Domingo por la mañana. Agitación en redes sociales. La cantante Luna Ki anuncia su retirada del Benidorm Fest (antesala de Eurovisión) por culpa del reglamento del concurso. La canción “Voy a morir” usaba autotune, una tecnología de corrección vocal muy extendida en el planeta pop (entre otros artistas, la utilizan Omar Montes, Rosalía y C. Tangana). “Nos entristece, ya que el autotune es una herramienta musical que ha sido utilizada por artistas como Cher desde el 98 y que representa parte del sonido e identidad de una generación. "Voy a morir" ha sido compuesta con dicha herramienta y su sonoridad y timbre son partes imprescindibles de su interpretación”, explicaba el comunicado de su oficina de representación. Vozpópuli preguntó a dos especialistas sobre este debate.
Javier Adrados es uno de los mayores expertos en pop de España. No solo por sus libros sobre Mecano, La Unión y la revista Súper Pop, sino también por su colaboración en numerosos proyectos discográficos. Su último libro, coescrito junto a Patricia Godes, se titula Yo tampoco gané Eurovisión (Cúpula, 2021), donde se analizan los grandes momentos del festival.
Esto opina Adrados sobre la polémica del autotune y sobre el encaje en el certamen de ciertos artistas que no destacan por sus habilidades vocales: “Que se haya retirado Luna Ki me ha sorprendido porque claramente no me lo esperaba. Dicho esto, es cierto que desde el principio me llamó mucho la atención el que se presentara a un certamen como el de Eurovisión, que como todos sabemos es el Gran Festival de la Canción. Me encantan los avances, y siempre he estado al día de ellos, pero al César lo que es de el César y a Eurovisión lo que es de Eurovisión… Pienso que el concurso no debe perder su centro. Ojalá la música fuera toda en directo. Creo que lo mínimo es que un artista cante en vivo”, explica.
¿Cuáles deberían ser los requisitos mínimos? “Has de tener voz para cantar, otra cosa es que con la voz demuestres lo que te de la gana, pero una gran canción ha de tener una gran voz; y si no, pues la verdad, puede seguir siendo una gran canción, pero no como para ir a un festival de este tipo”, destaca Adrados. “Desde algunos sectores del público es como que en la música todo vale… ¡y no! De lo que no me cabe ninguna duda es de la autopromoción que se ha hecho Luna Ki. Ha conseguido que toda España hable de ella y me imagino -para lo que ella quiere- que tendría completa la agenda para actuar en discotecas que van de modernas. Ya lo ha conseguido, así que bravo por ella”, remata.
Eurovisión y la tecnología
Otra de las voces autorizadas para el debate es Luis Troquel, veterano periodista musical de Barcelona amante de los festivales de la canción. Prueba de ello es su disco de culto De Benidorm a Benicàsssim (2005), donde participaron artistas tan diversos como Rosa López, Christina Rosenvinge, Fangoria, Nacho Vegas y Los Fresones Rebeldes. Este es su veredicto de la última polémica eurovisiva: “¿Autotune sí o autotune no? Es difícil dar una respuesta taxativa, entre otras cosas porque hay dos maneras opuestas de utilizarlo. No hay que olvidar que su función primordial es corregir sin que se note las notas desafinadas. Y como tal se utiliza a diario en infinidad de grabaciones. Desde luego, concursar con autotune a modo de disimulado corrector es como correr dopado hasta las cejas en las Olimpiadas. Otra cosa es cuando -tal y como tantísimo se hace desde Cher- el efecto esté claramente en primer plano, como un elemento sonoro más. Ahí ya sería mucho más discutible”, precisa.
Un festival desbordante de autotune sería divertidísimo, pero con los años Eurovisión se volvería más homogéneo
Troquel nos sitúa en el contexto histórico: “Cuando la amplificación redefinió la música popular en la primera mitad del siglo XX, el micrófono fue una puerta de entrada para infinidad de voces distintas que hasta entonces, por simple cuestión de volumen, no podían llegar más lejos que a escasos metros cuadrados. De la misma manera que se ganaron muchas figuras, también casi se extinguió una raza de cantantes de inmensidad hoy inaudita”, destaca. “El autotune democratiza aún más el oficio de cantar, eso es innegable. Pero si con el micrófono nacieron infinidad de nuevos registros vocales, con el autotune se tiende a homogenizar y que al final suenen la mayoría igual. Robotizar al fin y al cabo”.
¿Conclusiones? “Un festival desbordante de autotune sería divertidísimo, nadie lo niega, pero con los años Eurovisión acabaría siendo, sin duda, mucho más aburrido. Aunque tampoco es nada nuevo: los daneses Olson Brothers ganaron la edición del año 2000 con un estribillo autotuneado ¿O era vocoder? Para el caso…”, concluye.
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