Nació en un barrio gitano de Algeciras, se casó en Ámsterdam y falleció en la mexicana Playa del Carmen. Pese a que llegó a asegurar que estaría "todo el día echado", el guitarrista Paco de Lucía exportó el duende flamenco a todos los rincones del mundo. Este miércoles se celebra el 69 aniversario de su muerte y, hasta el gigante Google, ha decidido dedicarle su último doodle del año -que se publicará en España y en América Latina-, además de organizar una exposición en la plataforma en Google Arts and Culture y un concierto en su ciudad natal protagonizado por dos sobrinos del músico, José María Banderas y Antonio Sánchez. "Yo no necesito nada, estaría todo el día echado. Soy el más indolente del mundo. Lo que pasa es que entro en la rutina y tengo compromisos, hago giras, más que ir yo, me llevan", explicó el andaluz en un documental en 2011. De hecho, metido en esa rutina de giras, el músico se desplazó varias veces a Japón, uno de los países que más respeto guarda al artista y del que este dijo que "el objetivo de la gente es hacer bien las cosas, y además del deseo de perfección, los japoneses poseen una sensibilidad y una delicadeza que se echan de menos a nuestro lado del mundo".
Yo no necesito nada, estaría todo el día echado. Soy el más indolente del mundo"
Fue el 25 de febrero de 2014 cuando el hermano menor de la dinastía de 'Los Lucía' -Ramón de Algeciras y Pepe de Lucía eran mayores- falleció a causa de un infarto mientras jugaba con sus hijos pequeños en una playa cerca de la residencia donde vivía en el Caribe mexicano. Tenía 66 años, pero llevaba bien "lo de hacerse viejo" porque, según contó en una entrevista a El Mundo con motivo de su cincuenta cumpleaños, había vivido "intensamente". Dicen sus más allegados que era muy reservado y que su idilio con la guitarra empezó casi desde la cuna. Su padre, Antonio Sánchez, era guitarrista profesional y pronto comprendió que, como no tenía nada, el mejor futuro que podía ofrecerle a sus hijos era inculcarles su pasión por el flamenco. Paco fue obligado a echar horas y horas a la guitarra e, incluso, llego a odiarla.
¡Cómo me gustaría encontrar algo que me permitiera no tocar más!"
Sorprendentemente, ese sentimiento le persiguió a lo largo de su vida, aunque combinado con amor. Así lo confesó en una conversación con el diario Público. "La guitarra es una hija de puta, la detesto. Es como una relación de amor y odio, que a mí me hace polvo. ¡Cómo me gustaría encontrar algo que me permitiera no tocar más!" llegó a decir el guitarrista, que aseguró que la tensión del flamenco le machacaba. "Los jóvenes tienen todo el bagaje que a mí me ha costado sangre sudor y lágrimas y años conseguir. Ellos lo tienen en vídeo, en disco, ya empiezan a tocar con todo eso a la espalda", celebraba.
Reconocimientos
Desobediente de los dictámenes de los puristas, De Lucía sumó más de 30 años de carrera y formó una de las uniones más celebradas en la historia del flamenco cuando a finales de los años 60, acompañó a su amigo y cantaor Camarón de la Isla (1950-1992), quien también era gaditano y nacido en el frío mes de diciembre. "Yo soy un purista dentro de mi aureola de revolucionario, vanguardista o creador", dijo De Lucía en una entrevista en 2004. "Lo que no tengo es la obediencia que siguen los puristas, pero sí el respeto que merece la esencia, lo antiguo, lo válido. La memoria", matizaba. Paco de Lucía recibió decenas de reconocimientos a lo largo de su vida, entre ellos, dos premios Grammy latinos, la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (1992), Hijo predilecto de la provincia de Cádiz (1997), Premio Príncipe de Asturias de las Artes (2004), Doctor Honoris Causa por la Universidad de Cádiz (2009) y por el Berklee College of Music (2010). El álbum recopilatorio Entre dos aguas y su tema homónimo fue uno de los más distinguidos a nivel internacional. En palabras del maestro, fue "esa rumbita" que le dio una popularidad y fama mundial inusual para un artista flamenco.
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