Cultura

Emma Nogueiro: "Dragó salió muy rebotado del Partido Comunista, ya que no podía con la disciplina, la incoherencia y la hipocresía"

La última pareja de Fernando Sánchez Dragó publica 'Querido Nano', una reconstrucción de la vida del escritor

No debe ser fácil ser la última pareja de todo un personaje público como Sánchez Dragó; pertinaz Kipling del barrio de Salamanca que pasó por el mundo como si fuera una kermés en la que le tocaron todos los boletos. En ese sentido, la periodista Emma Nogueiro (Gijón, 1993) ha hecho en Querido Nano (Planeta, 2024) una reconstrucción de su vida que se lee como una novela de aventuras. Todas esas peripecias, quizá, quedaron olvidadas ante esa falsa imagen de un Dragó reaccionario creada por tanto periodista en edad escolar.

Pregunta: ¿De dónde surge la idea del libro? ¿Eras conocedora de la tradición de novelas epistolares?

Respuesta: La idea del libro surge en septiembre de 2020: Fernando y yo estábamos pasando unas semanas en su casa. Allí está su archivo, que es ingente, y entonces me preguntó “¿Por qué no me lo ordenas?”. Para mí era perfecto, ya que los legajos me encantan y allí estaba toda la documentación que había dejado. Un buen día encontré en una esquina una caja misteriosa remachada con cordela: la abrí y vinieron a mis manos miles y miles de cartas cruzadas entre Fernando y su madre. Y no solo entre ellos, sino también a novias, amigos y demás.
Entonces me pasé semanas y semanas leyéndolas y me di cuenta de que ahí había, entre bastidores, la estructura de una novela. En cuanto a la pregunta epistolar, no es una novela epistolar, pero sí está basada en lo que esas cartas contaban y lo que yo luego aprendí. Me pasé esos años críticos persiguiéndole con grabadoras.

P: ¿Cuánto tiempo estuvieron ocultas estas cartas de madre y amantes a Sánchez Dragó?

R: Ocultas nunca, y no son solo de amantes.

P: Más bien, olvidadas ¿no?

R: No, lo que pasa es que Fernando -con 50 y 60 años de trayectoria, viajes y demás- tenía muy difícil tener localizado todo. Vamos, esto me pasa a mí, que no tengo para nada esa trayectoria. Entonces, hombre, él sabía que existían, pero en las cajas y cajas que había en esa casa de Castilfrío de la Sierra era muy difícil que aparecieran cosas. Por ejemplo, estaban también las colaboraciones que él hacía en la revista literaria de la Facultad de Filosofía y Letras. Entonces, no estaban ni ocultas, ni olvidadas: ten en cuenta que se remontaban muchas de ellas al año que se indica en cada misiva.

P: ¿No pensaste en Juan Valera al repescar estas misivas? Hay un tono festivo y feliz en todas ellas, incluso en sus momentos de represaliado de la dictadura.

R: Sí…

P: Dragó pasó por la vida como si fuera una fiesta

R: No lo podías definir mejor, efectivamente. Él era un optimista a ultranza: siempre me decía sonríe para que la vida te sonría, nada importa nada. El otro día Garci recomendó el libro en un programa de radio porque era alegre y ahí me di cuenta de que es un libro de aventuras. Todo lo referido a la dictadura, a la cárcel y demás, ni siquiera fue doloroso para él. Veía Carabanchel como una especie de parque de atracciones para él y para sus amigos. Luego el exilio fue también una especie de enriquecimiento: desde Italia pudo despegar a medio mundo para viajar. Su gran habilidad era tomarlo todo con mucha curiosidad.

P: ¿No es curioso que siendo Dragó tan simpático en vivo haya quedado con una imagen avinagrada? ¿Quizá fue por sus novelas?

R: No, todo aquel que haya leído las novelas de Fernando sabe que son muy divertidas, aunque haya un par de ellas trágicas ('Muertes Paralelas' o 'La Canción de Roldán'). Además, era una literatura autobiográfica, de escritor de culto…

P: Pero era una literatura sesuda, requería conocimientos…

R: Era más sesuda que avinagrada. Con todo, la imagen que haya podido quedar de él no es evidentemente para nada la que tenemos quienes lo conocimos: no creo que haya sido responsabilidad de los libros. Ha sido más bien lo que han hecho los medios en los últimos 40 años…

P: Precisamente, ¿Cuánto le debe esta imagen falsa a toda la prensa podemita?

