“Odiamos a Céline por su odio antijudío, pero este texto, cuando grita en nombre de los sin voz, demuestra que nunca nos libraremos de él”, así termina el periodista Yves Jaeglé en Le Parisien, su reseña sobre la novela inédita del autor francés que se acaba de publicar en el país vecino. Louis-Ferdinand Céline es la encarnación del dilema de intentar separar obra y autor. Cumbre indiscutible de la literatura francesa del siglo XX, testimonio de la trituradora de almas que supuso la Primera Guerra Mundial, furibundo antisemita propagador de odio, y colaboracionista bajo la ocupación nazi de Francia durante la Segunda Guerra Mundial.
Las dos guerras mundiales marcaron la vida y obra del autor, y la publicación de Guerre (Guerra) lo ha devuelto a primera línea de la actualidad. La editorial Gallimard lleva este jueves a las librerías una de las obras inéditas del autor, perdidas desde que el francés abandonó su casa de París ante el avance aliado.
Céline escribió Guerra justo después de haber publicado en 1932 Viaje al fin de la noche, obra maestra de la literatura francesa del siglo XX. Como esta última, Guerra rescata la jerga francesa y el habla de los soldados que sufrieron el horror de las trincheras, relatando la historia de un francés herido que despierta en el campo de batalla rodeado de compañeros muertos. Una imagen apocalíptica que el autor sacó de sus propia experiencia después de haber sido herido al comienzo de la guerra en Bélgica. El testimonio, escrito unos 20 años después de su experiencia en el frente, es el “de un síndrome postraumático” según señala el biógrafo del autor Émile Brami en Le Monde. El relato es “una historia de guerra, una crónica provinciana y una novela lasciva, esta novela debería emocionar al lector de 2022 con su crudeza a veces insoportable”, señala en Le Monde Jérôme Dupuis.
Tesoro manucrito escondido a la viuda
La editorial ha lanzado una primera tirada de 80.000 ejemplares, números de best seller, y de momento no está prevista su traducción al español. La novela estaba en una de las maletas abandonadas u olvidadas en la casa parisina de Céline, cuando este se fugó de Francia rumbo a Dinamarca en el verano de 1944. Los aliados habían desembarcado en Normandía, las potencias del Eje retrocedían en todos sus frentes, el régimen de Pétain estaba a punto de caer y Céline escapaba para no ser juzgado como colaboracionista.
El autor insistió en vida del robo de estas miles de páginas, y se sabía que su piso en Montmartre había sido saqueado, pero no fue hasta el año pasado cuando se confirmó la existencia de este material.
El periodista cultural Jean-Pierre Thibaudat había recibido este tesoro manuscrito en unas enormes bolsas con la única condición de que no hablara de ellos hasta la muerte de la viuda de Céline, Lucette Destouches. El donante anónimo quería evitar a toda costa que la mujer se enriqueciera, y con el fallecimiento de Destouches en 2019, Thibaudat se puso en contacto con los herederos de los derechos.
Polémicas y cancelaciones
Céline, que clamó en los años treinta por ver las calles parisinas infestadas de “ratas judías”, ha seguido protagonizando polémicas en las últimas décadas. En 2011, coincidiendo con el 50 aniversario de la muerte del escritor, el intento del ministerio de Cultura francés de homenajearlo generó tal revuelo que hizo recular al gobierno de Nicolas Sarkozy.
La otra gran controversia en torno a su obra fue el intento de reeditar Bagatelas para una masacre, publicada por primera vez en 1937 y uno de los libros más vendidos durante la Ocupación. Una obra abiertamente antisemita y en la que expresaba que prefería a “doce Hitlers en lugar de un Blum omnipotente. Hitler todavía pude entenderlo, mientras que Blum, es inútil, siempre será el peor enemigo, odio a muerte, absoluto”, escribió Céline.
A pesar de que la publicación de este y otras panfletos antisemitas como La escuela de los cadáveres y Los bellos paños, iban a contar con un amplio y riguroso aparato crítico para contextualizar el trabajo de Céline, la polémica y las presiones ejercidas desde diversos ámbitos, hicieron que la Gallimard diera marcha atrás a la publicación en 2018. “En nombre de mi libertad de editor y de mi sensibilidad con mi época, suspendo este proyecto, al juzgar que las condiciones metodológicas y memoriales no se dan para contemplarlo de manera serena”, dijo el editor, Antoine Gallimard. Con esta cancelación los lectores en francés se veían privados de una contextualización profesional, mientras siguen teniendo en internet todos estos panfletos a golpe de dos clicks.
De las críticas aparecidas en la prensa francesa, quizás las de Jaeglé en Le Parisien sea la que mejor expresa el sentimiento actual hacia el autor: “Odiamos a Céline por su odio antijudío y su forma asquerosa de posguerra de haber minimizado siempre su papel de instigadora del crimen, quejándose sin honor ni arrepentimiento. Pero este texto resucitado de su década prodigiosa, cuando grita en nombre de los sin voz, demuestra que nunca nos libraremos de Céline. El genio se puede contar con los dedos de una mano. De su tiempo, de su siglo, él es parte de él. Guerra ya parece un clásico”.
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