Cultura

Españoles: la izquierda ha muerto

El sociólogo Ignacio Sánchez-Cuenca describe el ocaso de la socialdemocracia en su último ensayo

Asistimos a una presentación de libro, pero aquello tenía aire de entierro. La media de edad superaba ampliamente los cincuenta y la expresión de la caras tiraba a melancólica. El primer comentario fue para el diseñador de la portada: “Quiero felicitarle porque tuvo ojo y escogió el color negro para un ensayo bastante fúnebre”, explicó medio en broma el autor, Ignacio Sánchez-Cuenca, cuyos análisis se cuentan entre los más debatidos en prensa española.

El lugar del encuentro fue la nueva sede de la revista Contexto, una planta baja en el centro de Madrid, decorada con caricaturas de Simone de Beauvoir, Enrique Morente y Federico García Lorca. El texto para debatir se titula La izquierda: fin de (un) ciclo y compartía protagonismo con otro libro de Joan Herrera,  excoordinador de Iniciativa per Catalunya-El Verds, hoy fugado de la primera línea política para centrarse en el Instituto para Diversificación y Ahorro de la Energía (dependiente del Ministerio de Transición Ecológica del Gobierno de Pedro Sánchez). Herrera presentaba Fraternidad y ecología, un manifiesto en favor de usar la crisis del planeta como palanca para la democracia y evitar la llegada del ecofascismo. Ambos fueron publicados por Catarata. ¿Balance final de la tarde? Dudo que ninguno de los asistentes saliera más animado de lo que entró.

"Los antiguos partidos comunistas han desaparecido o quedan como reductos camuflados dentro de otras formaciones distintas; el sueño comunista pertenece ya a la historia”, dijo Sánchez-Cuenca.

Sánchez-Cuenca abrió juego con la sinopsis de su ensayo. “Parte de un análisis muy sencillo: si miramos como está la situación política en los países desarrollados, comparándola con la de hace cuarenta años, observamos varias cosas. La primera es que los antiguos partidos comunistas han desaparecido o quedan como reductos camuflados dentro de otras formaciones distintas; el sueño comunista pertenece ya a la historia”, dijo Sánchez-Cuenca en el acto donde acudió Vozpópuli.

Sin alternativa

Por otro lado, los socialdemócratas “se han pegado un batacazo enorme” en los últimos años. Desde los ochenta hasta el 2000 hubo una caída gradual y desde el 2000 hasta ahora se observa una caída en picado”, subraya. Podemos ir más atrás: entre los cincuenta y los ochenta la media de apoyo a la socialdemocracia estaba en torno al 35%, mientras que ahora se ha desplomado al 22, un descalabro sustancial. El hueco no ha sido cubierto por otras formas de izquierda. “Podemos tuvo un resultado espectacular en noviembre de 2015, pero desde entonces ha ido para abajo, la misma trayectoria que Syriza. También se ha desinflado Mélenchon en Francia”, recuerda.

Peor todavía: la izquierda occidental no sido capaz de articular una alternativa económica sólida la relato neoliberal. Diez años después del ‘crack’ de 1929, Franklin Delano Roosevelt ya tenía funcionando a todo trapo el 'New Deal', que inspiró numerosos programas de redistribución de renta en todo el planeta. La izquierda actual no ha conseguido poner en marcha nada parecido una década después de la Gran Recesión de 2008. “No hay recetas políticas progresistas, solo pequeñas reformas. Las ideas nuevas no son capaces de salir de los circuitos académicos e intelectuales”, constata el autor.

“España registra la mayor dependencia energética de los países de nuestro entorno. En concreto , un 76 por ciento y un 86 si contamos el uranio. La media europea es del 54%", destaca Herrera.

