Cultura

Federico Jiménez Losantos: “Juan Carlos I legalizó el PCE, pactó con Carrillo con Ceaușescu como testigo”

Federico Jiménez Losantos (1951) asegura tener una pulsión irrefrenable por llevar la contraria. Razón no le falta. Lleva una vida entera haciéndolo. Escritor y periodista, Jiménez Losantos es el tercer

Federico Jiménez Losantos (1951) asegura tener una pulsión irrefrenable por llevar la contraria. Razón no le falta. Lleva una vida entera haciéndolo. Escritor y periodista, Jiménez Losantos es el tercer hijo del modesto matrimonio entre un zapatero y una maestra. Estudió el bachillerato con José Antonio Labordeta y Sanchís Sinisterra y se marchó luego a Barcelona para licenciarse como filólogo con una tesis  sobre Valle-Inclán. Durante el franquismo colaboró con el PCE y militó en Bandera Roja. Sin embargo, en 1976, tras leer Archipiélago Gulag y viajar a la China de Mao, puso tierra de por medio con el comunismo y desde entonces no ha dejado de atizarlo.

Hace unos días, Jiménez Losantos presentó Memoria del comunismo. De Lenin a Podemos (Esfera de los libros), un ensayo en el que aborda la naturaleza del comunismo. Desde sus raíces filosóficas y políticas hasta sus episodios decisivos: los orígenes políticos de Lenin y lo que Losantos describe como su totalitarismo racista y genocida, pasando por Stalin y la entrada del comunismo en España, hasta las distintas crisis del socialismo europeo hasta llegar al presente. No es un libro de historia, pero se vale de ella para preguntarse cómo, cien años y cien millones de muertos después, el comunismo puede seguir teniendo cultores. La prueba para él: el ascenso de Podemos como partido político.

Según Losantos, la legalización del Partido Comunista en España fue posible gracias a una negociación previa entre Juan Carlos I y Santiago Carrillo, con el dictador rumano Nicolás Ceaușescu como testigo

Hay capítulos que merecen especial atención y de los que Federico Jiménez Losantos habla en esta entrevista: el papel del comunismo en la Guerra Civil española, el uso acomodaticio que se ha hecho de la figura de Lluís Companys, el presidente de la Generalitat que acabó fusilado, así como la relación práctica que une al separatismo y la izquierda española. Ésas entre otras cuestiones, por ejemplo: lo que él llama la verdadera historia de la legalización del Partido Comunista en España y que fue posible, según Losantos, gracias a una negociación previa entre Juan Carlos I y Santiago Carrillo, con el dictador rumano Nicolás Ceaușescu como testigo. Pero ahí no terminan las cosas. Jiménez Losantos tiene palabras mordaces para unos cuantos, entre ellos  Manuel Vázquez Montalbán, a quien se refiere como uno  "de los personajes que más daño ha hecho a España".

Lo de Federico Jiménez Losantos con Cataluña viene de lejos. Dos años después de publicar  Lo que queda de España (1979), un libro donde hacía una feroz crítica a la política lingüística en Cataluña y acusaba a la izquierda de sumisión al nacionalismo, Jiménez Losantos fue víctima de un secuestro. Ocurrió poco después del Manifiesto de los dos mil trescientos, un documento en el que se denunciaban discriminaciones de la lengua castellana en Cataluña y del que él era promotor. Tras amordazarlo y atarlo a un árbol, dos hombres le dieron un tiro en la pierna. Ocurrió en Esplugues de Llobregat (Barcelona). Los sujetos pertenecían al grupo armado independentista Terra Lliure.

Cien años después de la Revolución Rusa y cincuenta tras la Primavera de Praga, Federico Jiménez Losantos insiste en que el comunismo no estaba muerto, sino mal enterrado

Cien años después de la Revolución Rusa y cincuenta tras la Primavera de Praga, Federico Jiménez Losantos insiste en que el comunismo no estaba muerto, sino mal enterrado. La prueba viviente, dice él, es la eclosión de Podemos y la lógica de las cuotas como nueva forma de totalitarismo. Esos son algunos de los asuntos que aborda Losantos en esta conversación que sostiene justo al acabar su programa en esRadio, espacio de información de actualidad y tertulia política que dirige desde 2009.

Seis ediciones en un mes. El comunismo, ya ve, es un tema.

Lo que me interesaba es que quedara claro que el comunismo no sólo no ha muerto, sino que tiene una vida terrible y terriblemente larga por delante porque ya no tiene oposición.

