Para muchos chavales que a finales de los ochenta pintaban con spray su firma en los vagones de un metro, todo empezó en una viernes de septiembre de 1984. Con unas audiencias irrepetibles de cadena única, prácticamente todos los españoles atendían la liturgia familiar de sentarse frente al ‘Un, dos, tres…’ cuando Mayra Gómez Kemp presentó a unos chicos negros vestidos con ropa deportiva que a ritmo de una música con silbidos rodaban por el suelo girando sobre su propia espalda como si quisieran imitar a un helicóptero. Salir en el Un, dos, tres… suponía que todo el país hablara de ti al día siguiente y una actuación tan diferente como la de los Break Machine tuvo que quedar grabada a fuego en la retina de muchos espectadores.
España ya era un terreno fértil en el que algunos de los elementos de la estética del hip-hop podrían arraigar. La televisión ya había familiarizado a los españoles a la vestimenta deportiva de calentadores, muñequeras, y cintas en el pelo con la llegada de la serie Fama y los programas de Eva Nasarre en el que se anticipan algunos de los looks que luego serían moda. La magnífica actuación del equipo de baloncesto español en las olimpiadas de los Ángeles, que consiguió llegar a la final contra Estados Unidos, aseguró otras tantas horas de cultura americana en las televisiones, radios y periódicos patrios. Y antes de aparecer en La 1 los Break Machine ya habían actuado en la televisión catalana en el programa ‘Àngel Casas Show’ en la que es considerada la primera emisión de este tipo de baile en España.
El break dance, que también tuvo un importante impulso en el 84 con la película ‘Breakdance’, es uno de los elementos que componen la cultura del hip-hop junto a la música (entre la que destaca el rap) y la pintura en forma de grafitis. Esta última es la protagonista de la exposición ‘Todo comenzó en el 84. Orígenes del grafiti en España’, disponible en el museo Antropológico de Madrid hasta el 1 de noviembre.
La muestra realiza una labor de arqueología hasta encontrar el posible primer grafiti de España. “Esta pintada lleva aquí desde 1976. Se coló un americano de la Base de Torrejón y la hizo. Como me gustó ahí se ha quedado”, declaró el dueño del muro en el que aparece el personaje Guille de Mafalda, con un estilo “muy primitivo típico de los 70”, según se indica en la muestra. Los textos de la exposición, como no podía ser de otra forma, están grafiteados en las paredes del museo, y han sido elaborados por conocidas firmas españolas como Kapi, Zeta, Suso33, Toro, Mata, Remebe, Randy, Larry88, o Francisco Reyes, comisario de la exposición y director del programa 'Ritmo Urbano'.
Llegan los grafitis y el rap
Un cartel dibujado a mano del segundo concurso provincial de Break Dance en Sevilla del verano de 1986 muestra que en dos años desde la primera aparición en televisión, este baile ya contaba con aficionados por todo el país. A ello también había contribuido la sección 'A todo break' del programa 'Tocata' que desde 1986 dedicó unos minutos en la tele pública a este baile.
Los turistas americanos en Barcelona o las emisoras estadounidenses de la base de Torrejón siguieron incidiendo en esta cultura y, de forma paralela, varios escritores, como se conoce a los grafiteros, comienzan a pintar. En 1988 la música predominante deja de ser el break, el rap toma el testigo y vivirá su momento de explosión entre 1989 y 1991.
Barcelona vuelve a estar en la vanguardia del grafiti, en 1988 las firmas en las calles y el metro ya tenían un presencia considerable y aparecen los primeros reportajes en prensa. Todo el mundo quería tener su firma, las calles de España lucían diferentes estilos y colores y la prensa alertaba de estos “actos vandálicos”.
El mítico "Muelle"
La muestra rescata la firma “Tifón” de los años de juventud del actor y director Daniel Guzman, aunque uno de los que creó más escuela fue “Muelle” que “bombardeó” con su firma los muros del Madrid de la Movida. Las páginas de los diarios reflejan el misterio que se creó en torno a su inconfundible dibujo con tres espirales, terminado en flecha y con una “R” en un círculo indicando su propiedad intelectual. "Una secta religiosa, un grupo musical, una marca de preservativos, la inicial de un travestido llamado Rebeca, la huella dactilar del tráfico de heroína o el divertimento de un pintamonas", rezaba la entradilla de un reportaje de El País, del 22 de marzo de 1987. Detrás de Muelle estaba un joven llamado Juan Carlos Argüello Garzo que en 1995 murió a los 29 años de un fulminante cáncer y del que el Ayuntamiento de Madrid decidió restaurar y proteger su firma de la calle Montera.
En el año de las Olimpiadas y la Expo el movimiento hip hop pareció desaparecer de los medios. Si la actuación en el 'Un, dos, tres' había marcado un inicio, la serie de Will Smith 'El principe de Bel Air', estrenada en la primavera de 1991, cerró esta primera exitosa etapa. La masiva presencia de la estética del movimiento de grafitis y raps pareció saturar al público, y la muestra concluye que “si Leticia Sabater, Lola Flores o Jesús Gil tenían un rap, es que algo habíamos hecho mal".
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