El primer recuerdo que Mary Beard conserva de algo como la historia o lo histórico proviene de una visita al museo Británico. Entonces tenía cinco años. Ante una vitrina de pequeños cofres egipcios, le pidió a su madre que la alzara en brazos para poder observarlos. Un conservador que estaba en la sala escuchó a la pequeña. Sacó unas llaves del bolsillo, abrió el escaparate, extrajo la caja y se la mostró muy de cerca. Casi sesenta años después, la especialista en los clásicos de la antigüedad y Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2016 no sabe si lo que recuerda es el objeto o el gesto de compartirlo.
Mary Beard se ha convertido en la principal divulgadora del mundo romano en el Reino Unido
Catedrática de Historia Antigua de la Universidad de Cambridge, Mary Beard (Munch Wenlock, 1955) se ha convertido en la principal divulgadora del mundo romano en el Reino Unido. Su obra escrita ha conseguido traspasar el coto académico y convertirse en auténtico fenómeno. Uno de sus libros más recientes es SPQR, una historia de Roma desde su nacimiento hasta el edicto de Caracalla, y que ha sido publicado en España por Crítica, el sello que ha traducido y editado buena parte de su bibliografía. Mary Beard ha presentado varias series en la BBC. Pompeya: vida y muerte en una ciudad romana (2010) fue vista por cuatro millones de personas. Pero a ésa siguieron otras más: Conoce a los romanos con Mary Beard (2012) o Pompeya: nuevos secretos revelados por Mary Beard (2016).
Hay algo en ella, acaso un sentido profundo de la comunicación, que le permite acercar a las personas al conocimiento
Su aproximación a la historia, basada en la idea de la duda, de no dar cosas por sentado, ha conseguido resituar y acercar el tema al gran público. Su blog (A Don's Life), los artículos de divulgación, su trabajo como editora de temas de cultura clásica en Times Literary Supplement, sus tuits, vídeos, conferencias y opiniones... El éxito ha sido tan potente como las reacciones en contra. Pero Mary Beard está por encima de algunas cosas, incluso de los linchamientos 2.0. Ha encarado a los trolls, aquellos que por su solo aspecto físico han decidido desacreditar su trabajo ante las cámaras. Beard ha librado esa batalla con empatía, humor e inteligencia. En ella la sabiduría no es postureo y podría pensar quien la escucha que le ocurre lo mismo que con la risa: no la controla. Esa manera natural de compartir aquello que otros preferirían que se mantuviese bajo llave.
Esta semana, la Premio Princesa de Asturias fue invitada por la Universidad Carlos III a Madrid, donde impartió varias conferencias, una en el Museo Arqueológico Nacional y también en el Espacio Fundación Telefónica. En el último día de su visita, Beard concedió cerca de cinco o seis entrevistas seguidas y sin embargo, nada en ella delataba cansancio o hartazgo. Su aspecto de abuela enrollada. Esa larga y blanca cabellera que a veces recuerda a la melena de Doris Lessing. La permanente sonrisa y el humor como el más brillante de sus argumentos. Todo en Mary Beard comunica. Todo en ella acerca.
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Asegura usted que los romanos fueron los primeros en desarrollar algo como un pensamiento globalizado. Han transcurrido más de dos mil años y mire, aquí el Brexit. ¿Qué pasó?
Me gustaría tener una respuesta sobre por qué parece que retrocedemos en esto del pensamiento global. Realmente me gustaría. Lo que sí creo que puedo hacer es plantear algunas preguntas al respecto. Parte del problema está en la desigualdad. No puedo hablar de España, porque no conozco la situación, pero en el Reino Unido lo que parece muy claro es que hay personas que han sido beneficiarias del acceso a Europa y al mundo globalizado, mientras hubo otras se quedaron atrás. Ahí hay un problema.
Los romanos y los griegos tampoco eran inmunes a esa situación, ¿no?