A 50 años del Mayo Francés y tras la caída del Muro de Berlín, ¿realmente cree eso? Este libro debía de ser una autopsia ideológica y sin embargo lo da por vivo.

Lenin ha muerto, el leninismo no. El leninismo es terror y mentira, es decir, propaganda. El terror ha desaparecido, pero el sistema pensamiento leninista permanece: la propaganda,  la destrucción del adversario y la superioridad moral de la izquierda, especialmente comunista, no ha desaparecido. Es más próspero que nunca.

¿A qué se refiere con próspero?

El comunista tiene la sabiduría del dogma y además la superioridad moral de la izquierda. Eso se traduce en superioridad laboral. El comunismo ha mutado en una llegada al poder por cuotas. En lugar de hacerlo por una vía global, la salvación por el proletariado, lo hace mediante cuotas: por la raza, por el sexo, por la condición, por la edad... por lo que sea que se inventen, pero siempre con mecanismos totalitarios con los que nadie puede disentir y eso hoy es más fuerte que nunca. El diablo nos hace creer que el mal no existe. Pues bien, los comunistas nos hacen creer que el comunismo no existe. Todas estas mujeres en Hollywood vestidas de guardia negra de Mao es una  ideología que obliga a los demás a pensar como tú. El comunismo no estaba muerto –Jiménez Losantos chasquea, tres veces-. El comunismo estaba mal enterrado.  Es una ideología que a cualquier déspota le viene divinamente. Te permite ser Dios y encima que te lo agradezcan.

"El comunismo estaba mal enterrado.  Es una ideología que a cualquier déspota le viene divinamente. Te permite ser Dios y encima que te lo agradezcan"

El año pasado fue el centenario de la Revolución Rusa, pero Cataluña acaparó toda la atención y el tema quedó en el aire.

Lo único relevante que se publicó en España fue la Breve historia de la revolución rusa, de Mira Milosevic, pero libros sobre el comunismo, ninguno. En mi libro me baso no en qué han hecho los regímenes comunistas, sino en la naturaleza del comunismo. Eso parte de una experiencia histórica, por supuesto, pero es también el hecho ideológico, moral, teórico y también pararreligioso que está en la naturaleza del comunismo.

Al que califica como una “teología de sustitución”, por cierto.

Para mi generación fue eso.  Pertenezco a la última generación de españoles educados en el catolicismo. En el catolicismo te salvas por la fe y las buenas obras. Si no tienes fe y trasladas las ideas del amor al pobre, piensas que el comunismo es la solución. En tiempos de Franco, como sólo existía Franco y el partido, acababas en el partido.

En el libro atribuye el interés que suscitó el comunismo a la falta de cultura y práctica política de la España de Franco.

Eso favoreció mucho. Como no podías hablar del comunismo, pues si conocías a gente que estaba en la clandestinidad entrabas en contacto. Pero hay algo más, durante el franquismo que conocí, que es el franquismo tardío, no se hablaba del comunismo. El régimen de Franco se había olvidado, ni siquiera sacaba a los disidentes. La Guerra Civil se vivía como un acontecimiento traumático. Todas las familias tenían un muerto de los dos bandos. En la segunda parte del franquismo, el gran desarrollo económico buscaba olvidar la Guerra Civil. Y olvidar la Guerra Civil era olvidar el comunismo. No es sólo la izquierda la que lo ha borrado, la derecha también. Hubo un olvido voluntario de los horrores de la guerra, porque todos tenían algo doloroso que deseaban dejar atrás. Cuando llegan los testimonios de los grandes disidentes del comunismo español, El Campesino, Jesús Hernández, Castro Delgado, los desprecian porque traían de vuelta la Guerra Civil. Todos aquellos personajes aparecieron para decir: el comunismo que venciste era malo… y mira si lo era que hasta los propios comunistas que lo han vivido, lo cuentan.

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En el capítulo del comunismo catalán Companys queda muy mal parado, ¿cuál es la naturaleza de este personaje capaz de reubicarse? ¿Quién confecciona su martirologio?

A pesar de ser un monigote y un poco histrión y charlotesco, Companys  tenía un gran olfato político para ponerse al lado de los pistoleros. En el 34 da un golpe de Estado, consigue que lo indulten y además permite que fusilen a los que han pedido su indulto. En el 36 se pone al lado de los pistoleros de la CNT y las FAI. Preside la mayor masacre de católicos y, además, firma todas las sentencias de muerte. En el 37 cambia de bando, se pone de lado de los soviéticos contra los anarquistas, pero consigue mantenerse en el poder porque lo adoptan como fachada de una república burguesa. Lo cierto es que fue un ser absolutamente zumbado y malo.

