Illumbe es una imaginaria localidad de la costa vizcaína donde abundan la bruma, la lluvia y los secretos. Está ubicada en la reserva natural de Urdaibai, junto a poblaciones como Mundaka, Bermeo o Guernica. En realidad, pedazos de todas ellas conformen el lugar creado por el escritor Mikel Santiago (Portugalete, 1975), que ahora publica Entre los muertos (Ediciones B), tercera y última novela de una trilogía con la que ha vendido más de 150.000 ejemplares.
Antes llegaron El mentiroso y En plena noche, que se parecen a Entre los muertos porque todas son thrillers que suceden en esa imaginaria localidad. Se trata de tres novelas trufadas de crímenes y mentiras que pueden leerse en el orden que cada cual prefiera, porque el escenario y algunos personajes se repiten, sí, pero no en un orden estrictamente cronológico, porque son obras independientes, con tramas propias que funcionan por separado. "El hilo conductor de la serie -explica su autor- es este universo de Illumbe".
Como en las obras precedentes, el escritor vasco apuesta por un inicio impactante. En este caso, es el accidente de coche que sufren dos amantes. Ambos sobreviven pero se separan para que no se descubra su amor oculto. Cuando ella, Nerea Arruti, que es agente de la Ertzaintza, vuelva a casa descubrirá que él, Kerman, ha muerto. Ahí se inicia un misterio que parece un campo de minas para una ertzaina que tendrá que afrontar el conflicto entre el deber y el deseo.
De las tres novelas, Entre los muertos, título con evidente homenaje a Hitchcock, es la que mejor cumple los cánones del género negro, porque la protagonista es una policía que investiga, al revés que en las obras precedentes. En ellas esta agente ya investigaba pero no ocupaba el papel central, reservado para personajes menos arquetípicos que sin comerlo ni beberlo se veían involucrados en crímenes donde se entrelazan el presente y el pasado, que siempre vuelve y que es decisivo en esta serie de libros. Esta última obra es la más romántica de las tres.
Con motivo del final de esta trilogía, el autor pasea junto a algunos periodistas, entre ellos quien esto escribe, por los rincones de Illumbe. Contra lo que podría parecer, Santiago vive en Bilbao y no en estas localidades de su particular universo: "Ya me gustaría vivir aquí, pero tengo que ahorrar mucho". Inventó este universo "como respuesta a un problema creativo", ya que la parte ficticia de Illumbe le permite tomarse mayores licencias respecto a la realidad, pero también como "homenaje" al lugar donde pasaba los veranos de niño, donde primero dio rienda suelta a su imaginación de escritor.
Esa ambientación en la costa vizcaína, ese pasado que regresa o la importancia de la música son capitales en esta trilogía. Pero lo que más abundan, aparte de los crímenes, son los secretos de los personajes. "Los secretos son fascinantes. Mis padres han muerto y estoy seguro de que los dos se llevaron secretos a la tumba. ¿Qué hacer con los secretos? Todos los tenemos y nos transforman. Lo interesante es cómo reaccionamos ante ellos. Cómo los manejas te va convirtiendo en lo que eres".
Acaba la trilogía, sí, pero no su localidad imaginaria. Santiago confiesa que volverá a Illumbe, aunque quizás con historias de otra época. No le faltan ideas, porque el mar, su mar, "es una fuente continua de historias".
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