La Feria del Libro de Madrid 2021 ha sido un baño de felicidad colectiva, desde las largas colas en El Retiro hasta la celebración de su ochenta cumpleaños, pasando por la creación de los premios Lealtad y el libro de fotografías históricas impulsado desde la organización. El simple hecho de que el sector volviera a verse las caras en persona era ya un acontecimiento: ni siquiera los numerosos días de mal tiempo lograron empañar el éxito. La mayor polémica estuvo en la denuncia del uso político de la caseta de Colombia por parte del gobierno, implícitamente admitida por el presidente Iván Duque al cancelar su asistencia para evitar que arreciase la respuesta del sector cultural de su país. ¿Moraleja? La literatura no siempre es un animal tan políticamente domesticado como pueden pensar los descreídos.
En plena pandemia, las cifras no podían ser mejores: "380.00 visitantes, con una facturación de 9,1 millones de euros. El total de ejemplares vendidos ronda los 460.000, lo que supone una cifra del 10% por debajo de la registrada en 2019. Las 230.000 bolsas que se reparten gratuitamente entre los expositores con caseta y que estaban previstas para esta edición casi se agotaron durante el último sábado de feria". Destaca la exitosa organización de 200 actividades, para las que se mantuvo un 75% de aforo. Se anunciaron 4.500 actos de firma con 17.000 firmantes (algunos vienen varios días).
En tiempos de incertidumbre, la mejor noticia es que no hubo ningún revés reseñable. Miguel Aguilar, director editorial de Debate, Taurus y Literatura Random House lo explica de esta manera: “Antes de tener cifras oficiales, ya me parecía que la feria había sido un éxito rotundo. Incluso las esperas, molestas e incómodas para los lectores, han resultado ilusionantes a su manera: demuestran que sigue existiendo mucha gente capaz de hacer cola para comprar un libro. Las firmas han ido muy bien, no hubo incidentes pandémicos y el ambiente ha sido excelente”, resume.
Un clima muy especial
Hablamos con Ana Iris Simón para saber cómo se siente una autora que acude a las casetas por primera vez, aupada por el fenómeno Feria: “Lo que más me ha sorprendido es la paciencia infinita de la gente: esperan un montón de cola en la puerta, más luego la de la del escritor que buscan. Se me ponen los pelos de punta y hasta me siento mal, pero es precioso. Está claro que en las colas se crea un clima muy especial, todo el mundo es superrespetuoso, lo comentó también Irene Vallejo. Te pongo un ejemplo: un niño se puso a llorar el sábado y todos dejaron pasar a la madre para que el crío no lo pasara mal. No es como esperar en Mercadona, que todos estamos de mal café y si te puedes colar, te cuelas, de mal rollo”.
Estar encerrado en la caseta viendo gente pasar me hacía sentir como un mono en una jaula, hoy me pone contento charlar con los lectores", dice José Ángel Mañas
Simón recuerda sentir “a ratos, cierto estado de shock: hablas con alguien y luego dudas de si ha pasado realmente. Me parece increíble como hacen suyas tus historias. Lo pienso y digo: 'me cago en la puta'. Recuerdo una pareja que vino: él era librero, recomendó Feria a una clienta y terminaron haciéndose novios. Siento hasta presión por la influencia que puedes tener en la vida de los demás. También ha venido un señor mayor felicitándome, a la vez que enfadado porque escribo muchas blasfemias”, recuerda. La escritora manchega, que tiene un hijo lactante, firmó algunos ejemplares mientras le daba de comer, porque el pequeño había cogido “una buena perrusquera” (supongo que significa "berrinche" en expresión de su tierra). "Otra cosa que me ha impresionando la cantidad de gente que viene con Feria para que se lo dedique a otra persona, sobre todo a familiares. No solo le están regalando un libro, sino también la paciencia de esperar tanto tiempo para llevárselo firmado”, destaca.
