Cultura

Expertos del Holocausto critican el uso del genocidio judío por Netanyahu

Algunos de los principales historiadores expertos en el genocidio judío critican el uso del Holocausto por parte de Israel y sus aliados durante el último conflicto

  • Palestinos entre varios edificios destruidos por los bombardeos de Israel contra la ciudad de Rafah -

Uno de los relatos más espeluznantes sobre el Holocausto fue el que demostró al mundo que los perpetradores de la mayor matanza de la humanidad era gente normal. Aquellos hombres grises, como fue titulada la obra en español, evidenciaba que los ejecutores no eran sádicos, muchos de ellos no eran ni antisemitas, sino un grupo de hombres de clase trabajadora de mediana edad que acabaron asesinando a miles de judíos por obediencia y la presión social del grupo. Familias enteras masacradas por trabajadores de Hamburgo a los que en alguna ocasión se les ofreció no participar en las matanzas más duras, pero la mayoría de ellos se negó a renunciar. Durante los años noventa, el autor de este estudio, el historiador Christopher Browning también dedicó buena parte de su tiempo a combatir los relatos negacionistas, incluyendo su participación en el juicio entre David Irving y Deborah Lipstadt. Ahora, el profesor emérito en la Universidad de Carolina del Norte ha censurado, junto a otra quincena de expertos en el nazismo y el genocidio, el uso de la memoria del Holocausto durante el último conflicto por parte de responsables políticos del Estado de Israel.

Se acaban de cumplir dos meses desde el atentado de Hamás, que dejó unas 1.200 personas y más de 200 secuestrados. El mundo contempló horrorizado el secuestro y asesinato de civiles, se solidarizó con Israel y justificó su legítimo derecho a la defensa y a combatir y acabar con los terroristas. Sesenta días después, prácticamente todos los organismos internacionales desde la ONU, hasta los menos sospechosos de animadversión contra Israel, como Estados Unidos, han alertado de la desproporcionada respuesta de Tel Aviv. Según autoridades sanitarias palestinas de Gaza, controlada por Hamás, los ataques de Israel han provocado más de 16.000 muertos, 7.000 de ellos niños. Israel ha cuestionado estas cifras por la fuente de las mismas, pero las imágenes de hospitales destruidos y desbordados de urgencias y explanadas kilométricas, donde antes había viviendas, arrasadas hasta los cimientos, han espantado a Occidente.

Tanto ONU como UNICEF han hablado de “matanzas” en los continuos bombardeos que han destruido núcleos urbanos densamente poblados que han provocado el desplazamiento de 1,7 millones de personas. La censura internacional ha venido acompañada de la justificación política por parte de Israel y algunos aliados, tratando de comparar el ataque de Hamás con el genocidio judío durante la Segunda Guerra Mundial. Algo que ha sido duramente criticado por algunos de los mayores expertos en este tema como Browning, Omer Bartov, Jane Caplan, Debórah Dwork, o Michael Rothberg que consideran que apelar a la memoria del Holocausto oscurece la comprensión del antisemitismo que enfrentan los judíos hoy y tergiversa peligrosamente las causas de la violencia en Israel-Palestina.

Los historiadores comenzaban su misiva, publicada a finales de noviembre en The New York Review of Books, con ejemplos concretos que iban desde el embajador israelí ante la ONU, Gilad Erdan, que se colocó una estrella amarilla con las palabras “Nunca más” mientras se dirigía a la Asamblea General de la ONU, hasta el presidente estadounidense, Joe Biden, que señaló que Hamás se había “involucrado en una barbarie que es tan trascendental como el Holocausto”. También citaban al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, que le dijo  al canciller alemán Olaf Scholz que “Hamas son los nuevos nazis”. Y salidas de tono más graves como las del estadounidense Brian Mast, un republicano de Florida, que en la Cámara de Representantes, cuestionó la idea de que existan “civiles palestinos inocentes”, afirmando: “No creo que usáramos tan a la ligera el término 'civiles nazis inocentes' durante Segunda Guerra Mundial”.

También alertaban de que tanto el antisemitismo como la islamofobia y el racismo antiárabe se agravaban tras cada crisis en el conflicto Israel y Palestina, e insistían en la “irresponsabilidad” de comparar el ataque de Hamás con el genocidio: “El genocidio nazi involucró a un Estado (y su dispuesta sociedad civil) a atacar a una pequeña minoría, lo que luego escaló hasta convertirse en un genocidio a escala continental. De hecho, las comparaciones de la crisis que se desarrolla en Israel-Palestina con el nazismo y el Holocausto (sobre todo cuando provienen de líderes políticos y otras personas que pueden influir en la opinión pública) son errores intelectuales y morales. En un momento en el que las emociones están a flor de piel, los líderes políticos tienen la responsabilidad de actuar con calma y evitar avivar las llamas de la angustia y la división. Y, como académicos, tenemos el deber de defender la integridad intelectual de nuestra profesión y apoyar a otros en todo el mundo para que este momento tenga sentido”.

Los investigadores continuaban criticando el “castigo colectivo” que Israel lleva empleando durante décadas sobre las poblaciones palestinas: “Los líderes israelíes y otros están utilizando el marco del Holocausto para retratar el castigo colectivo de Israel a Gaza como una  batalla por la civilización frente a la barbarie , promoviendo así narrativas racistas sobre los palestinos. Esta retórica nos anima a separar la crisis actual del contexto en el que surgió. Setenta y cinco años de desplazamiento, cincuenta y seis años de ocupación y dieciséis años de bloqueo de Gaza han generado una espiral de violencia en constante deterioro que sólo puede detenerse mediante una solución política”.

Y concluían su carta insistiendo en evitar este tipo de comparaciones: "Al invocar el pasado, debemos hacerlo de manera que iluminen el presente y no lo distorsionen. Ésta es la base necesaria para establecer la paz y la justicia en Palestina e Israel. Por eso instamos a las figuras públicas, incluidos los medios de comunicación, a que dejen de utilizar este tipo de comparaciones".

No es la primera vez que historiadores e intelectuales de fama mundial critican la comparación del Holocausto con el conflicto Palestina-Israel. Tony Judt, uno de los historiadores más influyentes de la segunda mitad del siglo XX, atacó el victimismo del Estado de Israel ante cada nueva escalada del conflicto, hasta el punto de considerarlo “manía persecutoria” sin ninguna credibilidad fuera de sus propias fronteras. El historiador consideraba que “ni siquiera el Holocausto puede seguir utilizándose como excusa para su conducta”, y que, especialmente las poblaciones más jóvenes no comprenden que se invoquen las cámaras de gas para permitir el comportamiento inaceptable en Gaza o Cisjordania. Sus artítulos académicos y en prensa desataron toda una oleada de acusaciones de antisemitismo contra el historiador de origen judío y que en su juventud había participado como voluntario en la Guerra de los Seis Días. “A los ojos del mundo, el hecho de que la bisabuela de un soldado israelí muriera en Treblinka no es excusa para que él maltrate a una palestina que espera para cruzar un puesto de control. «Recuerda Auschwitz» no es una respuesta aceptable”, escribió en 2006 en su artículo “Un país que no quería crecer”.

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