demasiado abstracta pero buena en cualquier caso, Pixar ha viajado al polo opuesto, en el que ha confundido la sencillez con lo simple, y de poco sirve la representación exquisita, barroca y detallada de los habitantes de esta asombrosa ciudad, la forma en la que viajan en metro o las divertidas maneras en las que se curan de sus accidentes caseros, cuando el interés depende solo de las anécdotas que se repiten con más o menos acierto.
No es la amenaza woke lo que puede acabar con Pixar, es más bien una falta de chispa y originalidad en sus historias, esas que, al igual que Studio Ghibli, contribuyeron a cambiar la historia del cine
La emoción con la que uno entra en esta gran urbe que presenta Elemental se diluye poco a poco y desaparece por completo antes de que termine una historia que, por otro lado, se agota en los primeros minutos de visionado porque no hay sorpresas. Hay aquí demasiada destreza técnica y unas imágenes deliciosas para un guion tan pobre en una película que algunos creen incluso que habría sido imposible durante el mandato de John Lasseter, fundador de Pixar y creador de su mayor éxito, que fue apartado de la compañía en 2018 tras varias acusaciones de conducta sexual inapropiada.
Más allá de las críticas a las tramas bienintencionadas de los últimos tiempos, para esta redactora de Vozpópuli no es la amenaza woke lo que puede acabar con Pixar, es más bien una falta de chispa y originalidad en sus historias, esas que, al igual que las cintas de Studio Ghibli, contribuyeron a cambiar la historia del cine a partir del estreno de Toy Story en 1995 y a las que tanto deben las producciones de animación, que a partir de entonces dejaron de ser un asunto de niños. Pixar era otra cosa.
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