R: Bueno, podemita y no podemita, porque la imagen de Fernando empezó a avinagrarse mucho antes de que Podemos llegara al poder. Yo siempre digo que hay que distinguir entre el Fernando persona y el Fernando personaje. El Fernando persona lo conocimos nosotros, lo conocimos quienes le quisimos y compartimos la vida con él. El Fernando personaje son todas aquellas personas que no se han preocupado de dar un paso más allá.

La periodista Emma Nogueiro, última pareja de Fernando Sánchez Dragó.

Pregunta: ¿De dónde surge tu idea freudiana de recrear a la madre del escritor? ¿Lo hablaste con él antes de morir?

Respuesta: Bueno, sí, lo hablé con él porque llegó a leer la mitad. Se reproducen fragmentos de esa carta que él me escribió dándome las opiniones de lo que le estaba pareciendo la lectura del libro. Entonces, claro, yo aparte de completamente enamorada de Fernando estaba también fascinada por su madre. Era la más bella, si quieres, pero también una mujer cultísima con una historia detrás. La forma más cercana de acercarme a Fernando y, sobre todo, dar esa visión de Fernando íntimo y familiar iba a ser a través de ella. Con lo que aprendí de las cartas y con lo que el escritor le contó era lo más bonito y lo más sencillo.

P: ¿Cómo era ella? Recuerda en las memorias del novelista, en tu reconstrucción, a esas madres lectoras de la II República que quedaron en el olvido y que todos imaginamos con la voz de Felicidad Blanc

R: Con respecto a la madre, Elena Dragó, date cuenta que ella era medio francesa, medio alicantina. Había sido viuda de guerra, aunque luego se volvió a casar. Entonces, claro, tú piensas sin esfuerzo con todo eso cómo será la vida de esta mujer, pero aun así dotó a Fernando de altísimas dosis de libertad, de cariño y de comprensión. Era, además, una mujer que murió en 2001 y ejercía una cosa magistral, muy culta: hacía de profesora, lectora, y, sobre todo, muy madre para con Fernando.

P: De nuevo, es un arquetipo también reconocible en 'El hijo de Greta Garbo' de Francisco Umbral que evocaba la juventud de su madre

R: Yo no quería que Elena Dragó quedase en el olvido, porque -y eso se desprende de muchas de las cartas- la cabeza de familia era ella: sacó adelante a Fernando hijo cuando a Fernando padre lo asesinan en la guerra. Lo saca adelante, también, con la ayuda de la familia hasta que Fernando tiene ocho años. A partir de ahí se casa con el segundo marido, el cual tenía un carácter muy, muy llevadero y quiso a Fernando desde el primer día (trabajaba, llevaba dinero a casa, etc.). Recordarla no es solo para sus hijos, ya que Fernando tuvo dos hermanos más, sino para los nietos.

P: ¿Te ha costado calzar la cronología en las cartas? Hay cierta imprecisión en las memorias del escritor…

R: Hombre, fue sin duda una de las cosas que más trabajo me llevaron. Lo que pasa es que había tantísimas cartas -relativamente bien ordenadas- que solo el hecho de elegirlas y leerlas ya lo iba hilvanando. Además, a mi favor jugaba que Fernando, claro, en los siete años que estuvimos me había contado todas esas historias.

P: Siendo un gran bígamo Dragó, sorprende la empatía y culpa luego de las infidelidades ¿No rompe en parte el mito de misógino mayor que tejieron las feministas radicales?

R: Bueno, es que nunca fue como las feministas le veían. Realmente yo, que soy mujer, también sé el demonio que he sido para estas. En el caso de Fernando, claro, es que hay que vivirlo: yo nunca me he sentido tan mujer, ni tan querida, ni tan amada, ni tan respetada, como cuando he estado con Fernando. Entonces, ese mito (“Dios mío, el Dragó, el malvado Dragó”), o ósea no existe.

P: Otra gran sorpresa es su vinculación al PCE en los años 50 – 60, mucho más profunda de lo que dice en sus memorias ¿Se le reconocerá como represaliado de la dictadura alguna vez?

R: A ver, la vinculación de Fernando con el Partido Comunista no era una cuestión puramente ideológica. Él siempre decía “soy un niño bien del barrio de Salamanca y si no puedo cazar leones en África, la mayor aventura que puedo correr es meterme en el Partido Comunista”. Y, así, con un poco de suerte, que lo enchironasen en Carabanchel: para él era vivir su primera gran aventura. Salió muy rebotado del Partido Comunista y esto lo he hablado mucho con él, ya que no podía con la disciplina, la incoherencia y la hipocresía.

P: Pero es estrictamente un represaliado: estuvo en la cárcel y sufrió arresto domiciliario

R: Probablemente, si todos somos lógicos, se le puede considerar así, ya que hay que recordar que estuvo siete años exiliado en Italia.

