No pueden ser más propicios estos días para hacerse algunas preguntas y, por supuesto, para proferir algunas afirmaciones. Y eso es lo que hace el escritor Jon Juaristi, Premio nacional de Ensayo de Euskadi 2014, en A cuerpo de rey. Monarquía accidental y melancolía republicana, un ensayo publicado por Planeta en cuyas páginas Juaristi hace un recorrido y un análisis de la corona española.
Según el análisis de Juaristi, la monarquía constitucional española no se ha sostenido sobre “el fervor monárquico de la población, sino sobre un accidentalismo pragmático que ha comenzado a diluirse”. La crisis económica ha agudizado sin embargo la falta de legitimación de la institución y sus privilegios, ahora vistos como “desproporcionados en un régimen liberal democrático”.
“La monarquía no se sostiene en el fervor monárquico de la población, sino sobre un accidentalismo pragmático”.
¿Es contradictoria la defensa de la Monarquía con la pervivencia de la democracia liberal? ¿Es el republicanismo algo más que una ficción idealizada de la Segunda República? ¿O es más un canto esencialista a favor de una reformulación de esa ansiada nueva España? Son ésas algunas se las preguntas de Jon Juaristi, quien pone sobre la mesa no sólo el pasado y el presente de la monarquía en España, sino también su futuro. ¿Existe algo parecido?
En este ensayo, Juaristi aborda temas relacionados como el republicanismo, el papel que desempeñaron el franquismo y el nacionalcatolicismo en su continuidad, la figura mítica de los reyes visigodos, la nueva sociedad burguesa, los conceptos políticos vinculados y sus semblanzas en los países de nuestro entorno.
De Franco a los elefantes, Letizia y Pablo Iglesias
Para poder hablar del papel de Felipe VI en un escenario monárquico inmediato, Juaristi se ve obligado a repasar el rosario de escenas embarazosas ofrecidas por la Corona española en la última etapa de Juan Carlos I. La idea estropeada de la ejemplaridad, el lento y corrosivo goteo del comportamiento de un monarca que parecía desconectado de la España a la que se debía.
Para referir y explicar el final de su reinado, Juaristi recurre primero a explicar el origen y la naturaleza del papel de Juan Carlos I como rey: “¿En qué consistió la heroica hazaña de don Juan Carlos, la que lo convirtió de rey impuesto sobre el tirano en rey amorosamente adoptado por el pueblo? Si buscaba la aceptación de éste, algo debía hacer para merecerla, no se la iban a dar por su cara bonita”.
Sobre Urdangarín: “Ha sido tan desleal respecto como lo habría sido cualquier nacionalista vasco en su lugar"
Reivindicando el olfato político del Borbón, Juaristi señala una preocupación que siempre rondó la cabeza del rey emérito: el hecho de que la adhesión a su persona no fuese la misma que sentía la gente por la institución, una sombra que desfigura en la actualidad la posible –o no- permanencia de la monarquía en España.
Sobre el final del reinado de Juan Carlos I, asegura: “ha conllevado una deslegitimación en orden inverso del proceso sucesorio. (…) La imagen de debilidad y decrepitud que mostraba resultó demoledora. A partir de ese momento, los españoles supimos que el ciclo de Juancarlismo había terminado”.
Luego de describirla como una “anomalía letal o letizial en el seno de la institución”, Juaristi se refiere sin embargo a Letizia como una baza a favor de la legitimación de Felipe VI. A Pablo Iglesias lo mete en el saco de la “vulgata sentimental del marxismo” y sobre Urdangarín asegura: “Ha sido tan oportunista y desleal respecto a la monarquía como lo habría sido cualquier nacionalista vasco en su lugar, aun casado con una infanta no excluida de la línea sucesoria. Euskadi y yo somos así, señora”.
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