La cultura de la cancelación afecta a todo aquel que no comulga en bloque con todas las ideas que se consideran políticamente correctas. Así, uno pensaría que una ciudadana feminista, bisexual y de izquierdas -por el mero hecho de serlo- debería tener acomodo sencillo en nuestro panorama político y mediático y, sin embargo, no es así en absoluto para personas como Paula Fraga, a quien suelen suspender jornadas en las que es ponente (entre otras cosas) bajo la acusación de transfobia (pues Fraga no considera que las transexuales deban ser considerados mujeres por el movimiento feminista que ella defiende).
Abogada especializada en derecho penal y derecho de familia, integrante de la Alianza contra el Borrado de las Mujeres y colaboradora de El Jacobino (movimiento de izquierdas que, entre otras cosas, defiende con decisión la integridad territorial española). Ha sido premiada por el Ayuntamiento de Lugo por su trabajo a favor de la abolición de la prostitución, ha colaborado en distintos libros y se encuentra ahora escribiendo un ensayo a título individual. Vozpópuli ha tenido la oportunidad de hablar con ella.
Pregunta: ¿Qué es una TERF?
Respuesta: TERF es un acrónimo inglés de las palabras Trans-Exclusionary Radical Feminist, es decir, "Feminista radical transexcluyente". Este término es absurdo por su falsedad: no se puede incluir aquello que por definición ya está excluido. Las teóricas queer y todo el movimiento transactivista nos considera transexcluyentes a las feministas, porque entendemos que las mujeres transexuales no son sujeto político del feminismo pues son biológicamente hombres. El feminismo es la lucha de la emancipación de las mujeres, es decir, de las personas de sexo femenino.Todo este planteamiento que está detrás del término TERF no sólo es falaz, sino que se utiliza como discurso de odio contra las mujeres feministas. Cada vez que soy catalogada como TERF viene consigo una avalancha de insultos, campañas de acoso y amenazas. Con la palabra TERF justifican cualquier tipo de violencia hacia nosotras.
P: ¿Qué consecuencias tiene que el feminismo militante te clasifique como TERF?
R: Hay que dejar claro que no son el feminismo militante. Quien cataloga como TERF es el “feminismo” institucional y el transactivismo. Feminismo militante somos, por ejemplo, asociaciones como Alianza contra el borrado de las mujeres – a la que yo pertenezco- y desde las que explicamos las implicaciones de las leyes de identidad de género o la misoginia, el sexismo y la carencia de base científica que impregnan al movimiento transgénero.
El “feminismo” institucional (entre comillas, porque no lo considero tal) es simple difusor de las teorías queer y sobre esta base teórica (que recordemos que niega que el sexo es una realidad biológica inalterable) se dedican a desarrollar e implementar sus políticas identitarias, invalidando con ello las políticas basadas en el sexo que hasta ahora ocupaban al Ministerio de Igualdad. Las políticas identitarias, la mal llamada ley trans que ahora se está tramitando, suponen el borrado jurídico del sexo. El Ministerio de igualdad es antifeminista, pues está casi en exclusiva centrado y legislando al dictado del movimiento transgénero, un movimiento cuyos integrantes nos acosan, amenazan y agreden.
P: ¿Qué es una RadFem?
R: RadFem es el acrónimo del movimiento Feminista radical. No estoy de acuerdo con todas sus tesis, pero sí desde luego en la abolición de la prostitución, de la pornografía, la exigencia de la prohibición legal de la explotación reproductiva (los vientres de alquiler, mal llamada gestación subrogada), la crítica a todo lo queer y el movimiento transactivista. Todo esto es agenda feminista y postulados del Feminismo radical, pero yo personalmente prefiero llamarme feminista sin apellidos, o, si tengo que matizar, feminista de la igualdad.
P: La frase más conocida de Simone de Beauvoir es “No se nace mujer, se llega a serlo”. ¿En qué sentido crees que de esta idea se puede haber deducido que alguien nacido varón puede llegar a ser considerado mujer?
R: Esta es una interpretación falaz, interesada e incluso ridícula que hace el movimiento transactivista con la intención de negar que el sexo es una realidad biológica inalterable, y para afirmar que los hombres pueden ser mujeres. Esto es algo completamente anticientífico e imposible.