El problema es el salto, mejor dicho la contradicción entre ideas que van en dos direcciones opuestas. Por una parte existe un pensamiento progresista sobre la integración. Esta idea de moverse a Londres un día y estar en París a la mañana siguiente. Al mismo tiempo hay una sensación de quienes no quieren moverse. La pregunta de fondo sería: ¿lo que ocurre en el Reino Unido que lo que ocurre en EEUU es lo mismo? ¿Obedecen a la misma dinámica? Detrás de todo esto hay un sentimiento de no pertenencia o ideas muy diferentes acerca de lo que significa pertenecer.
En el caso europeo es manifiesto, ¿no le parece?
Una de las cosas que más se ha debatido en el Reino Unido es esta idea acerca de dónde o de qué somos ciudadanos. ¿Cuándo podemos decir que somos europeos y cuándo no? ¿Y... por qué? Hay personas que no están en capacidad de identificar a dónde pertenecen, ni tampoco el motivo exacto. El tema de la identidad en el mundo global tiene que ver con cómo enseñamos la historia. Y aunque quiero subrayar lo importante que eso es, también creo que estas ansiedades sobre la identidad son propiciadas, explotadas y manipuladas por alguien, por un poder interesado en crear ese fenómeno.
Lo importante es que seamos capaces de pensar históricamente, dijo en su discurso en Oviedo en 2016. ¿Realmente somos más capaces de hacer eso en el siglo XXI con respecto a alguien del XVIII?
Creo que a veces nos acomodamos en esta idea de que tenemos una visión más completa, profunda y amplia de la historia. No estoy muy segura de que sea así. Si pensamos en la historia como en una manera de entender unos hechos y relacionarlos con el pasado, es difícil llegar a saber si hemos avanzado. El debate tiene que seguir siendo productivo, pero no creo que tengamos una mejor visión del pasado o que seamos mejores historiadores ahora con respecto a hace 20 años.
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El conocimiento es político. En principio, democratiza. Usted, ¿qué opina?
Pensemos en algo. Si todos dijeran 'hemos estudiado a los griegos y los romanos en el instituto, vamos a dejarlo estar', pues mataríamos la historia. El conocimiento es democrático pero lo que realmente es efectivo es la capacidad de debate que podamos generar a partir de lo que aprendemos. ¿Quiénes pueden participar en ese debate y de qué forma? La idea de que todo el mundo puede acceder es una fantasía liberal, pero es mejor tenerla (aunque sea un deseo) que no tenerla en absoluto. Estoy muy feliz de poder usar la televisión para decirle a las personas: esto es interesante, puedes disfrutarlo e incorporarte. Todos podemos formar parte de ese intercambio.
"Estoy muy feliz de poder usar la televisión para decirle a las personas: esto es interesante, puedes disfrutarlo e incorporarte"
Hay una larga historia de obstáculos en el acceso de las mujeres al poder, pero eso no quiere decir que las mujeres no lo tuviesen. ¿Cuál es la diferencia entre tener un poder y ejercerlo?
El tema de las mujeres y el poder es muy complejo. Tendemos a pensar el poder de las mujeres con el enunciado ‘cuántas hay representadas en el parlamento’. Pensamos en el poder en términos masculinos. ¿Qué es para nosotros ser poderosos? Las mujeres han sido muy efectivas en determinados mecanismos, la pregunta es cuál es nuestra noción de representación de ese poder.
Usted de trolls ha escrito mucho y conoce el tema de primera mano. Hace unos días alguien dijo que ésa es la cuota que teníamos que pagar por vivir en un mundo más civilizado. ¿Qué piensa?
Siempre han existido personas a las que le incomoda el resto. No se trata de que antes todo el mundo fuese políticamente correcto y ahora, de la nada, salgan miles de personas que ponen verde a los demás escondidos detrás de sus portátiles -Mary Beard suelta una carcajada-. La gente siempre ha sido desagradable y, en el fondo, no podemos imaginar un mundo que sea siempre políticamente correcto. El problema está en el alcance global que eso adquiere y en su efecto instantáneo. Soy optimista con esto de los trolls. Apenas estamos en el comienzo de lo que sea en lo que vayan a convertirse las redes sociales. Cuando yo era pequeña, en el colegio, me enseñaban cómo se escribía y se dirigía una carta. A mí nunca nadie me enseñó a tuitear. Conseguiremos una manera de encausar esto.
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