“Me robaron todo el oro, la plata y las monedas que transportaba, propiedad de Su Majestad y de particulares, en total unos trescientos sesenta mil pesos. Sin causar daño alguno a las personas que se hallaban a bordo, se alejaron de la nave, llevándose consigo la fruta, las conservas, el azúcar y los demás productos comestibles que teníamos a bordo, así como un poco de harina. Después de desvalijar la nave, se marcharon, arrastrándome con ellos, y me pusieron bajo la vigilancia de varios ingleses durante seis días, al final de los cuales se fueron”. El testimonio es del propietario de Nuestra Señora de la Concepción un galeón español de 120 toneladas que de un golpe limpio y perfecto acabó en manos del corsario inglés Francis Drake.
En el ya intercontinental reino de Castilla, su nombre no era simplemente odiado, era maldito. Aquel hereje inglés, saqueador de océanos y pirata sin honor, era una sombra que perturbaba el sueño de navegantes y provocaba un deseo irrefrenable de escupir al suelo al pronunciar su nombre: "el Draque" o "el Dragón". En aquel golpe de la primavera de 1579, el marino inglés consiguió a la altura de Ecuador 362.000 pesos en lingotes de oro, de ellos 106.000 pertenecían a Felipe II, mientras que el resto era para inversores privados, según recoge David Salomoni en Francis Drake. El corsario que desafió a un imperio (Crítica) Acaban de conseguir tanta plata, unas 26 toneladas, que parte de ella se utilizó para sustituir el lastre del Golden Hind, el buque principal del inglés.
Drake, fiel sirviente de la reina Isabel de Inglaterra tendrá en el imperio de Felipe II su principal objetivo. Cuando el corsario se echa a la mar los imperios prehispánicos americanos agonizaban en sus últimos estertores, en Europa el credo protestante había sustituido al romano en reinos como el inglés, y a la Monarquía Hispánica se le acababa de abrir un extenuante frente con las Provincias Unidas en los Países Bajos, que dilapidará buena parte de la plata americana. Época gloriosa en las letras hispana e inglesa con la coincidencia temporal de Cervantes y Shakespeare, que compartirán fama con otras figuras cumbres como Lope de Vega que describió a Drake como Satanás en persona, encarnación del mal, y que dedicó su enorme poema épico de casi 6.000 versos La Dragontea a narrar las andanzas del pirata contra la Corona.
Cuando estrenaron trono ambos monarcas, las fuerzas de Felipe II superaban con creces a las de la Reina Virgen. "Inglaterra, que apenas acababa de empezar a proyectarse sobre los mares del mundo, luchaba por sobrevivir y por hacerse con un puesto en la mesa de las grandes potencias. Sucumbir ante el gigante ibérico habría supuesto el final de los sueños de gloria de la corona inglesa. Isabel I sabía perfectamente que no tenía ninguna posibilidad de ganar a España en una guerra europea, Consciente de esta realidad, la reina decidió trasladar la guerra justo al terreno en el que su enemigo era más débil: le atacaría lejos de la atormentada Europa, en el Nuevo Mundo, salvaje y aún sin domesticar", señala Salomoni. Aunque por la espectacularidad se destaquen los asaltos a la flotas española, estos eran muy excepcionales. La Armada hispana había transformado el Atlántico en un lugar extremadamente seguro para el flujo de metales que arribaban a Sevilla.
Guerrilla de los mares
El investigador compara el enfrentamiento entre reinos con el de David contra Goliat, una guerrilla de los mares que llevarían a cabo los 'Sea Dogs', los perros de mar, que a través del documento conocido como patente de corso, la reina transformaba piratas en servidores oficiales del reino con el que compartirían sus ganancias. Aunque el autor matiza que no es justo verlos como simples mercenarios, una descripción especialmente extendida por estos lares, "con sus gestas escribieron algunas de las páginas más gloriosas de la navegación inglesa", destaca Salomoni.
El nombre de Drake está vinculado al de otros célebres marinos como John Hawkins, mentor y primo de nuestro protagonista, Thomas Cavendish, su imitador, y Walter Raleigh, su compañero de batallas. Drake encarnó perfectamente el espíritu de su época: un mundo de contradicciones dramáticas y lacerantes en el que la vida humana valía menos que la reputación de un hombre y en el que se construían inmensas fortunas sobre la sangre de miles de esclavos arrancados de su tierra.
