El 22 de abril de 1971 John Lennon y Yoko Ono tomaron un vuelo a Palma de Mallorca desde Madrid con el objeto, según recogen los periodistas, de “descansar y hacer negocios”. Dos meses antes, el día 19 de enero, Paul McCartney había denunciado a sus compañeros para disolver el entramado legal Beatle y escapar a su vez del control del nuevo mánager neoyorquino Allen Klein, el cual abominaba. En ese sentido, todos los miembros de la banda pretendían escapar de un Reino Unido donde los tabloides hacían de la caza al ex Beatle un posible titular escandaloso gracias al proceso judicial en marcha.
Lennon acababa de lanzar el single Power to the People, 12 de marzo, himno político inspirado por los trotskistas de Red Mole (Tariq Ali y Robin Blackburn). En el encuentro con estos pensadores comunistas afirmó: “Parece que todas las revoluciones acaban en el culto a la personalidad, incluso los chinos necesitan esa figura paterna. Espero que esto pase en Cuba también con el `Che´ y Fidel. En un comunismo occidental habríamos de crear casi una imagen icónica de los trabajadores como esa figura paterna”.
La paradoja, en ese sentido, es que el primer viaje fuera del Reino Unido luego de esta pista política fue al régimen de Franco; dictadura paternalista cuya única ideología provenía del criterio del general victorioso en la guerra civil. La vertiente pop del franquismo, excelentemente estudiada por el periodista Jordi Costa en su libro sobre la contracultura, permitió una existencia feliz a un régimen antidemocrático y sus playas fueron un verdadero crisol donde se superaban los millones de visitantes.
Para el investigador Justin Crumbaugh este turismo en busca de sol y diversión cambió “la relación entre el régimen de Franco y la población española”. Los Monty Python, de hecho, parodiaron esta saturación en las playas hispanas en un célebre sketch de su serie televisiva Flying Circus donde un cliente cansado del típico viaje allí protestaba por… “…ser conducido a hoteles miramares, bellevueses y bontinentales sin fin con sus habitacioncitas lujosas internacionales y donde sirven cerveza Red Barrel para acabar en piscinas llenas de hombres de negocios alemanes gordos que pretenden ser acróbatas formando pirámides y asustando a los niños e irrumpiendo en las colas, ya que si no estás en la mesa a las siete pierdes la crema Campbell, el primer plato en el menú de cocina internacional, y todos los jueves por la noche el hotel tiene un cabaret jodido en el bar, donde se presenta a un españolito enano demacrado con caderas de más de 20 centímetros e hinchado de grasa pastelera con su pelo engominado y su culazo presentando `Flamenco para extranjeros’…”
En cualquier caso, volviendo al inicio, los Lennon mintieron a los periodistas: su objeto no era sólo unas vacaciones en España, sino secuestrar a la hija del primer matrimonio de Yoko Ono Kyoko Ono.
Lennon, turista accidental
La relación de Ono con su segundo marido -el padre de Kyoko- Anthony Cox se había enfriado desde el año anterior y este último se había casado de nuevo. Cox, además, tuvo a lo largo de los setenta y ochenta una vida nómada de secta en secta y en ese 1971 había recalado en Mallorca en el retiro de un viejo conocido de Lennon: el gurú Maharishi Mahesh Yogi.
En esos cursos estaban Cox y Kyoko cuando los Lennon, según recuerda ABC, decidieron abducir a la segunda sin “oponer ninguna resistencia”. La propia Kyoko, prosigue el diario monárquico, no sentía “especial predilección por ninguna de las parejas que se la disputan” en una muestra de madurez para una niña de apenas siete años. Anthony Cox respondió con la ley al secuestro y muy pronto las fuerzas de seguridad de la dictadura actuaron.
Conocemos, incluso, los detalles de la detención de los Lennon debido al excelente reportaje de Marcos Olllés en El diario de Mallorca, donde uno de los policías que arrestó al ex Beatle -Miguel Buñola- se sorprendió por su “educación extrema”. Era el 23 de abril y la Guardia Civil, a través del gobierno civil, ordenó aprehender a la pareja al sustraer a la niña de una guardería de Calas.
Los Lennon se encontraban en el hotel Meliá Mallorca y en los dimes y diretes de esta abducción acabaron tomando café con leche con los policías nacionales. El ABC del día 25, de hecho, hizo testamento de la derrota de los Lennon, ya que Kyoko prefirió permanecer con su padre ante la pregunta del juez.