Cuando Simone de Beauvoir decía “No se nace mujer, se llega a serlo” lo que quería decir es que el género (es decir, la estereotipia sexista) es una construcción cultural sobre el sexo, esto es, que la feminidad y la masculinidad son formas de ser mujer u hombre determinadas por la cultura y la sociedad. En palabras de Teresa López Pardina -la biógrafa de esta pensadora francesa- “no se nace mujer” significa que no se nace sensible, abnegada, modesta, sumisa, afectuosa, es decir, que no se nace con los atributos de la feminidad: lo que denominamos masculinidad o feminidad son modos de conducta adquiridos. El término “se llega serlo” expresa que la adquisición de los caracteres secundarios correspondientes al género son producto de un proceso de inculturación que se lleva a través de la educación.
P: Esta idea de que lo femenino y lo masculino es producto cultural, ¿lo aplicas a rajatabla? Es decir, ¿consideras que el sexo biológico y todo lo que lleva aparejado no influye para nada en el dimorfismo cultural entre hombre y mujer?
R: No, no lo aplico de forma tajante, porque eso podría llevar a la negación del sexo, la diferencia sexual y las realidades asociadas al sexo (justo lo que defiende el transactivismo y las teorías queer y que las feministas negamos). El problema es que sobre esta diferencia entre los sexos se ha construido una jerarquía que las feministas denunciamos. Se ha construido también la idea de feminidad y masculinidad, una serie de estereotipos y funciones asociadas, algo que se ha traducido históricamente en la apropiación de la capacidad reproductiva de las mujeres, o su relegación del ámbito público para limitarlas al campo de la crianza. Todo esto es el género, la estereotipia sexista y los roles que nos han sido impuestos por nacer con sexo femenino.
P: Hay gente que, ante lo que acabas de mencionar, se queda sorprendida, pues parecen problemas de hace un par de generaciones. Lo extraño ahora es encontrar una mujer dedicada sólo a la crianza de los hijos. ¿Qué responderías a este tipo de objeciones?
R: Hasta hace un par de generaciones en España no se les daba a las mujeres otra opción, estaban totalmente relegadas al ámbito familiar y privado y a la crianza de los hijos. Hasta 1975 las mujeres tenían que pedir permiso a sus maridos para la realización de determinados actos de tipo jurídico o patrimonial. La mujer vivía una permanente minoría de edad al no tener una capacidad jurídica plena para obrar y con unas funciones muy tasadas social y educativamente.
No he escuchado a Irene Montero, Yolanda Díaz, a Ángela (Pam) Rodríguez ni a Vicky Rosell dar ningún apoyo a la víctima
Es cierto que ahora, con la incorporación de la mujer al trabajo, hemos empezado a desarrollarnos profesionalmente, a estar en el ámbito público, político, a ser visibles en el ámbito social. Por todo esto es natural que no haya muchas mujeres que se dediquen en exclusiva a la crianza, entre otras cosas porque sabemos que la conciliación es muy complicada y, por tanto, acabamos teniendo que escoger. Lo ideal sería que no tuviéramos que elegir entre crianza y desarrollo profesional y que pudiéramos compaginarlo perfectamente. No tengo ninguna crítica que hacer a la mujer que sólo quiera dedicarse a la crianza, siempre y cuando no sea algo impuesto (que en todo caso la crítica no sería a ella) o porque se haya tomado una decisión conjunta en la familia y que simplemente haya sido a ella a quien se le ha impuesto esa decisión porque es un rol asociado a la mujer.
P: Esta semana oímos a muchos preguntar, con el caso Oltra, por las feministas. ¿Qué está pasando?
R: El problema es que la gente en general -y la derecha en particular- cree que el Ministerio de Igualdad es feminista. Sin embargo, desde el movimiento feminista estamos exigiendo la dimisión de Irene Montero y estamos criticando sus políticas e incluso llamándolas antifeministas desde hace muchísimo tiempo. Las feministas siempre estamos con las víctimas y, como ha sido en este caso, una víctima probada: hay una sentencia condenatoria contra el ex marido de Mónica Oltra, en donde están probados esos abusos sexuales. El movimiento feminista siempre estará con las mujeres y las niñas víctimas, por eso nosotras hemos salido a manifestar nuestro apoyo a esta niña. Sin embargo, el Ministerio de Igualdad, en otro ejercicio de cinismo y de antifeminismo, ha salido a dar apoyo a Mónica Oltra tras su dimisión.