Drake se sintió tentado de seguir los pasos de su primo en el lucrativo negocio del tráfico de esclavos africanos y así comenzó sus negocios marítimos que pronto encontraron un nuevo enfoque. El comercio de personas aportaba una alta rentabilidad, pero en aquella época los galeones españoles representaban auténticos tesoros flotantes que cruzaban Pacífico y Atlántico. Los hombres que consiguieran capturar alguno de ellos serían ricos de por vida.
Capturas y circunnavegación
El primer gran golpe de Drake se produjo en Panamá donde asaltaron el convoy del tesoro español que a lomos de mulos cruzaba el istmo de la costa pacífica a la atlántica para ser cargada allí rumbo a Sevilla. El 31 de marzo de 1573, junto a aliados cimarrones y hugonotes franceses, capturaron el cargamento español. Así, esclavos negros huidos y protestantes franceses se aliaron con los corsarios ingleses asestando un doloroso golpe al Imperio que además de la pérdida del tesoro, adquirió una profunda sensación de debilidad. "Los oficiales de Felipe II empezaron a temer una intervención inglesa a mayor escala, una invasión propiamente dicha", destaca el autor.
Drake llegó a Inglaterra como una persona rica y comenzó a labrarse su figura como héroe nacional, aunque sin los reconocimientos oficiales que llegarán posteriormente. Puesto que en aquel momento el duque de Alba, gobernador de Países Bajos, y la reina Isabel habían firmado una tregua, que imposibilitaba cualquier reconocimiento público.
La gran empresa de Drake terminó por los que pasó a los libros de historia naval inglesa fue la circunnavegación. Si en el caso de Magallanes habían sido las islas de las especias, Drake recibió el encargo secreto de la reina de atacar las colonias españolas en el Pacífico y encontrar algún puesto en el que se pudieran asentar los ingleses. El saqueo de barcos y puertos acompañó los casi tres años de expedición de una ruta bastante similar a la que completó Elcano y que tuvo en la captura de Nuestra Señora de la Concepción su mayor golpe.
Completada la vuelta al mundo, el 4 de abril de 1581 Isabel armó caballero a Drake con el lema 'Sic parvis magna' (de las pequeñas cosas nacen las grandes), también en ese año se convirtió en alcalde de Tavistock y posteriormente fue elegido miembro del Parlamento. La reina también había compensado al corsario con 10.000 libras esterlinas una auténtica fortuna para la época que convertía al marino en uno de los hombres más ricos de Inglaterra.
Es un tópico que da apuro teclear, pero en esta ocasión lo merece con creces, el ensayo se lee como una novela, en este caso con el siempre atractivo marco del manuscrito encontrado. "Estaba examinando las páginas de un gran volumen manuscrito, en busca de documentos acerca de la historia marítima portuguesa del siglo XVI, cuando, de repente, como si me hallase ante un libro de antiguas leyendas, empezaron a surgir ante mis ojos una serie de nombres que captaron mi atención: “Francisco Drac”, “Nuño de Silva”... Me di cuenta entonces de que acababa de encontrar algo acerca del famoso corsario inglés Francis Drake", señala el profesor de la Universidad de Siena.
La fuente contenía la declaración que el piloto portugués Nuno da Silva realizó en 1583 ante el Consejo de Indias en Madrid. Da Silva había sido secuestrado por Drake en enero de 1578 en Cabo Verde para guiarlo a través del Pacífico, pasando por el estrecho de Magallanes, con el objetivo de atacar a la América española. Fue liberado en abril de 1579 en Huatulco, México, iniciando un largo proceso judicial que incluyó ser interrogado por la Inquisición. El relato de su viaje con Drake que se encontró en la biblioteca de Ajuda de Portugal es uno de muchos, aunque el más detallado, describiendo batallas, abordajes y tempestades.
La obra finaliza en el momento del reconocimiento como ‘sir’, pero la cómoda vida de la política no iba con el espíritu embravecido de Drake que hasta el final de sus días combatió contra Felipe II que murió apenas un año después que el pirata. Tras ser repelido con éxito en La Coruña y Las Palmas encontró la muerte por disentería en su intento de asaltar Panamá. Fue enterrado en el mar en un ataúd revestido de plomo frente a las costas de Portobelo. Años más tarde, Lope de Vega se vengó de forma póstuma del corsario introduciendo el veneno como supuesto causante de la muerte.
Matar podéis al Draque, pues doliente
De aquel sangriento flujo está en la cama,
Con tósigo y veneno, que reviente
Hinchado, como Midas, de oro y fama.
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