Si el mal es movimiento, esta historia es una embestida. El hombre que vende su alma al diablo para obtener aquello que no tiene. La tragedia a la que Goethe dio forma inspiró a Beethoven, Wagner, Berlioz, Mahler o Litz. Pero ha sido la ópera del francés Charles Gounoud (1818-1893) uno de los hitos más destacados en la representación lírica y musical del mal. Aunque su estreno en 1859, en París, tuvo una acogida fría, las reticencias de los críticos, que veían en esta una versión simplificada del texto de Goethe, dieron paso a un abierto entusiasmo. Cuando se estrenó en el Teatro Real, seis años después de su première francesa, Faust sedujo al público de Madrid hasta convertirse en una de las óperas más representantas das hasta el cierre del Teatro, en 1925. Doscientas veinte nueve funciones.
Una vez más, el Faust de Gounoud regresa al escenario del Teatro Real, que abre su vigésima segunda temporada con la versión que hace Àlex Ollé con la Fura dels Baus. Esta coproducción del Teatro Real y la Ópera de Amsterdam tendrá como director musical al israelí Dan Ettinger, que debuta en Madrid al frente del Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real. Lo acompaña un doble reparto encabezado por los tenores Piotr Beczala e Ismael Jordi, en el rol titular; las sopranos Marina Rebeka y Irina Lungu en el papel de Marguerite; los barítonos Luca Pisaroni, Erwin Schrott y Adam Palca como Méphistophélès.
Los libretistas Jules Barbier y Michel Carré que trabajaron junto a Gounoud redujeron la trama de la ópera al pacto diabólico y al enredo amoroso entre Fausto y Margarita. Según Joan Matabosch, director del Teatro Real, es justo la sencillez de la trama lo que permitió el despliegue de Gounoud en “la belleza de las melodías, la orquestación refinada, las formidables partes corales, el contraste entre los números, el sarcasmo de algunos diálogos y la delicadeza de las escenas de carácter más intimista”.
En lo que a su universo musical respecta, el director Dan Ettinger identifica en Faust los elementos de la gran ópera francesa, sujeta con la potencia y la fuerza de una historia alemana. El peso de las dos versiones del mismo personaje, el Faust joven y el ya anciano, marcan una exigencia vocal específica que el tenor Piotr Beczala explica como una dualidad. “Hay dos Fausto, el viejo y el joven. En ocasiones dos tenores cantan al Fausto joven y el viejo. En este caso un cantante interpreta a los dos. Es un gran reto porque como el Fausto viejo tienes que emplear expresiones distintas de tu voz para la misma ópera", comenta el tenor polaco, para quien el prólogo, así como el dueto con Margarita suponen los momentos esenciales de esta ópera.
Àlex Ollé, que aborda por cuarta vez el mito de Fausto a lo largo de su carrera en La Fura dels Baus coloca el énfasis en lo que, a su juicio, es la cuestión que atraviesa toda la obra de Goethe: la búsqueda de la vida no vivida. Méphistophélès instiga a Fausto a satisfacer los deseos que ha ocultado, las pulsiones que ha sublimado y las perversiones que ha camuflado. Méphistophélès como alter ego de Fausto: el diablo que lleva escondido. "El mal es aquello que nos pone en marcha, es aquello que nos empuja a hacer y Méphistophélès simboliza la acción es el polo opuesto a la inacción de Fausto”, asegura el director de Fura dels Baus.
La propuesta escenográfica de La Fura dels Baus concibe un Fausto científico que trabaja un gran laboratorio. Procura la construcción de un cerebro electrónico. Insatisfecho, tras una vida encerrado en ese trabajo, desea ir tras todo cuanto no ha vivido. El encuentro con Méphistophélès desata en Fausto todo cuanto desea, actúa, como dice Àlex Ollé en el motor de los deseos ocultos. “Fausto somos todos, la insatisfacción de los seres humanos. Un hombre que lo sabe todo y que llega al fin de sus días sin haber vivido lo suficiente, que quiere suicidarse hasta que aparece Méphistophélès, que es el alter-ego de Fausto”, asegura Ollè, quien ha trabajado con el escenógrafo Alfons Flores.
“Uno de los rasgos más importantes en esta producción es la capacidad de metamorfosearse, a la manera de un mundo virtual. Hay pocos elementos, que se mueven constantemente y acentúan la sensación de lo inesperado. Es una especie de tragicomedia. Tiene partes fuertes y otras en las que te ríes delo grotescos que son algunos personajes”, comentó durante la presentación en Madrid, Valentina Carrasco, colaboradora de Ollé en la dirección de escena.
Se ofrecerán 13 funciones de la ópera entre los días 19 de septiembre y 7 de octubre. Faust es el primera de las 9 nuevas coproducciones de ópera del Teatro Real, 6 de ellas con estreno en Madrid: Turandot, Idomeneo, Falstaff, Capriccio, La peste y Je suis narcissiste, ésta última estreno mundial. Las restantes producciones -Only the Sound Remains e Il trovatore-, se estrenaron ya, como Faust, en los teatros que se han unido al Real para la coproducción de las óperas.
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