Dice que a finales del XIX Cataluña era el territorio más violento de España. ¿Cómo metabolizó Cataluña ese magma políticamente violento y desordenado?

Aparentemente desordenado. En el libro queda claro que no hay ninguna diferencia entre el comunismo de Marx y el de Bakunin. Vas a la teoría y compruebas que es idéntica, la diferencia la ponía quien mandaba. Entre Stalin y Trotsky pues, ya ves, Stalin mandó a matar a Trotsky. ¿Qué es lo que sucede? El comunismo en Cataluña tiene una versión bakuninista muy fuerte. El PSOE ya bolchevizado decide no participar en el golpe del 34. Participa Companys pero no la CNT-FAI, que se niega porque es de la otra rama comunista. En cambio sí lo hace en el golpe de Asturias. La historia de fondo en todo esto es que los comunistas bakuninistas de Barcelona tenían preparadas las listas de asesinables desde 1934. Crearon sus cuadros y su plan de ejecuciones. Cuando llega 1936, Companys se pasa a su bando. Lo que ocurre es un gran pogromo de católicos. Queman 490 de las 500 iglesias de Barcelona y dos kilómetros de retablos. Queman todo. Matan a todo el mundo. En 14 días a más de 4.000 personas.

"La historia de fondo en todo esto es que los comunistas bakuninistas de Barcelona tenían preparadas las listas de asesinables desde 1934"

¿Por qué el comunismo, a pesar de su matriz internacional, se pliega ante el nacionalismo en Cataluña? Companys pasa de una facción a la otra, pero conserva siempre el nacionalismo.

Eso es lo que le reprocharán cuando llegue el gobierno republicano en 1937 con la hegemonía comunista. Azaña y Negrín ven cómo los nacionalistas son traidores natos. Ellos, que se sienten españoles, están encerrados con Companys, y es eso lo que les hace darse cuenta de que son monstruos. Azaña, que es el que ha traído el estatuto de Cataluña, dice pestes de Companys, del nacionalismo y las autonomías. Negrín, lo mismo. Dice que prefiere entenderse con Franco antes que con esos traidores. Lo cierto es que el comunismo utiliza a Companys como monigote para hacer creer que aquello era una república democrática burguesa, lo cual era mentira porque se trataba de una marioneta de Stalin. Durante la posguerra se olvidó esa experiencia de los socialistas y los republicanos, y queda el molde que ha creado el Partido Comunista de Companys como un mártir y la idea de que el nacionalismo es tan bueno como el comunismo… porque era la herramienta para romper España, como la utiliza Lenin en Rusia.

Entre los muchos comentarios mordaces que hace en el libro habla de Manuel Vázquez-Montalbán como un pujolista-leninista. A ver, ¿cómo se entiende eso?

Manuel Vázquez Montalbán es el que crea el Pujolismo-leninismo. Defiende la honradez de Pujol y la virtud del Lenin, que ya es decir. El tío que más daño ha hecho a España es Vázquez Montalbán, porque es el que crea la fórmula totalitaria del nacionalismo actual catalán. Es algo comunista, no lo crea Pujol. Y eso es lo que tiene el catalanismo: que le da el PSUC a Pujol desde el principio de la Transición. Eso es letal, porque encima lo copian el Partido Comunista y, sobre todo, el Partido Socialista y se convierten en esclavos ideológicos del nacionalismo.

"Azaña, que es el que ha traído el estatuto de Cataluña, dice pestes de Companys, del nacionalismo y las autonomías. Negrín, lo mismo"

¿Esa relación de vasallaje entre izquierda y el nacionalismo se extiende hasta hoy?

Totalmente. Lo trágico del asunto es que hemos vuelto atrás. El Partido Comunista de ahora, que es Podemos, es mucho peor, es más sectario, más burro, más radical, más salvaje y más inhumano que el PCE que yo conocí en la Transición, que era el de la reconciliación y el pacto por la libertad una vez que llega la democracia e incluso que el PCE histórico hasta La Pasionaria, que aspiraban a una democracia burguesa, con un sistema de otro tipo. Estos no. Estos son Lenin, Fidel Castro, Maduro...

Le atribuye a Podemos más de lo que realmente tiene. Comunistas y leninistas serán, pero de oídas.