Podría argumentarse que esto solo es un ciclo, pero Sánchez-Cuenca argumenta que vivimos un cambio de época. “La ideología dominante ya no es política, sino económica, me refiero a lo que llamamos neoliberalismo. La economía domina ya todas las esferas sociales: esto no quiere decir que la política vaya a desaparecer, pero sí que va a desempeñar un papel residual, como lo tienen ahora relaciones que antes fueron dominantes, pongamos la familia o la religión”, señala. Pone el ejemplo de que la derecha supo imponer instituciones para mantener la ortodoxia económica (por ejemplo, los bancos centrales) pero la izquierda actual no tendría músculo para que se aceptara agencias por encima de los parlamentos para combatir el cambio climático.

España, economía con pies de barro

¿Qué nos jugamos en este debate? “Se está cerrando la idea de la democracia de la Ilustración radical, en virtud de la cual los ciudadanos se hacen dueños de su propio destino y de la Historia”, lamenta. Por eso ahora la izquierda anda dividida entre soberanistas (nostálgicos del antiguo poder del Estado) y otros que podríamos llamar posmodernos -para entendernos-, que consideran que esa batalla está perdida y hay que recurrir a nuevas herramientas ajenas al Estado. “La izquierda puede desaparecer, como hicieron otras corrientes políticas. Otra posibilidad es que el cambio climático suponga un shock que obligue a la reorganización de las fuerzas izquierdistas en algo diferente, una especie de reinvención que no somos capaces de anticipar ahora mismo”, expone.

La mención del desastre climático sirve para dar entrada a Herrera, que ofrece datos demoledores sobre nuestro país. “España registra la mayor dependencia energética de los países de nuestro entorno. En concreto , un 76 por ciento y un 86 si contamos el uranio. La media europea es del 54% y eso que hablamos del continente más dependiente del planeta. Dicho de otra manera, nuestra economía tiene pies de barro. Cada día transferimos 128 millones de euros para comprar energía”, informa.

“El gran conflicto del siglo XX se daba entre capital y trabajo, pero en en el XXI lo tendremos entre capital y ecología”, predice Herrera.

El catalán aboga por el optimismo de la voluntad, por ejemplo fomentando la fraternidad entre las fuerzas que se oponen al neoliberalismo. Le parece necesario recuperar la lucha en el mundo del trabajo, volviendo a mirar hacia los sindicatos. "A pesar de sus limites y sus defectos, los sindicatos siguen siendo lo más articulado de la izquierda actual”, afirma. Todo ello sin olvidar los cambios actuales: “El gran conflicto del siglo XX se daba entre capital y trabajo, pero en el XXI lo tendremos entre capital y ecología”, predice.

La pobreza del debate

Experto en energía, nos cuenta que los oligopolios dominantes en este sector están invirtiendo gran parte de sus beneficios en adueñarse de las alternativas verdes para conservar su poder. “Por increíble que parezca, la izquierda no está plantando batalla por aquí y eso es un lujo que no nos podemos permitir”, admite. El ex diputado recalca que el discurso colapsista sobre el clima que esgrime gran parte de la izquierda resulta paralizante. “Solo nos llevaría a esas grandes fiestas de la Segunda Guerra Mundial donde la gente intentaba disfrutar al máximo ante la posibilidad de la destrucción”, recuerda. Seguro que a algunos no les suena tan mal esta última salida.

En el turno de preguntas, muy sustancioso, alguien lamenta el bajísimo nivel del debate en los medios de comunicación españoles, que impide una deliberación basada en datos y matices. Pone como ejemplo ‘La Sexta Noche’ y confiesa que no comprende como un tertuliano inteligente puede soportar la participación en el programa. “A eso te puede contestar Jesús Maraña, que está sentado por ahí detrás”, comenta Sánchez-Cuenca. “Sumial, aguanto gracias al Sumial”, suspira Maraña desde el fondo de la sala. Habla de un medicamento contra las migrañas y las jaquecas. Parece que la izquierda encara una larga travesía del desierto, que será más llevadera con ansiolíticos, antidepresivos y enormes dosis de paciencia. Por algo la colección donde se publican ambos libros se titula "¿Se puede ser de izquierdas hoy?"

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