Quien haya visto en directo a Femi Kuti (Londres, 1962), arropado por su banda Positive Force, sabe que ofrece actuaciones arrolladoras, que resulta complicado captar en una grabación. Viene a presentar un trabajo potente, elegante y lleno del matices, “One People One World” (1962), que suena tan fresco como sus trabajos de juventud. Hablamos del primogénito de Fela Kuti, figura mayor de la música popular africana, inventor del 'afrobeat' y dueño de un carisma equivalente a la mezcla de Bob Marley, James Brown y The Clash. En África, la música es un asunto familiar: su hermano Seun Kuti también es un destacado músico 'afrobeat' y el hijo de Femi, Omorinmade Anukulapo-Kuti, toca el bajo y el teclado en su banda. Veinticinco años después de publicar su primer álbum, exhibe una propuesta musical que sigue sonando viva y relevante, un mérito lejos del alcance de la mayoría de bandas pop-rock occidentales.
El corte que abre el álbum, “Africa Will Be Great Again”, recuerda al lema electoral con el que que Donald Trump llegó a la Casa Blanca en 2016. “No tiene nada que ver. Los mensajes de esperanza triunfan porque el mundo está muy mal. Ahora me encuentro tan centrado en el lado positivo de las cosas que no he el querido ni siquiera citar en “Evil People” el nombre de esas empresas y personalidades que solo piensan en el beneficio personal y que están dispuestos a llegar hasta la guerra para conseguirlo. En el plano social, no somos capaces de desarrollar los vínculos humanos hasta su máximo potencial. África necesita instituciones, infraestructuras e independencia respecto a los intereses extranjeros. Si logramos eso, el continente será grande otra vez”, explica.
“No me considero una persona religiosa. Mi espiritualidad tiene más que ver con las culturas indígenas. A mucha gente le parecen cultos primitivos, pero tienen planteamientos sofisticados, a veces por delante de Occidente”, explica
A partir de 2008, con el crujido de las entidades financieras y los rescates a la banca, géneros como el 'afrobeat' fueron los que más padecieron porque necesitan bandas numerosas que resultan más caras de contratar que un conjunto de pop-rock o hip-hop. En España, disminuyeron las actuaciones tanto de este género nigeriano como de otros del continentes, dejando algo desamparados a quienes disfrutan con este tipo de conciertos. “La cosa ha mejorado algo, pero las bandas africanas seguimos teniendo desventaja respecto a las occidentales. Yo estoy obligado a pagar pagar un mínimo de 15.000 euros en billetes para montar una gira y otros 3.000 o 4.000 en visados. Muchas bandas de afrobeat tomaron la decisión de irse a vivir a Europa o Estados Unidos, pero yo no lo haré porque me parece importante mantenerse cerca de las raíces y seguir en África”, explica.
Espiritualidad avanzada
La actuación madrileña de Kuti se inscribe en el ciclo Noches del Ramadán, un festival que intenta dar a conocer la cultura de países con amplia población musulmana, muchas veces estigmatizada en Occidente por culpa de la islamofobia. ¿Cual es la posición religiosa o espiritual de Femi Kuti? “No me considero una persona religiosa. Mi espiritualidad tiene más que ver con las culturas indígenas. A mucha gente le parecen cultos primitivos, pero tienen planteamientos sofisticados, a veces por delante de la anglosajina”, afirma. ¿Nos puede poner un ejemplo? “Se me ocurre mencionar el feminismo. En las culturas indígenas africanas hay un enorme respeto a la mujer, con tantas diosas como dioses. Las escrituras dicen que la mujer nace del jugo del creador sobre la tierra y que Dios no sería Dios sin ellas. No se nos ocurre pensar en un concepto de divinidad que no incluya lo femenino. Además el chovinismo masculino está muy mal visto en nuestra cultura. Aquí nunca se ha explotado a las mujeres como se hizo en las sociedades asiáticas o europeas. El feminismo parece una solución, pero para nosotros es más bien un elemento extraño traído por la colonización”, argumenta.
El 'afrobeat' es un género electrificado, que bebe del funk estadounidense, de la filosofía 'black power', del anticolonialismo y por supuesto de los ritmos tradicionales nigerianos. Sobre un escenario, existen pocos despliegues tan vistosos: percusión rotunda, amplia sección de metal, bailarinas con atuendo y vistosa pintura facial y un artista principal que no deja de moverse en dos horas (los recitales en Africa pueden ser de hasta siete u ocho). Le pregunto a Kuti cómo es posible mantener esa actividad durante sus intensas giras a los cincuenta y siete años. “Se hace más duro a medida que te haces mayor, pero tengo el mejor trabajo del mundo y me parece muy frívolo quejarme. Una de las cosas que más me molesta en este punto de mi vida es la gente que se siente infeliz sin ningún motivo para ello. A pesar de mi edad, todavía presumo de tener la banda más enérgica de la escena 'afrobeat' actual. Positive Force son los mejores y yo me mantengo a la altura”, presume. Conciertos memorables en el cuartel del Conde Duque, el festival África Vive o la sala But avalan sus palabras. No se lo pierden si les pilla cerca.
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