España cuenta con un tesoro, una traducción manuscrita de Terencio, un famoso autor de la época romana. Lo más sorprendente es que la traducción la realizó una mujer del siglo XVIII-XIX de la que nada se sabía hasta este hallazgo, Laura Alexandra Sigüenza, nacida en Soria. Se trata de una obra “única en la historia de la traducción española y una obra capital en su historia” ya que hasta el momento todos los textos había sido traducidos por hombres.
El amor de una madre con una formación exquisita ha hecho llegar hasta nuestros días una autentica joya. En el prólogo, Sigüenza, posiblemente en su lecho de muerte, explica la motivación que la impulsó a traducir a Terencio al español, y esa motivación fue que su hija tuviera, al menos, la misma formación de la que ella gozó. Laura Alexandra era una mujer formada en latín, vinculada probablemente a los círculos intelectuales del siglo XVIII hispano, entre los que encontraba Ranz Romanillos, uno de los padres de la Constitución de 1812.
Probablemente escogió a Terencio por la importancia de su literatura. Publio Terencio es uno de los autores más importantes de comedia latina del siglo II, y solo hay tres traducciones de su obra. Por ello, la obra de Laura Alexandra Sigüenza se convierte en un "únicum en toda la tradición textual de este autor y en toda la recepción que tenemos de Terencio y de los autores clásicos en España.
Tras el prólogo hay un estudio preliminar, "profundísimo y sesudísimo", según su descubridor, Daniel Río Lago, que revela un gran manejo de las fuentes clásicas, tanto griegas como latinas, de los padres de la iglesia y de los intelectuales renacentistas; una "auténtica monografía", en el sentido moderno del término, de la historia del teatro. Después está la propia traducción, donde se aprecian dos letras, una del texto latino y otra, la de la autora, en castellano y en los versos propios de la comedia hispana del siglo XVIII. El manuscrito concluye con un apartado de notas, "próximo a las ediciones modernas", que también muestra un conocimiento profundo de la literatura latina.
Un hallazgo único durante una investigación
Daniel Río Lago, investigador del Departamento de Ciencias Históricas de la UC, ha sido el descubridor de esta obra y el que ha puesto en valor este hallazgo porque se trata de una de las tres traducciones que existen del latín al español de la obra de Terencio Andria, lo que lo convierte en un únicum, y por cuanto ha sido realizada una mujer de "alta formación", al nivel de cualquier intelectual hombre del siglo XVIII.
La investigación aún se encuentra en sus primeros pasos y su autor ha explicado que se desconoce cómo llegó el manuscrito a manos de Menéndez Pelayo, y, sobre todo, "por qué no lo tuvo en cuenta para sus importantes estudios sobre la historia de la traducción en España". Para Río, "lo capital es devolver a la historia el nombre de esta mujer con un bagaje cultural e intelectual tan alto y que hasta el día de hoy ha pasado inadvertida".
La Biblioteca Menéndez Pelayo atesora 1.032 manuscritos, papeles y correspondencia; 41.500 títulos impresos entre los cuales hay 22 incunables (siglos XV); 1.124 obras del siglo XVI; 1.125 del siglo XVII; 2.839 del siglo XVIII; y 35.260 de los siglos XIX y XX.
Un joya de la traducción española
En la presentación, tanto la alcaldesa de Santander, Gema Igual, como la responsable de la Biblioteca Menéndez Pelayo, María Paz Delgado, el director general de Cultura de Cantabria, Juan Antonio González, y el investigador han destacado que la obra es "una joya" de la biblioteca que Marcelino Menéndez Pelayo legó a la ciudad, con más de 41.500 ejemplares que la convierten en "un hito" y en una de las mejores colecciones para la investigación del mundo. De hecho, según Delgado, la biblioteca es el activo cultural más importante de Cantabria después de Altamira, por lo que se sigue avanzando en su digitalización, en la que se incluirá el ‘Andria'.
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