En el mes de abril se estrenará un apasionante documental sobre Hispanoamérica, del director de España, la primera globalización, José Luis López-Linares, donde se muestra una admirable multiculturalidad de origen común, la idiosincrasia Hispana, encarnada en una fusión racial. La mujer fundamental que impulsó el nacimiento de Hispanoamérica fue sin duda Doña Marina.
Nacho Cano, en su brillante musical Malinche, da a conocer en gran medida su trascendencia, como traductora, compañera sentimental, madre, amiga y primera “diplomática virreinal”. Pero su importancia se centra en su colaboración en la victoria contra los Aztecas, que vino propiciada por la lucha de las tribus que estaban hartas del sufrimiento de sus pueblos, por los asaltos con motivos antropófagos. Estos pidieron ayuda a Cortés para la guerra y éste utilizó todo su poderío: perros, armas de fuego, armaduras... y el buen hacer de doña Marina, para dirigir a los 300 españoles, que fueron el núcleo duro de este nutrido grupo de tribus.
Doña Marina, traductora y diplomática
Cada 11 de marzo recordamos la victoria de Hernán Cortés y sus soldados, sobre los indígenas de Tabasco, tras la batalla de Centla, en 1519, donde fue entregada la joven Malinche al conquistador español como presente, junto con otras 18 mujeres más. Tiempo después obtuvo el respeto por parte de los españoles, gracias a su facilidad para aprender idiomas, convirtiéndose en la principal traductora de la expedición Fue bautizada con el nombre de Marina, y por su prestigio se ganó el "doña". Bernal Díaz del Castillo destaca en sus crónicas el papel crucial de la americana: “Sin la ayuda de doña Marina, no hubiéramos entendido los idiomas de la Nueva España…”
Doña Marina, en cuanto conoció el modo de proceder hispano, ayudó en las negociaciones con los caciques de las tribus indígenas, que eran víctimas de la brutalidad azteca. De tal manera que la unión de estos pueblos con los hombres de Cortés permitió la caída en 1521 de Tenochtitlán, la capital azteca, gobernada entonces por Moctezuma.
Fusión de razas
Como nos cuenta Marcelo Gullo, con el tiempo se convirtió en compañera y amante de Cortés. A finales de 1523 o comienzos de 1524, tuvieron un hijo, llamado Martín Cortés Malintzin. Él fue la muestra palpable de la fusión de dos razas y culturas, y del nacimiento de Hispanoamérica. Doña Marina murió joven y fue enterrada en 1527 en la capilla de Santa María de la Redonda en Ciudad de México. Cuando su hijo Martín tenía 7 años, su padre consiguió que Carlos I de España, le nombrará caballero de la Orden de Santiago. Al poco tiempo acabó compartiendo juegos en la Corte del todavía niño y futuro Felipe II.
Tiempo después, en 1541 Martín y su padre se alistaron para conquistar Argel, entonces en manos del temido almirante otomano, Barbarroja. Seis años más tarde, cuando ya era alférez, participó en la batalla de Mühlberg contra los protestantes. Y el 10 de agosto de 1557 luchó contra los franceses en la batalla de San Quintín. Por esta victoria, Felipe II le ascendió al grado trece de la Orden de Santiago.
Cuando Solimán el Magnífico comenzó la conquista de Malta, en 1565, Felipe II eligió para su defensa, al general de la Mar, García Toledo, y cuando éste necesitó ayuda, el ya nombrado capitán Martín Cortés, acudió en su apoyo y fue a la defensa de la isla, motivo por el que fue nombrado capitán de Mar y Guerra por el rey.
Más adelante, luchó contra los hugonotes franceses en Lombardía, volviendo a demostrar su valentía. Y en 1568 regresó a Nueva España, con su hermanastro Martín Cortés Zúñiga, donde fueron acusados falsamente y torturados, por un supuesto intento de promover la independencia de estas tierras. Los franciscanos los defendieron y fueron liberados. Martín regresó a España y volvió a ganar el favor de Felipe II, participando en la rebelión de las Alpujarras, donde, según algunos relatos, encontró la muerte en 1569.
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