P: ¿Sabes que en el mismo año que Dragó era represaliado sin final por la dictadura, 1961 -arresto domiciliario, cárcel, etc.- Vázquez Montalbán escribía en el diario Solidaridad Nacional a favor del régimen? ¿Conocen este dato Antonio Maestre o Pablo Iglesias?

R: Pues, hombre, la verdad es que no me gustaría meterme en estos temas, pero ojalá lo supieran. Ojalá fuesen conscientes de que lo de antes no es todo como ellos lo pintan. La historia política de Fernando es notable: tuvo tres sentencias, una condena en firme, etc.

P: Es bastante represalia, vaya. Es el último gran periodo duro de la dictadura, antes de que a finales de los 60 se abriera un poco la mano…

R: En esos momentos el régimen ya tenía un toque paternalista. En una de las detenciones de Fernando hay un momento muy simpático: los grises estaban en la puerta de la casa y, cuando refrescaba un poco, entraban dentro a jugar al Mus, a tomar Chinchón, etc. (risas)

P: La frase de Tierno Galván: “El franquismo es una dictadura muy atenuada por la incompetencia”

R: La primera vez que Fernando sale de Carabanchel, cuando se le concede libertad provisional, es por la Nochebuena del 24 de diciembre: querían que los presos pasaran esta con sus padres.

Si todos somos lógicos, se le puede considerar como un represaliado, ya que hay que recordar que estuvo siete años exiliado en Italia.
Pregunta: Plácido de Berlanga, claro. Quiero pasar al tema oriental ¿Cambió la India a Dragó? Veo perfectamente a un escritor a lo Tamames, aburrido socialdemócrata, de no haber conocido la mística asiática

Respuesta: Pues seguramente lo que pasa es que eso estaba escrito, porque nadie se va a un sitio como Katmandú en una época en la que ningún españolito iba. Debes tener una pulsión, algo que se transforme dentro de ti: cuando Fernando bajó las escalinatas del Ganges y vio el amanecer, se daría cuenta de que algo está cambiando dentro. Cuando regresó a España todos aquellos que se habían quedado aquí dijeron “ha vuelto otro Fernando diferente”.

P: ¿De verdad Dragó pasó por Camboya en medio de la ofensiva del Tet? La imagen de un autobús ametrallado por el Viet Cong en la que está un exiliado comunista del franquismo es toda una paradoja

R: Hay una foto de ese momento, debe de estar en Castilfrío, donde están todos los guerrilleros junto a Caterina (la madre de Ayanta) y Fernando en el suelo. Es verdad que en las cartas que le enviaba su madre eso se relata, pero se relata de una forma un poco más suave: era duro que su príncipe, su primer hijo, su primogénito, esté en semejante guerra. En muchas de las cartas se desprende esa preocupación de decir “Dios mío, a ver si va a volver este hijo”.

P: Háblame un poco de Ángel Sánchez-Gijón; padre de Aitana y clave en todos estos viajes de ese particular Tintín que fue Dragó

R: Como Fernando decía, eran dos que cabalgaron juntos, ¿no? Fue clave por todo lo que vive en la casa de Monteverde, en Roma, porque allí conoce a Caterina. Evidentemente Ángel fue fundamental en la trayectoria también política y personal de Fernando. De esa relación, de ese amor, nació un ser maravilloso que es Ayanta. Yo, evidentemente, a Ángel no lo conocí, pero sí conozco a su hija Aitana: otra maravilla de mujer que es casi hermana de Ayanta. Mantuvieron la relación de sus padres.

P: ¿No fueron las amistades más largas las que trabó Dragó en prisión de los 50 a los 60? Sobrevivieron incluso a las banderías ideológicas

R: Sí, sí, por supuesto. Me llama mucho la atención, porque ya en los últimos años de vida de Fernando tenía una tertulia con lentejas en el Café Gijón. Y yo a esta le acompañaba muchas veces: en ella había un par de personas que seguían convencidos de las ideas de la izquierda y es que eso era lo bueno de Fernando, ¿no? Que veía más allá de ideologías. Él decía siempre “no tengas ideologías, ten ideas”. Lo llevó siempre a rajatabla.

