El que será el último libro de Fernando Savater, Solo Integral, es una recopilación de sus mejores columnas acompañadas de unas inspiradoras glosas que nos permiten hacer un recorrido en profundidad con el gran pensador por los temas claves que definen la realidad política y cultural de nuestro país También estrena situación sentimental. “Savater tiene nueva novia y tú no” podría ser lema de una camiseta en estos tiempos líquidos de confusión. Profesor de filosofía, activista, escritor y disfrutón de la vida, Savater se define como lector, por encima de cualquier otra categoría. Vozpópuli pudo entrevistarle vía Zoom
Pregunta: ¿Cómo empezaste a escribir?
Respuesta: Empecé porque me gustaba mucho leer. Tampoco tenía otra habilidad, ni deportes, ni matemáticas, pero escribiendo era el mejor de la clase. Así que a los veintiún años, tras expulsarme por primera vez de la universidad, me fui al Diario Madrid porque quería escribir sobre carreras de caballos, que era de lo único que sabía, pero ya tenían a alguien haciendo eso. Así que me pidieron que escribiera reseñas de libro
P: ¿Llegas a la Filosofía porque estaba ocupada la plaza de periodista deportivo?
R: (Se ríe) Deportivo pero sólo de un deporte. Después de aquello llego a Triunfo, la revista progre revolucionaria de entonces en la que yo ahí ya escribía sobre filosofía, y aunque parezca paradójico, por fin pude allí escribir sobre carreras de caballos. La gente creía que eran textos en clave filosófica con algún mensaje oculto, pero no. Al poco saqué mi primer libro, Nihilismo y Acción
P: En el libro cada columna viene acompañada por unas glosas más libres.
R: Sí es cierto que he hablado en las glosas con mucha más libertad porque la columna, que para mí tiene una voluntad pedagógica.
P: ¿Quiénes tenemos una columna tenemos una obligación moral?
R: Sin duda, escribir una columna es una responsabilidad, un privilegio y utilizar eso para hacer la gracia o montar tu numerito narcisista… Eso nunca me ha gustado. Para eso que escriban un libro de versos, pero la prensa es un medio de difusión de ideas, no exclusivamente pedagógica, pero las ideas son lo importante.
P: Una idea muy repetida en tus columnas es la de ciudadanía, defendida por el constitucionalismo. ¿Se ha quedado incompleto el término al recoger sólo la defensa del individuo y no de la nación española, que es previa a la Constitución?
R: En la Constitución está recogido expresamente el derecho y el deber de defender a España. La importancia de la Constitución es que la ciudadanía se basa en ella, es la defensa del ciudadano como tal. Sirve para salvarnos a cada uno del ogro filantrópico, como decía Octavio Paz.
El problema viene si no se cumple la Constitución. Ésta por ejemplo dice que la lengua común de todos los españoles es el castellano y todos tienen el derecho y el deber de conocer, por lo que ya establece una diferencia en favor de la lengua común, que no es igual a las regionales. Eso está en la Constitución, pero no se cumple
P: ¿Se debería debatir la reforma para eliminar las grietas, como la no garantía de la separación de poderes, las nacionalidades o los derechos históricos?
R: Lo que no se puede hacer es derribarla para volver a un momento preconstitucional y volver a plantearnos si Constitución sí o no. Se puede reformar, pero no cuestionar su existencia. Volver al momento preconstitucional es volver al franquismo, pero de izquierdas, que es lo que quieren los grupos separatistas al querer enmendar la Transición
P: ¿Son esas debilidades del texto lo que nos ha traído precisamente hasta aquí?
R: La Constitución tuvo un elemento que al principio nos pareció a todos positivo y que luego se ha revelado inmensamente peligroso que era la buena intención. Se decía que las lenguas regionales deben encontrar apoyo en sus territorios, pero entonces nadie podía imaginar que eso se convertiría en un “suprimamos el castellano”. Gestos de buena voluntad y concesiones como los derechos históricos. ¿Qué es eso? Es una ridiculez decir que hay regiones en España que se van a regir por principios preconstitucionales y hasta prepolíticos. Sin embargo, eso se consideró una muestra de buena voluntad. Y ese es el problema, la Constitución peca de buena fe excesiva.