¡No, no… es que tienen 5 millones de votos! Cuando yo comencé a acercarme al PCE me decían: tú no puedes entrar en el partido, porque eres un liberal y un anarquista. Esa es la idea: en el comunismo lo importante es el partido. Por eso los líderes comunistas se forman tan mal, porque el partido lo es todo. Mao no había leído El capital. La idea de que para ser comunista tenías que haber leído, eso es mentira. Lo que pasa es que estos son profesores de medio pelo, de una universidad de cuarta, con una formación limitada... sí, pero son leninistas estrictos. Para ser leninista tienes que saber tan poco como el Che: que tienes derecho a robarle todo a todos y además, los puedes matar.

"El problema de fondo con Pablo Iglesias es que es como Lenin. Es un niño que no ha trabajado nunca, que está rodeado de mujeres. Es el niño cuya voluntad es ley"

En esa lógica suya… ¿Stalin es a Pablo Iglesias lo que Trotsky es a Errejón?

Totalmente. Y en Vistalegre salió con el piolet. En realidad lo que está haciendo ‘Pa-Lenin’, como lo llamo yo, es seguir esa estela. Esos rasgos a los que me refiero los desarrollo en Lenin pero no en Pablo Iglesias, porque ahí sí que (Gabriel) Albiac me echaría la bronca diciendo que les doy demasiada importancia (pero qué culpa tengo yo de que los hayan votado cinco millones, cuando el partido comunista no llegó ni a los dos nunca). El problema de fondo con Pablo Iglesias es que es como Lenin. Es un niño que no ha trabajado nunca, que está rodeado de mujeres. Es el niño cuya voluntad es ley. Y que, además, cuando algo le sale mal se pone enfermo. El Che Guevara, Mao, Fidel Castro, Lenin hacían eso. Es típico de los líderes comunistas. No importa la realidad. Lo que yo quiero es lo que debe hacerse. Son niños dioses que se creen con derecho a todo y Pablo es así, cuando no le salen bien las cosas se pone como Lenin: enfermo y desaparece un mes.

Sobre le legalización del Partido Comunista Español aporta datos nuevos en este libro.

Es algo que al menos yo no conocía. Me lo contó un funcionario de Relaciones Exteriores en Rumanía. Siempre pensamos que al PCE lo había legalizado Adolfo Suárez y que el Rey lo había justificado ante el ejército. La realidad es distinta. La legalización la hace Juan Carlos: pacta con Carrillo, con Ceaușescu como testigo. Llega aquí la inteligencia rumana para certificar la cosa y además Estados Unidos lo admite. Eso se hace en tiempos de Arias Navarro. Antes de Suárez. Realmente el que legaliza al PCE es Juan Carlos.

Que, según usted, se formaliza luego.

Fue una operación brillante. Juan Carlos, en lugar de dejar que los comunistas hicieran su congreso como los socialistas, y que presentaran a Sartorius o Tamames de candidato, tipos brillantes y jóvenes que no tenían nada que ver con la guerra, en lugar de hacer eso, Juan Carlos pacta con la vieja guardia. Eso le da a Carrillo un segundo aire que él nunca pensó que volvería a tener. Juan Carlos lo apoyaría a cambio de que él apoyara a Juan Carlos. Fue algo muy sutil. Pensamos en el campechano de ahora: viejo, medio tonto,  corrupto, mujeriego y tal, pero aludía a una enorme inteligencia. El punto flaco del PCE era la vieja guardia, y lo hace polvo porque no puede competir con el PSOE. Carrillo le da igual, porque él lo que quiere es sobrevivir. Fue una operación de orfebrería y dices qué inteligente fue el campechano. Carrillo se agarró a un clavo ardiendo. Estaba todo pactado.

"La legalización la hace Juan Carlos: pacta con Carrillo, con Ceaușescu como testigo. Eso se hace en tiempos de Arias Navarro. Antes de Suárez"

¿De qué forma las identidades, regionales o nacionales, entorpecieron  el comunismo en España?

Una parte del ser español se consolida alrededor de la estructura de catolicismo, que tiene unos valores parecidos a los del anarquismo. El anarquismo es individualista y por eso entra fácilmente en España. Es menos dogmático y más caótico. Bakunin y Kropotkin son personajes atrabiliarios, han estado en España y aprecian a los españoles. Son muy rusos pero tienen un elemento en común: son anti políticos. La izquierda hasta Marx y Bakunin, es liberal. Defiende la idea de que se puede llegar a la igualdad total a través de la instituciones y la política. Con lo que costó en el siglo XIX obtener el parlamento y el sufragio casi universal, con todo lo que costó conseguir eso, vienen estos que son anti política y sólo quieren conservar el poder. En ese sentido tanto los bakuninistas de Barcelona como los marxistas de Madrid lo que hacen en el 36 es acabar con el parlamento, acabar con la democracia e imponer una dictadura.