Salió, en consecuencia, a hombros de Anthony Cox del juzgado de guardia, mientras que Lennon y Ono “visiblemente apesadumbrados” regresaron al Meliá. Lennon, en una de sus últimas entrevistas antes de morir, resumió el suceso que le llevó a ser detenido en la España de Franco:
“Fue un caso típico de machitos. Parece que Allen Klein y yo intentábamos avasallar a Tony Cox. La actitud de él fue: `conseguiste a mi esposa, pero no tendrás a mi hija´. En esta pugna, Yoko y la niña quedaron olvidados por completo. Siempre me sentí mal por esto. Se convirtió en algo como un tiroteo en O.K. Corral: Cox huyó a las colinas, se escondió, y el sheriff y yo la encontramos”.
Un recuerdo más divertido en España de Lennon, según afirmaría apenas meses después en el “show” televisivo de Dick Cavett, fue…
“…un restaurante en el cual el violinista insistió en tocar `Yesterday´ justo en mi oído. Entonces, me pidió que firmara su instrumento y yo no sabía qué decirle. Dije `Vale, de acuerdo´ y Yoko y yo firmamos. Un día se enterará que fue Paul el que escribió esa canción”.
Casi un año después, de hecho, el propio Paul McCartney visitaría Alicante seducido por el torreón de un hotel en Villajoyosa.
McCartney, un hortera más en Alicante
El ex bajista de la banda de Liverpool, en 1972, comenzaba titubeante su independencia musical gracias a su nueva banda Wings, que había lanzado un LP rudimentario de nombre Wild Life. Sus dos primeros sencillos con su nuevo grupo, el político Give Ireland Back to the Irish y la canción infantil Mary Had a Little Lamb, habían sido recibidos de manera tibia tanto por la crítica como el público. Todos veían en la nueva trayectoria de McCartney un descenso de calidad acusado respecto a las cimas Beatle del 68 al 70.
Convencido que Wings necesitaban más rodaje, más conciertos, anunció a la prensa británica a finales de mayo de 1972 que comenzarían una gira a inicios de verano. Luego de varios meses de ensayo en primavera, McCartney regaló a su nueva banda -compuesta de Paul, Linda, Denny Laine, Denny Laine y Henry McCullough- un retiro estival en Villajoyosa, Alicante.
En declaraciones al diario Información, de Alicante, se decidió por este lugar al ver fotos del hotel Montiboli. En la misma cita declaraba que su relación con los Beatles estaba “acabada” (“finito”, decía) aunque los juzgaba “amigos”. Ajeno al trasiego londinense, este retiro en la costa blanca le permitió componer su tema Hi, hi, hi que sería el primer sencillo de su nueva banda bien recibido por la prensa británica. Su letra sicalíptica, que apelaba a “plátanos dulzones bajo el sol de mediodía”, alcanzó incluso el notable número cinco en la lista de éxitos del Reino Unido al ser un “rocker” potente.
En la misma entrevista de Informaciones manifestaba, también, su deseo de tocar en España en 1973 con Wings en una plaza de toros con localidades baratas. No cumplió su promesa, pero su banda sí tocó “oficiosamente” para los huérfanos de la casa de beneficencia en Alcoy. Sobreviven unas fotos de José Crespo Colomer que resultan unas fantásticas imágenes síntoma de la España de la dictadura: una estrella del pop internacional tocando en una playa de Alicante rodeado de monjas y huérfanos.
No solo las monjas tendrían contacto con un Beatle, sino que pronto la santa fetiche de Francisco Franco sería el objeto de culto del místico residente en la formación: George Harrison.
Harrison, en busca de la santa perdida
Los años que van de 1970 a 1972 fueron el apogeo de crítica y público del benjamín de los Beatles George Harrison gracias a su triple disco All Things Must Pass y el concierto de Bangladesh. En ese sentido, My Sweet Lord -que pronto vería una denuncia por plagio- fue un sencillo superventas en España bajo el nombre de Mi Dulce Señor, siendo nada menos que doce semanas número uno en un país que solía ver su top 10 monopolizado por artistas en español.
