“Una mujer, turbada hasta el punto de la locura, se arrojó contra un soldado británico que hacía guardia en el campamento la misma noche que la 11ª División liberó el campo. Le rogó que le diera un poco de leche para el pequeño bebé que sostenía en sus brazos. Dejó al pequeño en el suelo, y se arrojó a los pies del centinela y besó sus botas. Cuando el soldado, afligido, le pidió que se levantara, ella puso al bebé en sus brazos y salió corriendo, llorando, diciendo que tenía que encontrar leche porque sus pechos estaban secos. Y cuando el soldado abrió el hatillo de trapos para mirar al niño, encontró un bebé que llevaba días muerto”.
Uno de los relatos más escalofriantes de la historia de la radio fue la descripción del campo de concentración nazi de Bergen-Belsen (Alemania) del periodista de la BBC Richard Dimbleby tras la liberación de los británicos. La estupefacción que generaba en las tropas aliadas el desfile de esqueletos de miles de personas obligaba a los cronistas a insistir en la veracidad de los hechos e insistían en que habían podido ver con sus propios ojos todo el horror del campo: “Cada una de las cosas que he contado ha sido verificada, pero hay una cosa la más horrible de todas que me he dejado para el final. En uno de los extremos del campo de Belsen hay una fosa del tamaño de una cancha de tenis, tiene 4 metros y medio de profundidad y en una de sus paredes se apilan los cadáveres desnudos, que han ido arrojando uno encima del otro. Nuestros médicos han examinado algunos de los cuerpos encontrados allí y que presentan una larga hendidura aparentemente realizada por alguien con conocimientos quirúrgicos. Han indagado y han descubierto que en el frenesí de la hambruna, alguno de los habitantes de Belsen habían cogido los cadáveres de sus compañeros presos y les habían quitado la única carne que les quedaba, el hígado y los riñones para comérselos”.
Campo donde murió Ana Frank
Entre las más de 70.000 víctimas de Belsen se encontraba Ana Frank, por entonces una completa desconocida, una de las muchas jóvenes anónimas que como su hermana Margot no resistieron las enfermedades, el hambre o el frío y murieron víctimas del tifus. Las hermanas holandesas habían sido capturadas el 4 de agosto de 1944 de su casa escondite en Ámsterdam. Tras pasar por el campo de Westerbork fueron enviadas a realizar trabajos forzados a Auschwitz. Menos de dos meses después, junto a otras miles de mujeres fueron trasladadas a Bergen-Belsen (Alemania).
Las hermanas Frank compartieron este periplo con otro par de hermanas judías holandesas que cuidaron de ellas y fueron unas de las últimas personas que las vieron con vida. Su vida aparece novelada en Las hermanas de Auschwitz (Planeta) de Roxane van Iperen.
Lien y Janny Brilleslijper rondaban la treintena en el año 1944 cuando fueron capturadas y deportadas, pero antes habían desarrollado una interesante vida que combinaba el arte y el activismo político.
La familia Brilleslijper se instaló en febrero de 1943 en una casa que sirvió como refugio de judíos y miembros de la resistencia. Hasta 25 personas terminarán conviviendo en ‘Nido Alto’ conformando una especie de comuna que combatía a los alemanes. En este punto la casa sirve como hilo de unión entre el pasado, la novela y la vida de la autora que se instaló en ella con su familia sin conocer su fascinante historia. Al inspeccionarla, encontraron puertas ocultas y escondites secretos. Van Iperen decidió investigar el pasado de la casa y comenzó la historia, publicada por primera vez en 2018, y que pronto se convirtió en un best seller mundial.
Durante toda la ocupación alemana, las hermanas sirvieron en la resistencia. Janny, más activa que su hermana, había participado en la Guerra Civil española y formó parte de la resistencia comunista neerlandesa junto a su marido Bob Brandes. La otra hermana, Lien, era una cantante y artista de cabaret que también se acabó uniendo a este grupo que imprimía propaganda antinazi, falsificaba tarjetas de identidad y escondió en varias casas a judíos y otros perseguidos por las fuerzas de ocupación alemanas.
El desembarco aliado del Día-D, del que se acaban de cumplir 80 años, confirmó que la caída del Tercer Reich era cuestión de tiempo, pero tan solo un mes después, las hermanas y sus padres fueron detenidos y deportados. Fue en este primer campo de Westerbock donde Janny y Lien conocieron a las hermanas Frank con las que convivirán en el resto de campos.
Las cuatro vivieron un fugaz paso por Auschwitz y lograron salir con vida para terminar en Bergen-Belsen. Las deportaciones masivas de presos del Este convirtieron a este campo en un pozo de miseria humana al acumular a miles de personas en condiciones infrahumanas durante el último invierno de la guerra. Las hermanas Frank no lo soportaron y murieron con unos pocos días de diferencia entre febrero y marzo de 1945, un mes antes de la liberación. Terminada la guerra, las dos hermanas Brilleslijper se reunieron con Otto Frank, padre de Ana y Margot, y le comunicaron el fallecimiento de sus hijas. En aquel verano de 1945, Otto certificó que era el único superviviente de su familia a la que durante dos años logró esconder en su casa de Ámsterdam.
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