Cultura

La locura arquitectónica de Hitler a través del ojo de Stephan Vanfleteren

El fotógrafo belga Stephan Vanfleteren ha estado perdiéndose en las costas del norte de Europa buscando restos de la locura defensiva de Adolf Hitler. El Tercer Reich construyó en los años cuarenta miles de búnkeres desde el norte de Noruega hasta la frontera de Francia con España. Poniéndose al servicio del museo del Muro del Atlántico, en Ostende, Vanfleteren ha retratado lo mucho que queda de esta grandilocuente arquitectura militar, tan olvidada como presente está aún en las costas norteñas del viejo continente.

A Vanfleteren le dieron un año para sacar adelante sus imágenes del muro construido por el régimen nazi para protegerse de las ofensivas procedentes del océano Atlántico. Pero ni siquiera contando con tanto tiempo puede decirse que su tarea fue fácil. Este año se ha cumplido, de hecho, el 70º aniversario del célebre desembarco de Normandía, con el que comenzó el principio del fin de la pesadilla expansionista del Tercer Reich. Y a estas alturas, “ya se han visto muchas fotos de búnkeres”, cuenta el fotógrafo a Marabilias.

Su búsqueda por presentar de manera original el muro defensivo de la Alemania hitleriana le llevó, sin embargo, a adoptar una perspectiva artística para nada compleja. “Me dije que, a lo mejor, lo simple es lo mejor”, dice Vanfleteren a este magazine, antes de explicarse: “Me concentré en fotografiar cómo están estos edificios ahora, después de décadas de estar ahí, y en cuál es su relación con el espacio y con el medio ambiente”. Su trabajo, sólo podía ser en blanco y negro, pues solamente fotografía con este tipo de película.

Búnkeres olvidados

En sus imágenes sobre el muro del Atlántico, las fotografías muestran una relación evidente entre algunos búnkeres con la arquitectura modernista. Muchos de sus gigantescos modelos arquitectónicos le hicieron pensar por razones obvias en el brutalismo, corriente que prioriza el hormigón y crear edificios asimilables a fortalezas. Precisamente en una fortaleza nazi hubiera querido convertir Hitler los dominios del Tercer Reich gracias a infraestructuras como la del muro del Atlántico. Por fortuna no fue así, y esos búnkeres llevan décadas en desuso. Ahora están abandonados a su suerte.

“Estas fotos nos cuentan cosas sobre la historia, pero también nos hablan del futuro y lo que necesitamos cambiar en nuestro presente”, dice Vanfleteren, a quien sus escapadas fotográficas por el norte de Europa le “abrieron los ojos” en términos medioambientales. “Los lugares están cambiando, con el cambio climático las costas están cambiando mucho. Fui a sitios en los que los búnkeres estaban muy separados de la costa en 1942, a cientos de metros, pero ahora los búnkeres están, de verdad, en plena playa”, cuenta este artista de 44 años nacido en la pequeña localidad de Kortrijk -noroeste belga-.

Los búnkeres son un barómetro para evaluar el estado de nuestro medio ambiente.

Por eso en sus imágenes no es raro ver que el lugar y los elementos naturales del mismo sean tan protagonistas de la fotografía como el propio búnker -lo que se supone fue a fotografiar Vanfleteren-. “Los búnkeres son un barómetro para evaluar el estado de nuestro medio ambiente. Están ahí, en lugares donde la naturaleza es frágil, como son las playas, los acantilados o las dunas. En ellos se ve la necesidad de reforzar los puertos con hormigón”, abunda este otrora fotógrafo del diario belga De Morgen.

Las instalaciones defensivas se integran con la naturaleza

En ocasiones, estos gigantes de hormigón, aunque parezca imposible, llegan a mezclarse perfectamente con el lugar donde fueron instalados. “A veces no se ve la diferencia entre el búnker y la naturaleza. Ocurre que el búnker parece que se convierte en roca, como si fuera un elemento natural más”, según expone el fotógrafo flamenco. Sus imágenes también permiten ver estas instalaciones defensivas como si fueran barcos de piedra varados en la arena, o futuristas aeronaves aterrizadas en plena playa.

En los búnkeres, suele haber muchas pintadas, especialmente en Francia, Holanda o Bélgica. Pero no será esa degradación con espray la que acabe con estos inertes monstruos de cemento. “En general están muy bien conservados porque son muy fuertes, aunque haya algunos que estén sufriendo mucho por estar expuestos al mar”, precisa Vanfleteren. Muchos de estos búnkeres costeros, aunque soporten el paso del tiempo y la erosión, no han sobrevivido a las intenciones de quienes quieren apartar estos sólidos recuerdos de la devastación sufrida en Europa durante la Segunda Guerra Mundial.

A veces hace falta viajar mucho para verlos y puede ocurrir que ya no estén ahí.

Esto lo ha lamentado especialmente Vanfleteren, y no tanto por motivos relacionados con la memoria histórica -que también-, sino porque “a veces hace falta viajar mucho para verlos y puede ocurrir que ya no estén ahí, porque se haya decidido quitarlos”, según cuenta el fotógrafo. Los que siguen, sin embargo, han quedado retratados por su cámara. En su película sobrevivirán en blanco y negro incluso si se piensa en borrarlos del mapa.

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