El logro es admirable, lo que quizá condujo al guitarrista principal de la banda de Liverpool a realizar varios viajes sobre ruedas, en ocasiones cantando Hare Krishna, a esa España de los primeros 70. Es difícil reconstruir estos, pero contamos al fin con varias fuentes que nos permiten ver cómo Harrison fue el más libre, desde luego el más improvisado, de los Fab Four en atravesar sin apenas comodidades la península ibérica.
Pattie Boyd, la primera mujer de Harrison, cita una infidelidad del Beatle más joven en un supuesto viaje a España con amigos para visitar a Salvador Dalí tan tarde como 1973. Más importante, dos años antes, es el recuerdo de Gary Wright -pianos en Spooky Tooth- que sirvió como cicerone de Harrison en la península ibérica al conocer un poco de español. El testimonio de sus memorias “Dream Weaver” -el título de su single de éxito en EE.UU. en 1976- nos lleva de vuelta al año 1971.
Wright había fracasado con su LP Footprint y Harrison le ofreció como compensación pasar unas vacaciones a él y su familia en el Algarve, Portugal. Si bien Wright decidió viajar en avión, Harrison hizo el trayecto en coche desde Inglaterra por ferry a la Europa continental, pasando a través de Francia y España hacia Portugal. No sabía español, se perdió en los Pirineos y llegó tarde al Algarve.
En Portugal Harrison compró cerámica, curioseó las grutas y playas, y se sirvió del conocimiento de Wright del español, el cual les funcionó como idioma hermano del luso. Decidieron, pasadas las semanas, regresar a Madrid, ya que Harrison tenía un compromiso laboral en Londres y debía coger un vuelo. En el interín, Harrison decidió que quería visitar la tumba de Santa Teresa de Ávila en Alba de Tormes puesto que “había alcanzado una gran elevación espiritual”.
Al pasar la frontera, Wright y Harrison pararon en un pueblo ignoto donde una anciana enlutada con el inevitable pañuelo a juego les abrió la puerta. En su español pedestre –“moviendo las manos en el aire” afirma Wright- preguntaron dónde estaba enterrada la mística, pero la señora entendió poco y les dio un portazo. La búsqueda fue infructuosa, quedaba Madrid, donde un espectáculo flamenco compensó el fracaso místico gracias a “músicos y bailarines fantásticos”.
Ese mismo 1971, en el mismo país, el batería de los de Liverpool Ringo Starr fue coprotagonista de un espagueti western.
Ringo Starr, rival de un pistolero ciego
El cine japonés, sus películas de aventuras y acción, fue un modelo claro para el western, que reutilizó sus tramas y planteamientos de enfrentamientos, personajes solitarios e ideas caducas de honor. El Justiciero Ciego, de 1971, es en ese sentido una versión camp, sin la gravedad de Sergio Leone, del mito oriental Zatoichi -un espadachín ciego- trasladado a las querellas y duelos del salvaje oeste. Zatoichi es aquí el actor Tony Anthony, el cual como pistolero invidente debe escoltar a 50 novias casaderas por encargo de los mineros solteros del villorrio Lost Creek. Entre medias, su socio le traiciona y las mujeres son raptadas por dos bandidos mexicanos: uno de ellos es Ringo Starr.
Filme menor, en la sombra de las grandes producciones del citado Leone o Sergio Corbucci, sobrevive como película de distintos tonos, con notables elementos de comedia, y unos buenos valores de producción además de una excelente banda sonora de Stelvio Cipriani. La anécdota de la película es el cameo del manager de los Beatles Allen Klein como salteador; papel con cierto sarcasmo dada su fama de implacable y también su posterior condena judicial por evadir impuestos a inicios de los 80.
Rodada en Almería, en el mismo verano donde Harrison se perdió buscando a Santa Teresa en Castilla, ABC a través de su suplemento Blanco y Negro publicó una entrevista fallida con el ex Beatle Starr debido a la incapacidad de los periodistas en hablar inglés. Mientras tanto, en el mismo rodaje, Melody Maker le interrogó sobre las relaciones con los Beatles, mostrando un claro desinterés por la carrera del batería en el mundo del cine. El reportaje de ABC, a pesar de todo, tiene el testimonio de un Starr corriéndose una feliz juerga flamenca. La metáfora del pistolero ciego, aquel que avanza sin ver lo que le rodea, de la película de Starr es un buen epitafio para unos músicos que prefirieron disfrutar de este país como inmenso retiro vacacional sin ningún escrúpulo moral por la situación política. Y con ellos millones de europeos.
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