P: Es muy codornicesca -¡esa mención a las faldas escocesas!- la carta de perdón al político Antonio María de Oriol, ministro de justicia requeté, de Dragó en 1970 ¿Cómo llegas a ella? Es un documento de oro

R: Esa sí que estaba controlada: me la facilitó Fernando. Es un documento de oro para historiadores, pero para mí es un texto divertidísimo, sobre todo por cómo se desenvuelve ese proceso. Él está en Italia después de todos los viajes harto del exilio y echa de menos España. Está a punto de ponerse a escribir 'Gárgoris y Habidis' con todo lo aprendido. Entonces un buen día usa el I Ching -el libro de las mutaciones- y este le anima a escribir esa carta.
¿El problema? Fernando no sabía cómo se llamaba ese ministro, con lo cual escribió la carta a máquina, se guardó una copia, y en el sobre puso solo su nombre dirigido al ministro que corresponda (Ministerio de Justicia, Madrid). Y eso, como todo lo que le pasaba a Fernando, es por carambola ya que llegó al ministro Antonio María de Oriol el día de San Antonio (su santo). Entonces, claro, le hizo tanta gracia, le dio tanta ternura a ese ministro, que le respondió inmediatamente y pudo regresar a España.

P: Y es fascinante esa aceptación de derrota en la misiva: “este exilio ha perdido su razón de ser”.

R: Sí, porque él estaba ya revenido del Partido Comunista, y consideraba que la vida iba de otra cosa.

P: En cierto sentido, Dragó abandonó el antifranquismo justo cuando este empezaba a dar réditos laborales

R: Sí, pero Fernando nunca fue, o nunca quiso ser, ni un funcionario, ni un oficinista, ni un político, eso le hubiese horripilado. Él, con tres años, dijo que quería ser escritor y eso lo iba a llevar hasta las últimas consecuencias. Incluso, dejó trabajos en Italia en la RAI o en la NHK de Japón por irse a viajar. Eso sí, cuando lo hacía era el más trabajador de todos, pero su misión era otra.

P: ¿No tienen mucha picaresca las relaciones de los progres con la dictadura del 66 al 75? Es decir, salvo casos puntuales -ETA o la universidad- todo el mundo transige con Franco. Nadie quiere recordar que su antifranquismo es un poco de pantomima

R: Bueno, es muy extraño, pero es que eso yo no lo viví, ni tú tampoco. Contado por Fernando es que el mundo y la vida era otra. Es decir, esa cosa de querer más por amistad que por una ideología incluso en la cárcel. En esta había gente de todo tipo y se compartían los bocadillos. Cuando la madre de Fernando les llevaba un flan era un gran jolgorio: un flan de doña Elena.

P: Háblame de Gárgoris y Habidis; la biblia del mundo paranormal español y del que salen decenas de estudios que han aprovechado Javier Sierra, Iker Jiménez y otros…

R: Este libro es un milagro porque lleva 75 ediciones y está desde 1979 permanentemente en librerías. Lo que más me interesa es cómo surge en la cabeza de Fernando: él aprende un millón de cosas de mística, de espiritualidad en oriente. Y cuando él vuelve a España, en la calle del doctor Cortezo en Madrid, se da cuenta de que en una fachada hay un rótulo renegrido en el que pone Tahona. El leer eso le emociona y se da cuenta de que por fin ha vuelto. Entonces, empieza a pensar si en España él podrá encontrar todas esas cosas que su día vivió y sintió en oriente. Empezó, así, esa delirante investigación de centenares de libros y de fichas (se conservan en Castilfrío).

P: Es un caso raro de obra investigada, bien escrita, pero fuertemente anti racionalista. Creo que Arcadi Espada arrasaría con cada página

R: Claro, pero es un trabajazo.

P: Las cartas acaban en los 70, con el premio nacional de literatura, pero ¿Podrías haber escrito más?

R: Podría haber escrito más, pero lo que pasa es que lo que yo quería con este libro era presentar de alguna forma al Fernando no público. Es decir, aquel anterior al Premio Nacional de Literatura: sus años de mayor expansión mental, cultural, sentimental y familiar: ese premio era el broche de oro.

P: ¿Él esperaba ganarlo?

R: No. De hecho, él -esto está contado en el libro- se entera en la radio de un taxi de camino a Lope de Rueda para ver a su madre. El taxista sintoniza a la radio, dan por esta los nombres de los ganadores, y al entrar en su hogar se abraza a su madre y lloran los dos, ya que ese premio no era sólo de Fernando sino también de Elena.

P: Y, la última pregunta, ¿Quedan más inéditos de Sánchez Dragó? Era todo un obrero de las letras…

R: Pues la verdad es que no creo que queden muchos más. En cualquier caso, es Ayanta quien debiera responderte a esta pregunta puesto que es ella la que se encarga de gestionar el patrimonio cultural e intelectual de su padre. Ojalá se puedan seguir publicando cosas de Fernando.

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