Si ETA hubiese sido una organización neofascista, nostálgica del franquismo habría habido manifestaciones contra ellos por toda Europa
P: Eres un hombre que no se limitó a escribir, sino que actuó. Creaste ¡Basta ya! que recibió el Premio Sajarov.
R: Yo dudo que hoy el Parlamento Europeo nos hubiese dado el Premio (ríe pero poco, medio en broma, medio en serio). Ahora probablemente se lo darían a Batasuna o algo así, en ese sentido han cambiado bastante las cosas.
En aquel momento la representante del PSOE en el Parlamento Europeo era Rosa Díez y en el 2010 se dio ese premio por primera vez a un grupo europeo. Se consideraba que eso de la defensa de los Derechos Humanos era una cosa de países exóticos y lejanos y otorgárnoslo a nosotros, un grupo vasco, era reconocer que había terrorismo que los vulneraba en España, en un país dentro de la Unión Europea. Por eso fue un premio tan importante.
Siempre ha habido una trivialización de la violencia en el País Vasco y un desconocimiento de lo que sucede hoy en Cataluña
P: ¿Esa trivialización de la violencia de ETA en el extranjero, que mencionas en tu columna Siniestra, se debe a que era una organización de izquierdas?
R: Sin duda. Si ETA hubiese sido una organización neofascista, nostálgica del franquismo habría habido manifestaciones contra ellos por toda Europa, pero ETA era de izquierdas. Entonces se partía de la base que si alguien de izquierdas se levantaba en armas contra un Estado era porque éste era opresor.
P: ¿Por eso en el resto de España no se justificaba el atentado, pero se comprendía que matasen a ciertas personas?
R: Especialmente si era un Guardia Civil o un militar. No hay más que ver cómo aparecía la noticia en la prensa en los años de la Transición. Parecía que la culpa del atentado la tenía el Guardia por estar viviendo en ese pueblo. Hoy nos asombramos por la falta de conocimiento y de reflejos ante lo que pasa en Cataluña, pero durante muchos años sucedió con el País Vasco, pero con muertos sobre la mesa
P: En la glosa a tu columna Aun así dices “lo importante no es ser bueno, sino sentirse bueno”.
R: Hay un kit de ser bueno. En España ahora lo que está ahí incluido es ser de izquierdas. Antes era ir a misa los domingos y casarse por la iglesia. Lo importante es que hagas lo que dicen los que controlan qué va incluido en el kit del buenismo. Por eso ahora todo el mundo quiere ser víctima, porque suscita inmediatamente el apoyo de los que son buenos profesionales. La última es ayudar a las mujeres como víctimas aunque no lo sean. Es algo tan idiota que sorprende, pero hay una serie de personas que si esto lo cuestionas creen que apoyas a Jack el destripador.
P: ¿Se ha desligado la filosofía de la ciencia, que defiende la razón, la biología, para encadenarse a la ideología izquierdista?
R: Bueno, la ciencia y la filosofía son dos cosas distintas. Lo que se dice ahora para defender la asignatura de filosofía “enseña a pensar, a ser crítico”. Majaderías. Platón se hubiese caído al suelo. En un filósofo como Aristóteles la ciencia y la filosofía sí están unidas, pero hoy la ciencia tiene una labor verificadora de la realidad. La filosofía es más argumentativa.
P: ¿Los profesores de ética se tendrán que hacer youtubers?
R: ¿Por qué no? Hay quien no le divierten estos programas porque la sensatez es aburrida, hasta que se sufren las consecuencias de la insensatez.
P: Mi generación parece tener miedo al amor de verdad, no a las relaciones.
R: Temer al amor es algo lógico. Es un sentimiento tan fuerte que antes de meterte en él es lógico que haya miedo, pero hay que atreverse, también a equivocarse. Es lo que hace que la vida merezca la pena, aunque luego te traiga tanta pena como me ha traído a mí. El amor es dejar de vivir para algo y empezar a vivir para alguien. Cuando conoces a la persona notas algo distinto y lo notas para asustarte, porque sabes que te va a cambiar la vida
P: Ahora la gente prefiere la comodidad, lo conocido…
R: Ellos se lo pierden.
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