Entre estos autores semiocultos, para paladares selectos, destaca como nadie Grace Morales (Madrid, 1969). Una de nuestras mejores conocedoras de la música popular, ha hecho una genealogía admirable de ritmos y danzas a través de su fanzine 'Mondo Brutto' y más tardíamente en publicaciones como 'Jot Down' o 'La Vanguardia'. Ahora, para disfrute de todos, lanza un trabajado estudio de nombre Damas del blues: Madres, reinas y emperatrices (Editorial Milenio, 2023). Un tema casi inédito en castellano y que supone un cuaderno de viaje al sur profundo negro tan necesario como bien investigado. Vozpópuli charló con Morales de este tema y otros que atraviesan un mediodía estadounidense marcado a fuego por la esclavitud.
Pregunta. ¿Cómo surgió la idea de abordar este tema? ¿Descarte del fanzine 'Mondo Brutto'?
Respuesta. No, fue una idea que se me ocurrió después de escribir un artículo para 'Jot Down' (Damas del blues escrito por Grace Morales) allá por 2015.
P. Me fascina que llegaras a estas cantantes de blues a través de tu padre, neocatecumenal, en un caso de difusión cultural raro ¿Tal era el poder de sus voces en tu adolescencia?
R. Eran poderosas sus voces, sí, las de mi padre, pero yo no yo llegue a las cantantes de blues entonces. Todo lo que escuchaba por entonces eran espirituales, y muy limitados. Encontré a Mahalia Jackson en Imitación a la vida, que era una favorita de mi padre.
P. Cuéntanos un poco sobre los shows de “minstrel”, las compañías negras de entretenimiento del siglo XIX al XX. Es una parte fascinante del libro…
R. El “minstrel” fue un show que tuvo un éxito impresionante en todo en el sur de Estados Unidos. Al principio, lo hacían los blancos, con la cara y las manos tiznadas de maíz quemado, imitando y burlándose de los negros, pero, más adelante, fueron los propios negros quien se unieron para hacer sus espectáculos: tocaban música de todo tipo, desde orquestas militares, vodeviles, canción popular, etc. Pero lo más increíble de todo era que ellos – los negros- también iban con las caras y las manos tiznadas de negro…
P. ¿Existió un predominio de mujeres en esos shows de vodevil? Una figura primigenia de los ritmos afroamericanos, la mujer negra con el ukelele, aparece allí…
R. La mujer tardó un poco en aparecer en esos “minstrels”, pero una vez en ellos, se hizo inseparable. Ma Rainey viene de allí.
P. ¿Qué es blues? No lo dejas claro en el libro ¿Resulta difícil de definir?
R. Yo creo que sí. El blues es la música original del campo, la que cantan los negros en esclavitud, después la que mezclan en Nueva Orleans con otros ritmos, y la que se hace pop cuando llega a Chicago.
P. ¿No te parece que jazz, blues y demás músicas afroamericanas son casi imposibles de separar en su génesis? Parecen como ritmos de nicho, de negros y para negros, que al alcanzar público blanco se diversifican y doman…
R. Blues y jazz parten de un origen distinto, pero sí es verdad que al que caer en manos de las disqueras, su origen se estratifica, le ponen un nombre identificable (blues, jazz) y así los diferencian y los ponen en manos de todos los públicos (blancos también y sobre todo).
P. ¿Por qué hubo tanta resistencia en los entornos de jazz al primer blues? Su expansión es muy tardía…
R. Los aficionados y, sobre todo, los críticos, despreciaban el blues porque era una música relacionada con la esclavitud, y ellos estaban ya en otro orden de cosas. Vivían en ciudades, y despreciaban todo aquel pasado.
P. ¿Hubo más mujeres en el blues que en el jazz? No solo por las cantantes que mencionas, sino porque la figura tópica del “jazzman” estragado, como de novela de Anagrama, domina toda la mitología del segundo….
R. No, hubo prácticamente las mismas. Lo que ocurre es que sus vidas y sus obras quedaron oscurecidas por “la Mafia del Blues”.
