Luis García Montero se convirtió en julio en el noveno director del Instituto Cervantes. Han transcurrido tres meses desde entonces. Tiene mucho que atender y poco tiempo disponible. Ya sean los asuntos de intendencia como las grandes gestas, el segundero corre. El poeta mantiene, sin embargo, su calma habitual, esa plática pausada y lenta. Nada más anunciarse su nombramiento, el granadino aseguró que integraría todas las lenguas a la gran casa del español -el euskera y el catalán, entre ellas- y que trabajaría por el aumento de presupuesto de la que considera la gran institución diplomática de la cultura en español.
Su predecesor, Juan Manuel Bonet, abandonó el cargo sin llegar a completar los dos años de gestión. Durante su mandato nombró a nueve directores y el presupuesto supero los 120,5 millones de euros. Los objetivos de Luis García Montero apuntan en esa línea y añade otros más: potenciar el papel diplomático del Cervantes y profundizar el espíritu iberoamericano de su acción exterior a través de la apertura de centros en ciudades como Washington y Los Ángeles.
El director del Carvantes aspira para su institución un tratamiento parecido al de Televisión Española y plantea evitar la crispación con las lenguas
Conocía bien el Cervantes como invitado. Había participado ya fuese por mi dedicación a la poesía o como profesor universitario. Pero al hacerme cargo de la institución he conocido al Cervantes por dentro y puedo decir que el panorama es muy difícil. Ya no se trata de explicar algo sobre la literatura en español o de reflexionar sobre la cultura en español en el mundo. Se trata también de comprender una institución que tiene muchos trabajadores en distintos países, cada cual con su legislación laboral, con sus relaciones con la seguridad social.
El Instituto Cervantes, que forma parte del ámbito de diplomacia cultural del Estado, le cues<ta 1 euro al año a cada español
¿Hay problemas con los trabajadores? ¿Qué le preocupa?
La primera preocupación para un director del Instituto Cervantes son las condiciones de vida de los más de dos mil trabajadores que tiene, una situación importante que me he dedicado a conocer.El mejor patrimonio del Cervantes es su gente, repartida por el mundo y en la sede. La crisis económica afectó a todas las instituciones culturales pero al Cervantes más, ya que deterioró mucho las condiciones laborales. Mi compromiso es buscar una salida.
¿Cuál es la propuesta de aumento presupuestario del Cervantes?
Primero tienen que aprobarse los presupuestos y luego ver cómo queda el Ministerio de Asuntos Exteriores, dentro del que estamos situados. La ilusión es que podamos subirlos. Estábamos en 126 millones. En los presupuestos que hemos presentado nos gustaría que se nos aumente un 5 % hasta llegar a los 130 o131 millones. El Estado pone un poco más de la mitad y lo demás son auto-financiaciones e ingresos por los cursos y certificados que damos. El Instituto Cervantes, el ámbito de diplomacia cultural con mayor proyección del Estado, le cuesta 1 euro al año a cada español.
Muchos han criticado que se planteara al Instituto Cervantes como Marca España. El idioma no es exclusivo del país. ¿Qué opina sobre eso?
Estoy completamente de acuerdo y ese ha sido nuestro interés. El Cervantes es muy importante para el desarrollo de la cultura española,, pero el español no puede ser marca España. Hay en torno a unos 480 millones de hablantes del español como lengua materna y nos acercamos a los 600 millones de hablantes en general. De esa cifra somos apenas el 8%. Quien quiera utilizar el español como propiedad privada de España está falseando la realidad y está metiendo la pata, porque hay países que tienen muchos más hablantes: México, Colombia y EE UU tienen más hablante de español que la propia España.
"Las matrículas están remontando, también los certificados y las acreditaciones que damos"
Existía una tendencia a la baja en las matrículas. ¿Siguen cayendo?
Depende mucho de la situación política e internacional. Dependiendo de si existen tensiones, por ejemplo, entre Rusia y la UE, el interés por las actividades o contenidos culturales cae y las matrículas del instituto también. Imagínate que en Estados Unidos hay un programa de los conservadores para que se hable sólo inglés o incluso, ahora se está insultando a la gente que habla español en la calle, eso también propicia que caiga. O que en Brasil se haya retirado el español como lengua obligatoria en los colegios. Hay mucho desarrollo en Asia, en China, en Japón. Las matrículas están remontando, también los certificados y las acreditaciones que damos. Eso nos hace entender que no somos sólo una academia de idiomas, sino que tenemos que hacer diplomacia en español de la comunidad iberoamericana en el mundo. Si ahora hay hispanos que están pasando un momento difícil en EE UU tenemos que intentar situarnos en Los Ángeles o en Washington.
En el caso de que el gobierno consiga acabar la legislatura, ¿cuál será la media prioritaria que quiere poner en marcha?
Hay una que me parece fundamental. Desde muy joven, desde los años setenta, cuando existía la Unión Soviética, he sido una persona muy comprometida políticamente y no me avergüenzo de mi compromiso político, pero cuando llego aquí como catedrático de filología y como escritor tengo claro que el Instituto Cervantes debe ser una institución de Estado y no una institución gubernamental. A mí me gustaría que el Instituto Cervantes tuviera un tratamiento parecido al de Televisión Española. Tenemos que ponernos de acuerdo en que una cosa es un gobierno y otra el Estado. Hay instituciones que están por encima de los cambios de gobierno. Quiero crear las bases para que cuando haya cambio de gobierno se pueda cambiar de director pero no los programas ni los profesionales.
