Son siete, provienen del medio académico y ninguno supera los 37 años. Si hay algo así como una foto de grupo o un anuario de la saludable progresía, ellos aparecerían retratados con sus sobrias americanas. Se trata de Politikon, un grupo interdisciplinario que reúne a sociólogos, economistas, politólogos, matemáticos o ingenieros, quienes desde el año 2010 pusieron en marcha la Web del mismo nombre, en la que buscan dar respuesta a los temas sociales y políticos más urgentes usando para ello una herramienta básica: datos. Esta semana han presentado La urna rota, un libro que diagnostica los problemas del sistema político de la España actual, a la vez que plantea posibles soluciones. Eso sí: lo hacen sin ñoñeces, catecismos ni excesivas buenas intenciones.
El más joven de sus integrantes nació en 1988. No son dolientes -todavía- de ningún proceso político cerrado; nadie, de momento, les debe nada. Son profesionales independientes. Han pasado por el Banco Mundial, la Universidad de Ginebra, la investigación en ciencias sociales y los modelos matemáticos. No leeréis en sus páginas reproches del tipo “el futuro no es lo que nos prometieron”. Ellos se ciñen a los datos y a un razonamiento para darles sentido. Ese es el punto de partida de Jorge Galindo, Kiko Llaneras, Octavio Medina, Jorge San Miguel, Roger Senserrich y Pablo Simón, integrantes de Politikon y autores del volumen publicado por Debate.
Subtitulado con la declaración de intenciones sobre “cómo recomponer nuestra democracia”, La urna rota está dividido en dos partes. La primera, dedicada a describir los problemas principales que afectan al sistema político e institucional español, identificando sus rasgos definitorios y probables causas: partidos defectuosos y élites mediocres; lo que ellos llaman el maquiavélico sistema electoral español; la corrupción y su impacto en funcionarios y la consolidación de una monocracia; así como el problema sobre quién vigila a los políticos y el “cóctel fatal de la burbuja”.
"Tenemos unos representantes que pueden gustarnos más o menos, pero son un reflejo de las instituciones que tenemos"
La segunda parte del libro enlaza cada una de las causas enunciadas con posibles alternativas para superar cada uno de los obstáculos identificados: reforma electoral; primarias abiertas o cerradas; transparencia, control, acción civil y lobby ciudadano, así como políticas públicas basadas en la evidencia. Cierran además con una reflexión que enfrenta dos elementos, la “democracia directa frente a la tecnocracia omnímoda”. Hay algo muy claro en el punto de partida de quienes integran Politikon. Aquí no caben explicaciones deterministas del tipo: “esto nos pasa porque somos españoles”. Así lo aclaran el ingeniero Kiko Llaneras y Octavio Medina, economista y especialista en temas relacionados con educación y políticas públicas.
“Tenemos unos representantes que pueden gustarnos más o menos, pero son un reflejo de las instituciones que tenemos. Por eso en el libro hablamos de las estructuras de gobierno”, explica Llaneras, quien además es un estudioso de modelos matemáticos. “La posibilidad de encuentro entre representantes políticos y la ciudadanía no es solo electoral. Ese es uno de los primeros filtros entre ciudadanía y élites políticas; pero a ese suma el sistema de partidos e incluso el esquema de organización de la administración pública, un sistema que distribuye a la gente de determinada manera. Por eso intentamos explicar en el libro cuáles la relación entre todos estos actores”.
"Aquellos que desean cambios deben presionar por ello: lobby ciudadano, acción civil. Ese es el objetivo..."
El hecho de que la gente proteste más, ¿realmente significa que hay más conciencia política? Esa es una de las preguntas que se desprende de la lectura de este ensayo. “El problema es que no hay mecanismos para canalizar todo el desencanto existente. De la misma manera que no existe una distribución de responsabilidades de la crisis. Un ejemplo puede ser el 15M…”, comenta el sociólogo Jorge Galindo, para quien la efectividad de una articulación o una protesta depende, en buena medida, de su naturaleza. “Aquellos que desean cambios deben presionar por ello: lobby ciudadano, acción civil. Ese es el objetivo y eso es lo que, a nuestro juicio, falta en España: llegar a la mesa a negociar con los políticos”, dice Galindo apostillado por Medina.
Y de esa idea de fondo surge una de las argumentaciones más sólidas del libro: “La sociedad civil española ha sido hasta ahora reactiva. Nos ha faltado proactividad, con un objetivo bien definido, que es lo que permite ir a pedir cosas concretas y transmitir un mensaje. No es sólo poner preocupaciones en la agenda política sino también vías de solución”, acota Kiko Llaneras.
"Queremos demostrar que estamos a favor de la política. Esta discusión no puede darse fuera de ella"
La pregunta sobre la naturaleza ideológica de determinadas acciones también encuentra eco en La urna rota. “En España tenemos problemas para establecer, por un lado, cuáles son los fines y, de forma distinta, qué medios podrían emplearse para llegar a ellos. En ese sentido, el libro es un paso más en el trabajo que venimos desarrollando desde hace tres años”, explica Octavio Medina, quien además deja muy clara –o intenta dejarla- una idea: “queremos demostrar que estamos a favor de la política. Esta discusión no puede darse fuera de ella. Queremos mostrar que los partidos son importantes: representan objetivos e intereses organizados. Eso siempre va a estar ahí. La sociedad civil es un complemento del sistema de partidos, no su sustituto”.
¿Cómo se han relacionado en España los discursos políticos con sus intereses? ¿Hay una crisis concreta de las ideologías? A la pregunta, Jorge Galindo asume dos posturas: hablar de crisis de la ideologías, -a su juicio una idea medio neo-Fukuyama, algo así como el fin de la historia en segunda parte-, “que es una opción que no asumimos”, explica, y otra, que tendría que ver con “la poca correlación entre intereses e ideologías”.
Esto fue lo que, a su juicio, ocurrió durante la burbuja: “con un flujo de crédito enorme y con las cosas yendo tan bien, quién iba a proponerse una alternativa. Ahora que ciertos proyectos se han venido abajo, resulta mucho más difícil para los portavoces. Si a eso se suma que tenemos un sistema de organización de las élites defectuoso, con poca competencia interna dentro de los partidos, ocurre lo que estamos viendo”.
"La sociedad civil es un complemento del sistema de partidos, no su sustituto"
El debate debe comenzar un paso atrás, aseguran. La urna rota propone así la necesidad de ser conscientes. “Demandamos un representante más cercano al votante, por ejemplo, las listas abiertas”, explica Kiko Llaneras. “Pero eso hace necesario un debate; si no sabemos qué beneficia y qué perjudica es muy complejo concretar una reforma”.
Fallan las élites: por su incapacidad para medir el alcance de su caducidad. Fallan los ciudadanos, todavía demasiado pasivos. Fallan los diagnósticos y las políticas públicas. En esa relación de fuerzas, Politikon –quienes paradójicamente vienen de un estrato técnico- se muestran especialmente escépticos con el alcance real de lo que una alternativa tecnocrática pueda significar al momento de plantear una estrategia política.
Al respecto, Kiko Llaneras no puede ser más tajante. Nuevamente la palabra ideología entra en la discusión: “Somos conscientes de que todas las decisiones importantes que se toman y se asumen en una sociedad deben ser el producto del consenso, de un debate político. Querer más igualdad no es una decisión técnica, es una respuesta política. Ese fue el punto de partida: distinguir entre fines y medios. Los fines suelen ser ideológicos (qué sociedad quieres) y los medios (qué quieres conseguir) la técnica puede ser más útil”, dice.
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