Los lectores como tesoro
Preguntamos también por su experiencia a José Ángel Mañas, autor de éxito desde los años noventa. “No te puedo contar la evolución de las últimas dos décadas porque de joven esto de firmar no me interesaba demasiado. Estar encerrado en la caseta viendo gente pasar me hacía sentirme como un mono al que solo le faltaba que le echasen cacahuetes. Me costó mucho entender la función que tenía, pero al final lo logré. Ahora mismo la literatura ha perdido el espacio social que ocupaba y ahora es una afición mucho más minoritaria. La atención de los lectores se ha vuelto un tesoro. Una persona que lee hay que apreciarla y cuidarla mucho. Me pone contento que se acerquen y charlar un ratito con ellos, aunque no sea mi actividad favorita”, comparte. “Al final, se convierte en un ritual, muy emocionante por el final de la pandemia”, apunta. Mañas está contento por la recta final de las restricciones, tanto que incluso está disfrutando la promoción de ¡Pelayo!, su nueva novela histórica.
Me empeño en encontrar a alguien que pueda poner alguna pega. Pruebo con la pujante editorial asturiana Hoja de Lata, conocida por su exquisitez y contenidos críticos. No hay manera: “La feria me ha resultado fantástica, se notaba que había hambre de libro, ganas de reencontrarse con editores y librerías. Ha funcionado todo: las ventas, la calidad de los actos organizados por aquí y la comunicación con los lectores. El más vendido de Hoja de Lata ha sido Memoria del frío, de Miguel Martínez del Arco, que cuenta la vida de su madre, Manolita Martínez del Arco, la mujer que más tiempo estuvo en las cárceles del franquismo. También ha ido muy bien Pasionaria, la vida inesperada de Dolores Ibárruri, del historiador asturiano Diego Díaz. Y se han llevado mucho el clásico Tea Rooms de Luisa Carnés, que en cada feria vuelve a encontrarse nuevos lectores a pesar de no ser novedad”, concluye Daniel Álvarez.
Entre los autores que se animaron a firmar destacan nombres como Arturo Pérez-Reverte, Fernando Aramburu, Lorenzo Silva, Eduardo Mendoza, Marta Sanz, Antonio Muñoz Molina, Manuel Vilas, Elena Medel, Elvira Lindo y Héctor Abad Faciolince. También han participado otros más inclasificables y pop como el humorista Joaquín Reyes, el político Iñigo Errrejón y la rapera Mala Rodríguez. Por las 320 casetas pasearon 380.000 visitantes, en una media de 22.000 al día y un 12% de asistentes procedentes de fuera de la Comunidad de Madrid. La red social más usada para comentar lo que pasaba en el recinto fue Twitter, con casi ciento seis mil menciones.
La declaración de Formentor
Otra tendencia destacable es la conciencia creciente dude que hace falta asociarse para hacer frente a gigantes como Amazon y para obtener el respeto que merece el trabajo editorial. En ese sentido, es muy interesante la Declaración de Formentor, que se presentó y distribuyó ampliamente durante la feria, con el respaldo de más de cincuenta editoriales independientes, algunas tan prestigiosas como Trotta, Sexto Piso, Libros del Asterioide, Capitán Swing y Galaxia Gutenberg. “Pensamos que la cultura debe ocupar el centro del debate público, no ser presentada solamente como un ornamento lúdico. (…) Trabajamos con un capital simbólico de tanta importancia como el capital real; el beneficio económico es una condición, pero no nuestro objetivo fundamental”, explican.
Más madera: “Señalamos nuestra preocupación por la marginalización de la información cultural y literaria en algunos medios de comunicación (…) En un contexto de progresiva concentración del mercado, vemos como una prioridad el mantenimiento de la red de librerías y bibliotecas, así como el del sistema del precio fijo. Y manifestamos nuestro deseo de potenciar el papel prescriptor del editor. Para ello, contamos ya con la complicidad de muchos libreros, lectores y críticos”, finalizan. Un enfoque parece más despierto y necesario que nunca.
La próxima Feria del libro de Madrid se celebra desde el 27 de mayo al 12 de junio de 2022
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