A juzgar por lo que cuenta en el libro, cuando viaja a China ya está desencantado. ¿Pero qué pasó en ese viaje que resultó así de importante?

En el 76, cuando ya Franco ha muerto, tuve la oportunidad de acudir al primer viaje de jóvenes españoles a China. Era la época de la Revolución cultural proletaria, cuando mandaba la viuda de Mao y la banda de los cuatro de Shanghai. Estaban matando de una manera salvaje en toda China y lo peor es que te enseñaban todo, porque estaban orgullosos de lo que hacían. Así que nos llevaron a un campo de concentración, que ellos llamaban campos de reeducación. Era un campo de hijos de líderes revisionistas, que había que liquidar periódicamente. Mao puso en práctica una costumbre leninista: usaban a las familias de esos líderes como rehenes a los que periódicamente había que liquidar. Yo estaba en el campo donde destinaban a esos familiares. Ahí  conocí a una chica mestiza, hija de franceses que habían estado en Madrid con las brigadas internacionales. Ellos le habían enseñado unas coplas, que ella cantaba en español con acento francés. Cuando nos despedimos, me di cuenta de que aquello había sido un flechazo. Pensé: yo me iré, seguiré mi vida y esta chica que tiene mi edad, mañana a lo mejor, la habrán fusilado. No es lo mismo saber que el comunismo mata que ver a al alguien que van a matar al día siguiente. Y todo por ser hija de alguien que estuvo en España, porque al final era ese el delito. Hasta el que había oído a Bach, todo el que tenía contacto con el exterior, lo fulminaban. Yo ya había dejado de ser comunista, pero a partir de ese día, me dije: tengo que estar toda la vida luchando en contra de un régimen que es capaz de matar a esta muchacha.

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Según usted, la izquierda y el comunismo tienen un sentido de superioridad moral. ¿Tiene su punto de religión monoteísta eso, no cree?

Sí, aquello del pueblo elegido. Eso es muy judío. Marx era antisemita pero en el fondo era profundamente judío y él interpreta al proletariado como el pueblo elegido. Él ni siquiera sabe qué es el proletariado… y además despreciaba a los obreros porque querían mejorar su situación económica. Marx es, como Bakunin y Lenin, un terrorista. Tiene la idea de que tiene derecho a quitarle a la gente la propiedad, que es el origen de los problemas. Esa oposición absurda entre el tener y el ser que todavía están los petardos de la escuela de Frankfurt dándole vueltas. No hay ninguna oposición, el que es, tiene y el que tiene, es. Pero Marx sólo piensa en el mecanismo del terror que implementan Lenin y Mao: ‘yo tengo derecho a quitarte todo y si te resistes, te mato. Pero es por tu bien’.

La antítesis del comunismo es el individuo.

Más que eso: el individuo que conserva algo, que tiene algo, el que se cree dueño de su persona, de su fuerza de su trabajo y de sus cosas. El mecanismo para acabar con el individuo es acabar con  la propiedad, y por tanto construimos una ideología contra la propiedad para diluir al individuo en el todo.

"Si la izquierda no se da cuenta qué significa que la gente haya cogido la bandera de España y haya salido a la calle, está condenada a la irrelevancia total"

Haber estudiado a fondo a Valle Inclán crea en usted una predisposición para identificar el esperpento. Bajo ese prisma, ¿qué lectura se puede hacer de la España actual?

Después de Quevedo puede que Valle Inclán sea el mejor escritor español pero políticamente era un imbécil. En Luces de bohemia hace la gran apología del terrorismo comunista. Siempre va contra la democracia liberal En fin... El drama de la España actual es que todo esto ocurre estando en las mejores condiciones materiales que ha tenido nunca. No hay ningún país del mundo que haya mejorado tanto como España en los últimos 20 años y sin embargo hay una voluntad suicida o de no defenderla. Se están produciendo dos fenómenos: Podemos, que es el resumen de Zapatero liquidando la Transición y volviendo a la Guerra Civil, pero al mismo tiempo hay una reacción como la de Cataluña, con un millón de personas con una bandera de España que salen a las calles de Barcelona. Si la izquierda no se da cuenta  qué significa que la gente haya cogido la bandera de España y haya salido a la calle, está condenada a la irrelevancia total. Lo dice Guerra, desde Sevilla: un tipo que ha sido muy malo pero no tonto. Y creo que ahí  existe algo que puede explicar el éxito del libro. Hay un millón de españoles que no se habían preocupado por el comunismo hasta que aparecieron Podemos y el separatismo catalán.

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