No he escuchado a Irene Montero, Yolanda Díaz, a Ángela (Pam) Rodríguez ni a Vicky Rosell dar ningún apoyo a la víctima. Lo único que hemos visto es apoyo público y reconocimiento a no sé qué gran trabajo que supuestamente ha llevado a cabo Mónica Oltra. Es absolutamente infame y cínico. Parece que el “hermana yo sí te creo” opera sólo cuando la víctima les encaja en su relato o cuando el que comete el abuso (o lo encubre) no es uno de los suyos. A quienes preguntan dónde están las feministas les quiero decir que aquí estamos, denunciando las políticas del ministerio de Igualdad, exigiendo la dimisión de Irene Montero y apoyando a la víctima.
P: El aborto, ¿derecho o tragedia?
R: El feminismo entiende el aborto como un derecho, de hecho es una de las vindicaciones clásicas de la agenda feminista porque sabemos que en los países donde no está regulado se sigue practicando de igual forma, con las implicaciones para la salud y el riesgo que conlleva para la mujer la práctica del aborto clandestino. Por tanto, el aborto debe ser regulado, forma parte de la esfera de los derechos reproductivos y del derecho a la autonomía sobre el propio cuerpo de las mujeres.
Ahora bien, también creo que es necesario que existan ayudas a la maternidad y ayudas a las madres, a las familias, a las mujeres que quieran tener hijos, puesto que tenemos un problema de natalidad en España y urgen políticas para mejorar las condiciones laborales, para que las mujeres y parejas jóvenes puedan tener mayor estabilidad y para que no se produzcan abortos por motivos económicos. Estoy segura de que muchos de ellos se producen por esta causa y lo idóneo sería reducirlos a cero y que las mujeres que quieran ser madres lo sean.
P: Te declaras socialista y patriota española. Como ciudadana, ¿qué partido político te resulta más afín?
R: No siento afinidad con ningún partido político institucional de izquierdas puesto que, aunque se autodenominen como tales, sus acciones y políticas demuestran que no están trabajando en favor de los derechos de los trabajadores.
Estos partidos, que se supone que deberían de hacer políticas para la mejora de las condiciones laborales y que prometieron, para ello, derogar la reforma laboral, no sólo no la derogaron sino que además no recuperaron derechos laborales perdidos en reformas anteriores. Esta es una prueba más de la hipocresía de este Gobierno que se llama a sí mismo socialista y de izquierdas. Otro ejemplo lo tenemos en cuando sacaron las tanquetas a la calle contra las personas que se manifestaban por la mejora de las condiciones laborales en la huelga del metal en Cádiz.
Mi crítica más contundente es para el sectarismo que existe dentro de la izquierda y que hace que muchas de nosotras seamos constantemente acosadas y difamadas
Si te autodenominas de izquierdas o socialista, pero tus acciones no acompañan, es normal que las personas de izquierdas nos encontremos en una situación de orfandad política. El abstencionismo que vimos en las pasadas elecciones andaluzas puede responder en parte a que muchas personas de izquierdas decidieron quedarse en casa, porque no tenemos un partido político que represente nuestras posturas socialistas y feministas.
Por este motivo, un conjunto de personas estamos iniciando otros proyectos para tratar de defender una izquierda diferente a la institucional: una izquierda racionalista, materialista, feminista, antinacionalista y patriota. Esto último es importante, porque otro de los motivos por los que muchas personas de izquierdas no nos sentimos representadas por este gobierno es porque está gobernando con quien pretende desmembrar España, con quien pretende levantar fronteras entre conciudadanos, con quien pretende privatizar lo más público que hay, que es el territorio común de todos los españoles.
Todo esto es, desde luego, la antítesis de lo que es la izquierda, y por eso algunos estamos trabajando en un proyecto nuevo, El jacobino. Este es un proyecto divulgativo y trata de explicar que hay otra izquierda y que los valores que esta defiende no son los de la izquierda institucional, sino los que ya he mencionado. De momento somos sólo un proyecto divulgativo, aunque nuestra aspiración es que estas ideas tengan representación parlamentaria. Es importante destacar que esto es resultado del hartazgo ante las políticas capitalistas y ante las constantes cesiones que se hace a los nacionalismos fragmentarios que se promueven desde un gobierno presuntamente socialista.
P: Si fueras ministra de Igualdad, ¿qué tres medidas implementarías?
