El bando nacional no fue una fuerza monolítica, ni mucho menos. Cimentado en la Guerra Civil, en él confluían el ejército, la iglesia, el partido único creado en 1937, los carlistas, los alfonsinos, los juanistas… Demasiados actores cuyas diferencias acabarían por salir a la luz y que han sido plasmadas por el historiador Joan Maria Thomàs en Franquistas contra franquistas. Luchas por el poder en la cúpula del régimen de Franco (Debate).
El ejército, la iglesia, el partido único creado en 1937, los carlistas, los alfonsinos… Demasiados actores cuyas diferencias acabarían por salir a la luz
Pese tener un programa fundamental compartido, Thomàs nos muestra que el régimen no fue un bloque firme sino un conglomerado de fuerzas conflictivas que se mantuvo durante cuatro décadas gracias a los equilibrios internos que se llegaron a alcanzar, en buena medida, por una estrategia de control orquestada y ejecutada por Franco. Esta investigación saca a la luz el enfrentamiento de las distintas facciones provinciales, locales y estatales, así como de los 13 gobiernos que Franco nombró desde 1938 hasta su muerte.
Joan María Thomàs ha dedicado buena parte de su obra al estudio del franquismo. Suyos son los ensayos Los Fascismos españoles o El gran golpe, libros que han puesto al descubierto detalles desconocidos de unas décadas fundamentales en la historia de España. Ahora, este trabajo muestra un enfoque relativamente desconocido para el gran público: un franquismo fragmentado y jalonado por facciones de distinto signo.
-¿Se ha impuesto la propaganda sobre los hechos? ¿El discurso de un franquismo monolítico no era tal cosa desde el comienzo o a partir de un momento específico?
-La dictadura se vendió mediante su propio discurso unívoco. Si a eso se suma la censura de todo tipo de conflicto, es posible constatar el esfuerzo por dar una imagen de unicidad frente a un bando republicano que se vendía como especie de caos y maldad. Ha sido la labor de los historiadores desenterrar cómo el bando franquista mezcla un conjunto de grupos y sus luchas internas del poder.
Joan María Thomàs muestra un franquismo fragmentado y jalonado por facciones de distinto signo
-¿Cuál de todos era el más fuerte? ¿El ejército? Y en ese caso cuál: ¿el que formó el franquismo o aquel que apoyó desde un comienzo el alzamiento?
-Piense que estamos hablando de instituciones, sectores sociales y partidos unidos contra la República. Si tuviéramos que definir habría que citar el ejército, el partido único y la iglesia. Piense que el vector que llevó la iniciativa fue el ejército apoyado por partidos de extrema derecha y la connivencia de la iglesia. Eso se vio en los primeros años de la Guerra Civil. Lo importante era destruir; después, más adelante, se vería qué harían.
-¿El proceso contra Gerardo Salvador Merino puede considerarse la primera purga dentro del franquismo?
-La primera del todo fue la creación de un partido único por decreto. Eso ya planteó algunos problemas. La segunda es aquella en la que los fascistas se hacen fuertes dentro de ese partido único. Para evitar que el partido fuera sinónimo de distintas caras o ideologías juntas, Franco emprende una ofensiva. Pero queda una rémora: Gerardo Salvador, de los sindicatos verticales fascistas, en cuyo nombre se hace un avance de ese sector.
-¿Pero cuál es la razón por la que resulta derrotado?
-Es Franco quien acaba con Gerardo Salvador. Sin embargo, sus enemigos aceleran su caída con una ficha masónica. Y finalmente, la cuarta es la crisis en la que se enfrentan falangistas y carlistas. Ahí está envuelto el ejército y ése es el que tiene más consecuencias políticas.
-Es decir, las patas más importantes de un franquismo sólido fueron el partido único y el ejército.
-Sí, pero ambos le dieron trabajo a Franco. En una etapa primera el ejército estaba dividido entre quienes querían apartar a Franco para dar paso a la monarquía. Además, las sucesivas disputas del partido hicieron necesario que Franco interviniese para conseguir domesticarlo y castrarlo por completo. El partido único fue su mecanismo base de masas. Sus integrantes le guardaban fidelidad porque se lo debían todo a Franco: cargos en una burocracia que él había levantado; pisos que les cedió para vivir… Se lo debían todo.
El partido único fue su mecanismo base de masas. Sus integrantes le guardaban fidelidad porque se lo debían todo a Franco: cargos, viviendas...
-¿Eso explicaría esa facción que ‘añora’ o ‘exculpa’ al franquismo?
-El grupo que reivindica el franquismo está mucho más enraizado de lo que la gente cree. Porque es una situación que se ha ido enraizando. Pero hay que decir algo: la Guerra Civil no fue producto de una minoría de obispos y adinerados que fueron contra una mayoría. Hubo dos bandos y ambos tenían fuerzas de calle. Que Franco hubiese continuado el pensamiento guerracivilista, los ganadores y perdedores, lo demuestra.
-Ya pero la realidad es que quienes mejor vivieron pertenecían, claro, al bando vencedor.
- En España opera un cambio político, pero no lo olvide: también sociológico. La clase sindicalista de los años treinta es muy distinta de la de los 70. No sólo porque fuese mayor en número sino porque está más despolitizada. ¿La razón? Porque el régimen propició esa desmovilización. Eso ocurrió a partir de los cincuenta y en los setenta. La idea es que mediante cambios económicos que generaran mayor bienestar y que la gente aceptara pasivamente al régimen y lo viera como el gran hacedor. Todo eso era compatible con la persistencia de la represión. Durante el franquismo la represión mató a un total de 150.000 personas, de esas una buena parte se concentra en los años treinta, cuando se fusilaron 20.000 personas al año. Si se compara eso con los años siguientes, la cifra es mucho menor.
-Si lo comparamos con los fascismos europeos, que usted ha estudiado en otros libros, ¿cómo se entiende el régimen de Franco?
-Yo no creo que el régimen de Franco fue fascista, fue una dictadura ‘fascistizada’, es decir, tendría un componente fascista pero no es un régimen como el nazi o el italiano donde un partido y un hombre tienen todo el poder. En el caso de España habrá que compararlo más con el Portugal de Salazar o la Francia de Vichy. Decir esto puede parecer a ojos de algunos una exculpación, pero no lo es: los historiadores tenemos que distinguir y definir unas situaciones respecto a otras.