P. Cuéntanos un poco sobre Ma Rainey; toda una fuerza de la naturaleza. ¿Fue pionera de temas lésbicos en el blues? No citas otros nombres antes…
R. Antes, no había cantantes de vodevil/ blues. Antes desde luego de los discos, y los escasos registros históricos. Ella fue la primera: primera en poseer una serie de teatros, primera en cantar sobre relaciones lésbicas (Prove it on me), etc.
P. ¿Es Bessie Smith la consagración de las mujeres en el blues? St. Louis Blues del año 1925 supone un clásico del movimiento
R. Ella es la que concita, en sí misma, el auge de una estrella increíble, y una muerte absurda. Incluso “la Mafia del Blues” la dedicaban más de un epígrafe cuando tenían que hablar de los comienzos de este género. Bessie Smith era conocida como la emperatriz del blues, por su voz prodigiosa, por su carácter indómito y su tendencia al cambio. Justo estaba a empezar un nuevo estilo, más cercano al swing, sufrió un accidente del que no se recuperó (hay rumores que cuentan que no la dejaron entrar en un par de hospitales por ser negra y así se desangró, pero no está contrastado).
P. ¿No es Nueva Orleans, donde la esclavitud fue menos laxa que el resto de Estados del Sur, una especie de isla libertaria para todos estos intérpretes? Lo parece en tu libro, donde trazas bien su origen multiétnico (fue colonia franco española en el siglo XVIII…)
R. New Orleans es un territorio que ha sido siempre cruce de caminos y cuna del jazz más originario, sitio donde se oía todo tipo de música. Si te arriesgabas a entrar en Storyville, podías encontrar bandas de todos los tipos.
P. ¿Existía público blanco para estas mujeres en el blues? Parece como si el jazz fuera lo único que podían paladear los públicos no negros hasta casi la mitad del siglo XX
R. Esta registrada la presencia de público blanco en los clubs de Chicago y New York. Más allá de esto, no tengo ni idea.
P. Quiero seguir con el tema del vudú y “hoodoo”, que tratas bien en el libro ¿Conoces que Orson Welles adaptó Macbeth con actores negros y la estética vudú / “hoodoo” en los años 30? Lo llevó a una isla del Caribe, que es casi una unidad cultural por el ritualismo con Luisiana.
R. Sí, convirtió Macbeth en una historia ambientada en una isla que parecía Haití. De repente, esas cosas que hacen los blancos para dar visibilidad a los negros cuando tienen dinero y mala conciencia.
P. Cuéntanos un poco las diferencias entre la religión vudú y el “hoodoo”, los ritos. Eres muy precisa al separar los dos en el libro: un ritual no tiene porqué emanar de una religión únicamente…
R. El “hoodoo” no es una religión, es un conjunto de ritos, conjuros y determinados poemas que utilizaban la comunidad negra desde su llegada a Estados Unidos, canalizados a través de “doctores” y “doctoras”, para mejorarles la suerte, la salud, el amor, etc. El vudú viene -en Estados Unidos- de Cuba, y sí es una religión que utiliza figuras católicas-antiguas haitianas a las que se reza. Luego está la variante espectacular que se vende en Nueva Orleans.
P. ¿Qué es el “mojo”? ¿Un amuleto consagrado? ¿Una especie de reliquia? Llega su influencia en la música hasta Come Together de los Beatles (citan “Mojo filter”) donde recrean un gurú de la contracultura
R. El “mojo” es un saquito lleno de hierbas o tierra escogidas por el “doctor” para contrarrestar la mala suerte o encontrar el amor, y se lleva en un lugar escondido.
P. ¿Has pensado en traducir el libro al inglés? Muchísima gente allí te reconocería el gran trabajo de divulgación de esa música
R. La verdad es que no. Yo, con tenerlo publicarlo, y además tan bien publicado, después de tantas penalidades que ha habido en el camino, me doy por satisfecha.
P. ¿Cuáles son tus próximos proyectos? ¿Seguirás con los libros musicales? ¿Discos de pizarra antes que de vinilo?
R. No, voy con la pintura. El próximo es sobre Hilma af Klint. Y habrá otro próximo sobre pintoras del mismo corte.
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