R: La primera, una legislación abolicionista de la prostitución y persecución efectiva de los “vientres de alquiler”. Es necesario erradicar la explotación sexual. Urge una legislación abolicionista que incluya en el código penal todas las formas de proxenetismo, que otorgue asistencia integral a las víctimas y que sancione administrativamente -e incluso penalmente, según el caso- a los puteros. Derogaría también la instrucción del 5 de octubre de 2010 de la dirección general del registro del notariado que permite la inscripción de bebés nacidos en otros países y que son fruto de vientres de alquiler. Esta inscripción permite, de facto, que haya ciudadanos españoles que acudan a otros países a comprar bebés. Derogaría esta inscripción y promovería una persecución efectiva de la explotación reproductiva.
Segunda medida, derogación de las leyes trans autonómicas. Sé que como ministra de Igualdad estaría fuera del ámbito de mi competencia, pero al menos trabajaría desde el ministerio para que fuese posible esa derogación. También derogaría los preceptos de las leyes LGTBI que niegan el sexo biológico y que suponen una vulneración de los derechos de las mujeres y de la infancia y, por supuesto, paralizaría la Ley Trans que se está tramitando en este momento.
Tercera medida, incentivar la natalidad con ayudas económicas a las mujeres que quieran ser madres, ayudas a las familias y la promoción de políticas de conciliación.
Soy un mujer bisexual, por tanto pertenezco al colectivo LGTBI, sin embargo, somos constantemente ignoradas, vilipendiadas y agredidas desde la militancia
P: Desde una serie de parámetros teóricos lo tienes todo para encajar dentro de lo que se considera políticamente correcto, pues eres mujer, feminista, de izquierdas y bisexual. ¿Qué te ocurre en la práctica?
R: Deberíamos definir qué se entiende por políticamente correcto o incorrecto, porque el problema es que a algunas se nos tacha de políticamente incorrectas (siendo esto lo más leve, porque también se nos llama neorrancias, rojipardas o directamente fascistas) simplemente por hacer una crítica a aquellas posiciones, partidos u organizaciones que deberían estar representándonos porque se dicen de izquierdas y feministas.
La simple crítica y el mero rechazo a algunas de las políticas que ponen en marcha hace que se nos clasifique como políticamente incorrectas y, en cierto sentido, sí lo somos, porque nos salimos de lo que se está defendiendo ahora mismo desde la izquierda institucional y mediática. Pero lo que no somos, desde luego, es toda esa clase de apelativos con que nos califican y difaman (neorrancias, rojipardas o fascistas).
Soy una mujer bisexual y, por tanto, se supone que pertenezco al colectivo LGTBI. Sin embargo, las mujeres bisexuales y lesbianas somos constantemente ignoradas, vilipendiadas, cuando no directamente agredidas o acosadas -como es mi caso- simplemente por hacer crítica a lo que se está defendiendo desde el colectivo LGTBI. Gran parte de este colectivo defiende las leyes trans, que vulneran los derechos de las mujeres y de la infancia. También defienden los vientres de alquiler, que no es otra cosa que la explotación reproductiva de las mujeres y la compraventa de seres humanos. Como mujer bisexual hago una crítica furibunda a este colectivo que debería defender nuestros intereses y que, sin embargo, me acosa y señala constantemente como referente TERF/tránsfoba o directamente, fascista.
P: El insulto de moda...
R: Sí, ocurre lo mismo con el feminismo. Por supuesto, soy feminista. Ahora bien, precisamente porque lo soy tengo que ser crítica con las políticas del ministerio de Igualdad y no tengo por qué comprar en bloque todo lo que dice el feminismo (no así la agenda feminista actual con la que sí concuerdo).
Otro de los motivos por los que se me puede denominar como políticamente incorrecta (más los otros epítetos mencionados) es porque soy defensora de España, de sus intereses y de su integridad territorial y es porque la izquierda ha comprado el falaz y ridículo discurso que identifica España con Franco, por lo que sorprende que desde la izquierda se defienda la nación española y su integridad territorial. ¿Cómo es posible que nos tilden de fascistas o reaccionarios por defender la igualdad entre ciudadanos y territorios, y que justamente la acusación parta de quienes defienden privilegios fiscales y tratos especiales a las personas en función del territorio en el que se nace?
Ser de izquierdas, ser bisexual o ser feminista no implica defender ideas como un catecismo. Tenemos que ser capaces de generar pensamiento crítico y practicarlo con los partidos políticos que dicen representarnos, precisamente para que nos representen debidamente. Mi crítica más contundente es para el sectarismo que existe dentro de la izquierda y que hace que muchas de nosotras seamos constantemente acosadas y difamadas.
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