La Fiesta del Cine cerró la semana pasada su 20º edición con unas cifras positivas (más de 970.000 espectadores) y ya hay fecha para la próxima semana de promoción, que se celebrará en octubre. Con precios reducidos a 3,5 euros y el éxito que se repite en cada ocasión, la pregunta, como un mantra, vuelve a rondar la cabeza de algunos espectadores. ¿Qué ocurriría si ir al cine en España fuese más barato? ¿Subiría el número de espectadores? ¿Se llenarían las salas?
Al margen de otras promociones propias, todos los cines cuentan con precios reducidos en el día del espectador. A pesar de ello, el Gobierno anunció recientemente su objetivo de rebajar la cuantía a dos euros para los mayores de 65 años, con el fin de fomentar el regreso a los cines de una parte de la población que había abandonado esta forma de ocio tras la pandemia. Podemos incluso propuso aumentar esta bonificación a otros colectivos vulnerables, como los desempleados o la población con edades entre 15 y 29 años. De nuevo, la misma pregunta: ¿es entonces caro ir al cine en España?
"En una situación complicada como la que está viviendo el sector después de la pandemia e incluso a nivel socioeconómico, vemos que no se están produciendo incrementos significativos en las entradas de cine. Los cines están aguantando en la medida que pueden una contención del precio, e incluso aumentan su oferta de promociones para facilitar la vuelta de los espectadores", señala a Vozpópuli Luis Gil, director general de la Federación de Cines de España (FECE) acerca de los precios en el contexto de inflación y de aumentos de gastos e las familias como las hipotecas.
Los exhibidores defienden que "el precio medio de la entradas de cine no ha tenido unos incrementos sustanciales en comparación con el aumento de los costes que se observa en la actualidad"
Para los exhibidores, el principal problema tiene que ver con la percepción, algo en lo que ha influido sustancialmente "la llegada de la tecnología y la facilidad del acceso a los contenidos", así como la "falsa sensación que produce internet de que todo es gratis, más el auge de la piratería". Además, defiende que "el precio medio de la entradas de cine no ha tenido unos incrementos sustanciales en comparación con el aumento de los costes que se observa en la actualidad" en otros productos.
En cualquier caso, si se atiende a última la Encuesta de Hábitos y Prácticas Culturales en España, que realiza el Ministerio de Cultura y Deporte, publicada en septiembre de 2022, entre los motivos que encontró el 33% de los entrevistados para no ir al cine destacan asuntos vinculados al covid, seguidos por la falta de tiempo (15,8%), el precio y la falta de interés (12,9%), la preferencia por verlo en televisión, video o Internet (8%) y la escasez de oferta (7,4%).
El precio, pues, no es el principal obstáculo, aunque aún hay quien se resiste a ir al cine. Según esta misma encuesta, en el pasado año, la cuarta parte de la población (27,7%) asistió al cine, 30,1 puntos porcentuales menos que en la anterior edición de la encuesta.
Precio de entradas de cine: entre 4,90 y 10,8 euros
Según el estudio publicado por Facua en diciembre de 2021, el precio medio más alto de las capitales autonómicas de España se encuentra en Madrid (8,89 euros), seguido por Barcelona (8,67 euros) y Valencia (8,10), mientras que la ciudad con un precio medio más bajo es Las Palmas de Gran Canaria (4,90 euros), seguida por Palma de Mallorca (6 euros) y Santander (6,60 euros). Además, según este análisis, Madrid tiene también la entrada más cara (10,8 euros) y Las Palmas de Gran Canaria la más barata (4,90 euros).
Pero, ¿qué se paga cuando se obtiene entradas de cine? El director general de FECE señala que la sala de cine tiene "una función de recaudador de la taquilla que luego repercute en el resto de la industria", por lo que el precio no indica tanto el beneficio del recinto como el medio por el que el espectador paga todo el trabajo, como ocurre en la venta de libros o de música. En concreto, de cada entrada, el 10% va destinado al IVA; el 3% a derechos de autor; el 43,5% a los distribuidores; y el 43,5% a los exhibidores.
A pesar del éxito de la Fiesta del Cine, los exhibidores sostienen que estos resultados "tienen un impacto positivo limitado", por lo que no deben verse como un modelo estable en el tiempo, sino que han de mirarse como una promoción de "estímulo" y de "fomento" para animar al público que de forma habitual no va al cine y aumentar en general el número de espectadores, en especial en una normalidad tras la covid que no termina de llegar, con unas cifras un 40% por debajo a las alcanzadas antes de la pandemia.
Facua ve "fundamental que las administraciones actúen contra una fórmula fraudulenta para inflar beneficios que es obligar a comprar productos en la propia sala si se quiere beber o comer allí"
Sin embargo, al precio de las entradas de cine se suma habitualmente un añadido que nada tiene que ver con este reparto entre los diferentes actores de la industria cinematográfica: la restauración. Palomitas, chocolate o refrescos están inevitablemente asociados a la experiencia de acudir a las salas de cine y esto incrementa notablemente la elección en aquellos cines que permiten el consumo de alimentos y bebidas, que son la gran mayoría. Ahí se encuentra para muchos el problema, donde los precios aumentan de forma considerable.
En este sentido, desde FACUA señalan que ven "fundamental que las administraciones actúen contra una fórmula fraudulenta para inflar beneficios que es obligar a comprar productos en la propia sala si se quiere beber o comer allí". De hecho, según apuntan, la asociación de consumidores ha interpuesto una acción de cesación en los juzgados de primera instancia de Madrid al considerar que la cadena Yelmo Cines incurre en una cláusula abusiva con la que limita los derechos de los consumidores, al no permitir el acceso a sus salas con bebida y comida comprada fuera de sus establecimientos.
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