Cuando usted llegó al cargo aseguró que quería potenciar todas las lenguas cooficiales. ¿Eso ya se hacía con los encuentros de Verines, no? ¿Profundizará en esa área?
En las normas del Instituto Cervantes hay un artículo que contempla la defensa y divulgación de las culturas y distintas nacionalidades que se integran en el Estado español. Lo que es una lástima es que distintas situaciones de crispación política dejen a las lenguas por medio. En una reflexión sobre la enseñanza de idiomas, cada vez tiene más importancia que aprender un idioma es aprender una perspectiva, una cultura, un modo de entender la historia, la memoria, la vida. Los españoles estamos muy capacitados para el diálogo, porque tenemos cuatro lenguas co-oficiales que están muy vivas. Yo, como escritor, desde el principio he tenido relación con catalán, con los sonidos gallegos, con los poetas en euskera, uno de los primeros actos que hicimos fue unir a escritas y escritores de las distintas lenguas en Bruselas, para decir que todas son nuestras. Es la naturalidad y la normalidad que tenemos que recuperar.
Hay una coexistencia natural, claro. Pero en Cataluña existe una hostilidad hacia el español.
Si se avanza por ahí será un error. Si a mí me ofende que alguien se meta con el español en Washington, o que se ofenda a un mexicano por estar hablando en español en la cola de un supermercado, pues lo mismo si alguien insulta a otro por hablar español en Cataluña, cosa que todavía es menos comprensible. Por eso tenemos que sacar las lenguas maternas de la crispación política, porque quien insulta en una lengua materna está insultando muy íntimamente. Si usamos las lenguas maternas para la crispación política, iremos muy mal.
El Cervantes depende de Exteriores, ¿cierto?
Estamos encajados institucionalmente en Exteriores pero tenemos una relación muy estrecha con Educación, con Cultura y con Tecnología e Innovación.
¿Está planteado dotar al Instituto Cervantes de una ley como la que tienen la Biblioteca Nacional o el Museo del Prado?
Tenemos una personalidad muy clara y especial. Y si se comprende el Cervantes como una institución con muchos matices de actuación en el mundo, se entiende que por ese motivo necesita autonomía. En ese sentido, estaría muy bien una ley especial. Por lo menos que se comprendan las peculiaridades que tenemos y no se intente unificar con otras instituciones del Estado. A partir de ahí podemos ir trabajando para conseguir esa autonomía.
José Guirao ha hecho posible, con ayuda de Carmen Calvo, una comisión para Cultura con ministerios como Economía, Hacienda, Defensa. ¿Existiría algo así para el Cervantes? ¿Cuál es su relación con la Señora Calvo y vicepresidencia?
Tenemos una relación muy fluida con Moncloa y con distintos ministerios. Y queremos recuperar una iniciativa que no llegó a implementarse, que sería un Círculo de Amigos Iberoamericanos del Cervantes para a partir de ahí buscar mecenazgo, bien que colabore con el funcionamiento del instituto o bien para promocionar o subvencionar algunas actividades concretas.
¿Qué le dijo Pedro Sánchez cuando le ofreció dirigir el Cervantes?
Tuvimos una conversación donde nos pusimos de acuerdo en cosas que él veía que el Cervantes necesitaba y que yo también creo que necesita. Por ejemplo, la importancia del Cervantes en la iberoamericanización de la cultura en español, la relación con las otras lenguas del Estado, la perspectiva del español en la defensa de los valores humanos y la democracia justo cuando están brotando el totalitarismo y el racismo en distintos lugares del mundo. También surgió en la conversación la importancia del español en el entorno del mediterráneo. Más que instrucciones del presidente de gobierno, hablamos de datos que están en la razón de ser del Cervantes y que queríamos reivindicar. Hablamos de poner en marcha un Instituto Cervantes en Washington y fue él mismo quien me comentó que durante su paso por Los Ángeles había percibido la necesidad del español en California y me comentó la posibilidad de abrir un Instituto Cervantes ahí.
Más de la mitad de los directores del Instituto Cervantes son hombres. Imagino que al formar usted parte de un gobierno que se dice progresista y feminista, eso será una prioridad.
Realmente hay un desequilibrio y la voluntad es ir al equilibrio. Una de las razones de nombrar a la Secretaria General, además de sus capacidades, que tiene muchísimas y es una experta en la administración del Estado, es porque además de todo eso, es mujer. El criterio es siempre que, entre gente buena, exista siempre una mujer. Quiero que España tenga la mejor cara en el mundo y mostrar que en España hay democracia y no la inquisición; que hay mujeres no sólo en el gobierno, sino en los niveles sectoriales de gestión también hay mujeres. España es el país que el 8 de marzo tuvo un impacto fundamental, el mismo en que el principal periódico está dirigido por una mujer, que estamos a la vanguardia en la ley de matrimonio homosexual de la misma forma en que España se ha puesto a la vanguardia en la defensa internacional de los derechos humanos.